Las miSÍones
Según algunas especies que circulan por allí, Hugo Chávez se empina en las encuestas gracias al efecto balsámico de las “misiones” Róbinson, Ribas, Sucre, Barrio Adentro, Vuelvan Caras y Cristo (a los pobres próceres y al Hijo de Dios los involucraron en una comedia en la que nada tienen que ver). Resulta difícil creer que el caudillo de Sabaneta remonte sus cotas con tales empresas acometidas en el cuarto año de su gobierno. Un reportaje reciente de la periodista Mayela Armas H., de El Universal, que toma como fuente de datos un trabajo realizado en barrios populares por Datanálisis, muestra resultados sorprendentes sobre los alcances y posibles efectos expansivos de esas misiones. En el caso de Barrio Adentro, del total de los entrevistados sólo 15% reconoció haber sido atendido por ese plan. Con la Misión Robinson las cifras son más desoladoras; únicamente 6.4% de los encuestados admitió haber recibido sus beneficios. El resto es como sigue: la Ribas, 7.3% y la Sucre, 4.2%. Es decir, apenas 8% de los entrevistados afirma haber sido beneficiado por unas misiones que constituyen el buque insignia de la campaña electoral de Chávez. El resto del porcentaje de compatriotas que falta para llegar a 100%, o sea, la inmensa mayoría, que también necesita obtener el auxilio del Estado, se encuentra excluido y, podemos suponer, descontento por no estar en el grupo de privilegiados. Por eso no entiendo, o mejor dicho, no comparto la opinión según la cual el “éxito” de las misiones es la plataforma sobre la que se afinca el hipotético triunfo del jefe del MVR en el referendo del 15 de agosto.
Podría decirse que las misiones atacan problemas reales, pero desde una perspectiva incorrecta. Criminal, sentencia Pompeyo Márquez. ¿Por qué? Porque significan la manipulación y el desprecio por los sectores más pobres de la sociedad y el resurgimiento del clientelismo en la forma más agresiva y excluyente conocida en la historia del país. Están dirigidas, especialmente las que atacan la exclusión educativa, a la clientela partidista, con lo cual se prescinde de quienes no comulgan con el credo revolucionario bolivariano (involucran a SÍmon en una canallada de la que se sentiría avergonzado). Representan el paternalismo y el populismo en su máxima expresión. No combaten las raíces de la pobreza, sino que las profundizan y las hacen más firmes. Incluyen a muy pocos y excluyen a la mayoría. Esa manera de hacer política social acabó con el concepto de desarrollo integral y universal, que exige construir instituciones sólidas. Hizo desaparecer la noción de políticas públicas, así como reaparecer la idea de beneficencia. Promueven el vínculo directo entre el caudillo y el individuo beneficiario del auxilio. Representa ésta una visión premoderna del Estado y de las políticas públicas.
La política social, con énfasis particular en las misiones, es excluyente en una doble dirección. En primer lugar, como ya dije, porque segrega a potenciales beneficiarios que no profesan la religión revolucionaria. En segundo lugar, en el diseño de las misiones se marginó a profesionales y técnicos con formación en las áreas de planificación, aplicación y evaluación de programas y políticas sociales. Los méritos profesionales, el ascenso a partir de la ponderación de las credenciales y el concepto de servidor público independiente fueron colocados a un lado. Sólo los chavistas y, desde luego, los “técnicos” cubanos fueron convocados. Todo aquel profesional con mentalidad disidente, o simplemente crítica, fue ignorado. Se llamó a incondicionales comprometidos ciegamente con el régimen.
La improvisación, el inmediatismo y la naturaleza electoral y proselitista de las misiones, las ha hecho inauditables. Nadie sabe a ciencia cierta cuál es el órgano ejecutor, en dónde se invierte el dinero, quién evalúa sus resultados, a pesar de los ingentes recursos financieros destinados a su ejecución. Sólo se sabe que el Gobierno creó el “Programa Social Especial” al que le fueron asignados por vía ordinaria, Presupuesto Nacional, 750 millardos de bolívares, y por la Ley de Endeudamiento, 1.5 billones. Ese fondo se nutre del Impuesto al Débito Bancario (IDB), del Fondo Especial de Desarrollo de Pdvsa y de los recursos que le transfiere el Banco de Desarrollo (Bandes). En otros términos, la montaña de dinero que Chávez gasta en las misiones proviene del erario público, sin embargo, no hay manera del que ni el jefe del Estado ni ninguna de las dependencias del Ejecutivo Nacional, rinda cuentas claras del uso y destino de esos recursos. La opacidad propicia toda clase de negocios turbios en las misiones. Es vox populi las grandes fortunas amasadas en el pasado reciente al cobijo del Plan Bolívar 2000, y en el presente alrededor de Mercal. No puede ser de otro modo cuando predomina la discrecionalidad y la falta de transparencia.
Las misiones atacan problemas muy serios que se fraguan a lo largo de décadas en las que predominan la ineficacia y la corrupción. Sin embargo, la manera como fueron concebidas y ejecutadas, en vez de resolver esas carencias lo que hace, en el mejor de los casos, es aliviarlas de manera tenue, cuando no agravarlas. Un reto crucial a partir del 15 de agosto para las fuerzas democráticas será resolver problemas como la pobreza, el desempleo, la exclusión escolar, la prevención y curación de la salud, la incorporación de los campesinos a la producción, y el abastecimiento alimentario de los grupos más desprotegidos de la población, con proposiciones novedosas que incluyan la participación de los beneficiarios. SÍ podremos hacerlo.