Opinión Nacional

Las lecciones del 23N

De las lecciones hay que aprender y son muchas las que hoy nos muestra el proceso electoral vivido, con verdadera pasión democrática, por los venezolanos el pasado 23 de noviembre de 2008.

Hay que comenzar por no olvidar que fue el impulso que la nación democrática logró en el referendo del 2 de diciembre de 2007 el que le comunicó el ímpetu para el gran logro del domingo pasado. Y esa sociedad democrática es la que no ha cesado de luchar desde que dio cuenta del cariz del gobierno de Hugo Chávez. Y lo continuará haciendo.

Ahora las lecciones del 23N son varias. La primera es que se puede construir, pacientemente, claro está, con serenidad y voluntad de trabajo, un vasto movimiento opositor el cual por vías constitucionales y pacíficas ofrezca la posibilidad de una alternativa democrática ante el autoritarismo de Chávez. Será la construcción del futuro, la posibilidad de ofrecer una alternativa a la hora de que se cumpla el período que la constitución asignó a Chávez, pese a su triquiñuela de cambiar y alargar el período presidencial hecha el año 2000, apoyada por una Corte Suprema atemorizada, y su intento permanente por consagrar su reelección continua, lo cual nos muestra bien quién es el barinés. En verdad su gobierno debía haber terminado el 2005, no debería estar aun en Miraflores, diez años de su verdadera elección, en 1998, a estas alturas del 2008 y menos, si todo hubiera sido legal, hasta el 2013. Pero después de esa fecha no podrá volver a ser presidente, así lo dice la Constitución actual(artículo 230). Pero en estos estamos. El régimen de Chávez llegará a su fin, como sucede con todos los gobiernos democráticos, mediante unas elecciones y la oposición debe ofrecer una alternativa, que sea plenamente legítima, que es lo que desean nuestras grandes mayorías. Hoy lo sabemos: Chávez es derrotable. Ya lo ha sido dos veces en el curso de un año. Pero solo puede ser vencido por avalancha de votos. Tantos que impida las maniobras fraudulentas del CNE. El régimen de los fraudes continuos es una característica de este gobierno, posible por el copamiento de todos los poderes.

Y esto lo vimos: la mayor parte de la población del país, la que vive en las ciudades, que es donde habitan hoy el 95% de los venezolanos, donde está la clase media, votó contra el gobierno, más del 45% del electorado lo hizo así. El ejecutivo ganó en las zonas más despobladas, en las más pobres pero a la vez las más abandonas por el gobierno. Así que al ganar esta administración en esas regiones también sus habitantes, pese a que respetemos su decisión, cometieron un acto de analfabetismo político por que aquellas son las zonas de la nación que nada reciben y en algunas, pongamos Apure por ejemplo, son los lugares en donde están sucediendo los peores hechos violentos que se suceden en el país, sabemos, que por ejemplo, en el Alto Apure gobiernan las guerrillas colombianas y el narcotráfico, léase sobre el punto la hiriente novela de Juan Carlos Zapata: Doña Bárbara con Kalshnikov.(Caracas: Alfa,2008 239 p.). Eso es válido también para el estado Amazonas, quienes hemos ido a Puerto Ayacucho más de una vez nos hemos dado plena cuenta que aquella ciudad es la tierra de nadie, habitada por garipeiros, gente del mundo de la droga y guerrilleros del hermano país. Es una ciudad sin ley como aquellas del lejano oeste que no ha pintado siempre el cine norteamericano. Y si afirmamos esto qué diremos de Tucupita en donde la población indígena no puede estar más abandonada, sobrecoge lo que podemos ver allí en esa urbe situada frente al alucinante Orinoco.

Pero entremos más en nuestro asunto: la primera gran lección es que la unidad política es impostergable. En todos los sitios en que se cumplió ese proceso, cuyo único camino era la concertación de las fuerzas políticas, hubo triunfo. Victoria bien anunciada hacía meses. Sabíamos que el 23N habría un terremoto electoral antichavista en el país. Y lo hubo. Y tan grande que Caracas fue otra vez conquistada y será gobernada, debemos reconocerlo, por el político más constante de nuestro mundo opositor, el que no cesó de actuar ni un día, ni siquiera en la horas más oscuras: ¡Adelante, Antonio!
Pero donde no hubo unidad, donde no hubo acuerdo, en donde existieron a la vez varios candidatos de la oposición hubo derrota. Fue lastimoso que las fuerzas políticas no se dieran cuenta que la única alternativa era la unidad, que sin ella no habría triunfo. Y no lo hubo. Allí están los ejemplos, dolorosos, penosos, de Lara y Bolívar. El resultado en Lara, en número de votos, fue pírrico para la oposición. Y todo porque los candidatos y los partidos no lograron, por más difícil que ello fuera, concertar y combinarse, dejando de lado, ello lo requieren las negociaciones, es su exigencia, deseos válidos. Y así se perdió uno de los sitios álgidos de nuestra geografía política: falto ganar en Lara porque en los demás sitios: Zulia, Carabobo, Táchira, Caracas, Margarita se ganó. ¡Nos faltó Lara¡ Y no lo tuvimos por culpa de los propios políticos, incapaces de concertar.

Y por todo ello es que la unidad es impostergable. Los venezolanos, los políticos y la gente debe recordar, una y otra vez, que fue la unidad lo que nos dio en 1958 el “Pacto de Punto Fijo” y este dio a la nación cuarenta años de estabilidad política. Y fue de trascendencia: fue utilizado otra vez durante la transición en España a la muerte de Franco y en el proceso de restauración de la democracia en Chile. Con el “Pacto de Punto Fijo” Venezuela volvió a enseñar a otros pueblos con su arma favorita: no con las armas sino con sus convicciones, con su persuasión.

Y si lo de Lara o Monagas fue tristísimo. Lo sucedido en Ciudad Bolívar fue más grave: Andrés Velásquez, un político con experiencia allá pero quien es mucho lo que se ha pulido en esta última década de acción, debió ser el nuevo gobernador. Nos duele que no haya sido así. Pero nos alegra también, y ello no deja de ser insólito pero deseamos que sea en adelante una forma de acción política. Nos consuela el perdón público pedido el lunes por Julio Borges, bastante responsable de lo sucedido. Pero es un ejemplo válido y debemos tomarlo como tal. Deseamos que se multiplique, que los nuevos políticos se den cuenta de que no siempre tienen la razón.

El otro gran ejemplo lo dio la candidata Samtantha Quintero en Chacao, quien quiso favorecer las unidad en ese municipio a través del llamado “Pacto de Obelisco” el cual no fue tomado en cuenta por los candidatos, menos por uno: Emilio Grateron, el nuevo Alcalde. Y Samantha Quintero, escuchando a los vecinos, como lo hizo cada día, pese a ser su candidatura las que más creció, decidió renunciar a la candidatura para facilitar con su ejemplo el proceso de unidad. Nada logró, ni con el “Pacto de Obelisco”, fraguado junto a sus asesores, ni con su renuncia. Pero dio un ejemplo grande en un país que mucho los necesita, y desde hace mucho tiempo. Mostró Samantha Quintero, a sus treinta y uno años, que ella encabezaba una generación dispuesta a vivir por la patria, como lo pidió en un pasaje de su meditación sobre Venezuela nuestro gran pensador Augusto Mijares.

Todo lo dicho nos indica que la unidad: ayer y mañana es impostergable. Es el camino para el alumbramiento de un nuevo camino para el país.

Pero claro fue evidente que la mano negra del CNE, la de Tibisay Lucena, a quien no sabemos como calificar, estuvo presente. Es obvio que la oposición no solo ganó en los cinco estados conocidos sino en varios lugares más: en Caracas le fue robado el triunfo al joven candidato. El CNE lo intercambió: concedió a la oposición la victoria de Antonio Ledezma y se guardó la Alcaldía de Caracas para uno de sus hombres, el de más escasa ética, su ¿elección? no es una buena noticia para los caraqueños. En Barinas sabemos que perdió Chávez, lo conocíamos desde la tarde del domingo. Pero los resultados fueron alterados, aunque los verdaderos existen. La pervivencia de la hegemonía de los Chávez allí tampoco es una buena nueva, se revive el nepotismo de los hermanos Monagas en el siglo XIX que tanto mal hizo a Venezuela. El nepotismo chavista es ya un vicio inveterado de esta administración. Debe ser detenido y siempre criticado.

Pero también las elecciones del 23N nos muestran que el país está plenamente dividido, a todo lo largo de su geografía. Los resultados, si se analizan con atención, una tras otro, así nos lo muestran. Y lo más grave, ya señalado por nosotros, es que donde ganó el chavismo, además de ser las regiones menos pobladas de la nación, son las más pobres, las más abandonas por el gobierno, en la cuales los homicidios semanales se multiplican, cosa que es una característica del régimen de Chávez: porque tantas muertes, casi cien por semana. ¿Cuándo se va a detener este holocausto?.

Pero hay otra reflexión: ¿cómo pretende el presidente Chávez imponer al 45% de la población votante las ideas, falaces para nosotros, de su proyecto autoritario? No referimos a lo que el denomina el Socialismo del siglo XXI, que por cierto no existe en ningún lugar de la teoría política ni en la historia de las ideas. O aquella otra según la cual Venezuela es un país socialista. De hecho no lo es ni así lo consagra la Constitución de 1999(ver los artículos 1 a 9, el 4).

Pero esas zonas en donde el chavismo gana son las más olvidadas, en donde hay mayores problemas, mayor pobreza, mayor abandono, escasa o nula gobernabilidad. Como se explica el triunfo en sitios que están como está el estado Vargas y sin embargo, pese a tener un candidato opositor bien formado, Roberto Smith, vuelve a ganar no sólo el gobierno sino uno de los paniaguados de Chávez.

Pero la lección final, y con ello cerramos, es que si bien hubo un triunfo que hay que celebrar esta navidad en familia y ante las multisápidas hay que en ese mismo lugar jurar la consagración a un hondo trabajo opositor, a no olvidar que las luchas sociales y políticas no son rápidas sino lentas, progresivas, ello nos lo enseña la historia. Pero a la larga se obtienen los logros por los cuales se pelea.

Y que un movimiento opositor, verdadero y bien vertebrado, no es aquel de un grupo de personas que pegan gritos en las esquinas sino el propio de una organización coherentemente alineada.

Y no lo dudemos, tengamos fe, acompañada de constancia, vendrán para Venezuela mejores horas, se restablecerá otra vez la democracia, que es el sistema de vida de los aquí nacidos. No hay que olvidar que en América Latina hubo democracia porque así se decidió en Caracas el 19 de abril de 1810, que está fue convalidada, también en Caracas, el 18 de agosto de 1863, en el “Decreto de garantías” del presidente Juan Crisóstomo Falcón y ratificada a la muerte de Gómez, siempre en Caracas, el 14 de febrero de 1936, “Día de la democracia”. Eso deseamos, eso fuimos, eso somos, eso seguiremos siendo.

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