Opinión Nacional

Las tres flechas

La Socialdemocracia, poderosa corriente ideológica internacional, nació como reflejo teórico y programático del ascendente movimiento obrero generado por la revolución industrial. A través de socialistas utópicos y científicos, las clases trabajadoras del mundo exigieron que la consigna de la revolución francesa –libertad, igualdad y fraternidad- comenzase a traducirse en realización concreta. La burguesía, principal beneficiaria de las luchas populares de 1789-1848, empleaba su influencia hegemónica para que esa tríada de grandes valores fuera interpretada en términos formalistas e irreales: libertad disminuida por la servidumbre económica de la mayoría; igualdad ante la ley pero no de oportunidades efectivas; fraternidad (o solidaridad) de impulsos ocasionales pero no de praxis cotidiana. En contra de esa tergiversación, la socialdemocracia planteó la lucha mundial persistente para que los tres valores comenzasen a plasmarse –paso a paso, sin tregua ni fin- en democracia política, democracia económica y democracia social cada vez más reales. Este triple objetivo es simbolizado, entre los socialdemócratas de países industriales, por la imagen de tres flechas paralelas que representan las tres dimensiones de la democracia.

La primera flecha –democracia política- proviene del liberalismo de las revoluciones burguesas y su realización, mantenimiento y perfeccionamiento son condiciones imprescindibles para que las otras dos flechas puedan ser lanzadas con éxito. Los principales clásicos del socialismo –incluido Marx- lo consideraban así, pero algunos dirigentes discrepaban y planteaban la presunta necesidad de una dictadura revolucionaria vanguardista. A partir de 1917 el Comunismo, surgido como movimiento disidente de la socialdemocracia, acogió e impuso esa tesis, cuya aplicación culminaría en un capitalismo de estado autoritario, regido despóticamente por una nueva clase burocrática.

La segunda flecha socialdemócrata –democracia económica- apunta a colocar la economía de mercado (que sigue vigente) bajo regulación pública democrática, tendiente a combinar la producción eficaz y la iniciativa privada con una creciente equidad distributiva y el predominio del interés social. Las experiencias de ciertos países europeos, sobre todo los nórdicos, pueden servir de ejemplo.

La tercera flecha –democracia social- implica el esfuerzo incesante por desarrollar la participación efectiva de toda persona y grupo en el disfrute del patrimonio material y espiritual común, y en la gestión de la sociedad a nivel local, regional y nacional. El impulso emancipador inherente a las tres flechas se extiende más allá de los límites nacionales y conlleva la solidaridad efectiva de los socialdemócratas con los esfuerzos de todos los pueblos por avanzar hacia una paz mundial basada en autodeterminación, democracia y relaciones económicas justas.

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