Las universidades y el registro electoral
El panorama para la participación electoral sigue oscuro, pero sería de una imprecisión injustificable decir, al menos desde el punto de vista técnico,” que sigue oscuro como antes”. El reciente examen hecho al REP por la Universidades originalmente proponentes de la auditoría (UCV,UCAB y SB) y su informe, incorporan elementos medulares que de ser despachados como irrelevantes así nada más, expone a quienes se metan allí para sabotearlo, a hacer poco menos que el ridículo.
Estas conclusiones sostenidas por estas universidades, apoyadas por el estadístico español José Miguel Bernardo, son nuevas, no estaban presentes antes y por el contrario significan un paso importante de ruptura con un patrón de juicio perniciosamente arraigado para aquellos que colocan el acento del fraude electoral en la supuesta naturaleza fraudulenta del registro de votantes dispuesto a ser manipulado por el oficialismo a su antojo y en beneficio de la permanencia infinita de Chávez en el poder. Cuando el informe dice.” en las actuales circunstancias, con los datos disponibles, no parece haber evidencias de fraudes o manipulaciones apreciables. Los problemas que han aparecido en el registro, si bien numerosos y en aumento respecto al año 2003, estarían todavía concentrados y no alterarían el resultado final de la elección presidencial”, se abre el camino a despejar, al menos con respecto a la data, que no es ahí donde se vaciaría las intenciones de torcer los resultados. ¿Qué faltan más datos disponibles? ¿Qué el asunto está en el software? ¿Qué la alteración se produce en el centro de escrutinios? Pues muy bien, la condicionalidad a confiar en el CSE no perderá su vigencia, pero tampoco la pierde el esfuerzo por traspapelar de los vicios del CSE las obligaciones de la ciudadanía democrática en ejercer sus derechos civiles y electorales que encuneten tales obstáculos.
Resulta muy satisfactorio el informe de las Universidades en la medida de su dignidad de cara al país democrático que se resiste a su estrangulamiento, pero sobre todo frente al régimen que ha puesto en tela de juicio la moralidad al servicio de la verdad y la libertad que estas han demostrado en exceso y que le coloca un necesario punto de racionalidad a las luchas que nos aguardan a todos, los de aquí y los de allá.
Ante la auditaría han saltado contra ella, los ya sempiternos “mariscales de la derrota” que no dan tregua a los que si juzgan indispensable construir con trabajo, no desde la TV, una política y que no tienen por que dar por agotada la vía electoral en lo que pueda tener de efectiva en la fabricación hacia unos resultados, una mayoría, un liderazgo.
Si este gobierno fuera una “papita” y no fuera tramposo y despótico, hasta esos “mariscales” lo hubieran desplazado del poder. De ellos se ríe el tiranito militar y sus secuaces por ser fáciles presas para exhibirlos como intolerantes agitadores de la política invertebrada, la de callejón, que llaman a abstenerse como cualquier islamista extremo llamaría a la Jijad.
Chávez le teme a la abstención, pero le horroriza mucho más perder a las mayorías. Ceñirse a arrebatárselas es el camino, nunca debería ser otro.