Las uvas verdes
LA ZORRA Y LAS UVAS
Mi primer supervisor, o jefe, como se les denominaba en la época fue Otto Palkovic. Yugoslavo. Extremadamente inteligente y pragmático. Ateo e incrédulo. Irreverente. Veterano de la segunda guerra mundial. Cuando atacaba lo hacía con ferocidad pero no por ello dejaba de ser compasivo. Le vi llorar ante un niño de la calle y supe por otras bocas de sus caridades. Pesaba más de 150 quilos y su vehículo era un humilde Volkswagen. No el actual. Era un simple escarabajo. Carente de aire acondicionado, ruidoso, poco confortable y lento. Tal como pensó el sanguinario Hitler que debía ser el carro del pueblo, traducción del nombre alemán del famoso vehículo, mientras aquel psicópata se dejaba llevar en el más lujoso Mercedes Benz de la época. Palkovic, ganaba todos los meses el doble del valor de un Volkswagen. Realmente podía comprar el vehículo que le viniese en ganas. En una ocasión, su amigo y presidente de la empresa para la cual trabajábamos le preguntó la razón por la cual no adquiría un vehículo más acorde a su posición. La respuesta de Palkovic no la olvido. No necesito un carrote para ser alguien. Tengo mi propio brillo.
El asunto lo traigo a colación porque además de rendir un homenaje a quien fue mi amigo y maestro, en estos días el presidente Chávez habló a los jóvenes de no se cual misión (hay tantas) hablando del consumismo. No es importante tener un automóvil. No son importantes los lujos a los cuales el capitalismo, con sus penetrantes medios de comunicación, nos ha inculcado. Eso lo dice el hombre de los mil trajes; el caminador de los innumerables zapatos, corbatas, camisitas con mancuernas y un closet que por confesión propia desborda en prendas de vestir. Eso lo dice el hombre que visita muchos países en uno de los más lujosos y costosos aviones del mundo, similar al que usa su archí-enemigo George Busch. Eso lo dice el hombre que domina con más de cinco televisoras que nadie quiere ver, ni aún sus seguidores y quien sabe cuantas estaciones de radio, además de un periódico y muchos periodiquitos adeptos.
Tanto que lee el señor Presidente… Tanto que afirma ser cristiano…tanto que pregona la humildad y tan poco que la practica. Williams Izarra, teórico del socialismo siglo XXI dicta talleres en su creación: Los Centros de Formación Ideológica. Allí con el lema “Oír es lograr el cambio” pauta las características y conocimientos que debe tener un auténtico revolucionario. Son más de 650 las charlas que ha dictado en el territorio nacional. En ellas, al igual que en la charla del presidente se hace hincapié en “la erradicación de los hábitos consumistas e individualistas”. Lograrlo es llegar al “nuevo ser, más acorde con lo que demanda la revolución… es necesario romper la rutina y dejar hábitos pasionales como las carreras de caballos, la lotería y las cerveza porque respondemos automáticamente y perdemos la conciencia crítica” Ningún error en esta apreciación de Izarra. Oír al corazón y no a la razón es generalmente la causa de los mayores errores del hombre y por ende de la humanidad.
Y si lo que afirma Izarra es la base del socialismo aupado por el presidente, porqué este no ejemplariza. Gandhi utilizaba una especie de sábana alrededor de su cuerpo, que si mal no recuerdo se la fabricaba el mismo. El agonizante Fidel utilizaba (hoy debe estar en gringas pijamas) un sencillo uniforme tipo militar. Jesucristo un túnica de simple coinfección. Mao una especie de liquilique ¿Y el presidente? Trajes de seda, relojes de costosa marca, corbatas de lujo y todo eso ¿Para qué? Alguno de sus aplaudidores pingüinos rojos lo justificará con el alegato de vestir bien por las extensas relaciones del mandatario ¿Acaso necesita barniz para brillar? ¿No tiene su propio brillo? ¿No es un águila que no caza moscas? Consolado de sus miserias y acariciando una quimera el presidente mantiene sus discursos. Sabe que nuestro país está en decadencia. No es un hombre ignorante o bruto. Persiste en sus ideas para “no dar el brazo a torcer” pero ya vislumbra nuestro futuro. Olvídense los jóvenes del automóvil nuevo. Del MP4 o del futuro MP1000. Del celularcito con cámara. Venezuela va “palo abajo” porque continúa siendo un país rentístico. No hay producción. No hay inversión, solo hay gasto. Las importaciones se incrementan día a día. La autosuficiencia, el endogenismo es cada día menor. Las exportaciones están disminuidas a excepción de lo que la providencia nos dotó. Las empresas nacionalizadas o estatizadas son unos fracasos ¿Qué será de Venepal? Se disminuye la inflación con un malabarismo. Eliminamos un porcentaje del IVA y automáticamente disminuimos en ese porcentaje la inflación. Simple truco porque no se ha disminuido la inflación mediante una acertada política monetaria. Y de colofón, para que quienes superficialmente se enteren de la economía mundial, disminuiremos tres ceros a la moneda nacional para equipararla a las monedas fuertes. Así dos bolívares serán equivalentes a un dólar estadounidense. ¿Es que acaso el valor de una moneda no viene dado por su valor adquisitivo? ¿Y que hay de la teoría del trabajo marxista? Indudablemente hoy, para lograr el salario mínimo de Bs. 512.000,00 hay que trabajar 48 horas semanales. Cuando se le quiten tres ceros a la moneda, para ganar Bs. 512,00 habrá que trabajar 48 horas semanales y para comprar un kilo de carne de res regulado a casi Bs. 12.000,00 actuales, el asalariado mínimo tiene que trabajar unas 7 horas. Para comprarlo a Bs. 12,00 cuando se ajuste la moneda, tendrá que trabajar las mismas 7 horas. ¿O es que acaso el oye cuentos cree que le van a pagar en bolívares antiguos y va a pagar en bolívares nuevos. Toda esta maraña de modificaciones monetarias y las palabras del presidente me recuerda la fábula de la zorra y las uvas. NO HAY QUE COMER LAS UVAS PORQUE ESTAN VERDES, CUANDO LA TRISTE REALIDAD ES QUE ESTAN INALCANZABLES.