Opinión Nacional

Las incógnitas

Las incógnitas que tenemos los venezolanos con relación a muchos aspectos de nuestra vida nacional son numerosas. En Venezuela pocos saben a ciencia cierta qué pasará con la reforma constitucional, y en base a eso, qué nos deparará el futuro inmediato.

La incertidumbre es el tema de conversación inevitable que se apodera de cualquier charla en los más variados ambientes. Por las razones aparentemente más sencillas, podríamos decir que hasta domésticas, nos hace titubear y sentirnos inseguros sobre cualquier decisión que tengamos que tomar.

Si uno va a adquirir una vivienda, no estamos seguros de que la inversión en el país, dado el momento presente, sea lo más adecuado. Ni qué decir si la compra es para tener un lugarcito donde llegar en la playa a pasar el fin de semana o las temporadas vacacionales de los muchachos. Puede que uno se decida a arriesgarse y lo compre, hasta que ¡zas! vemos al vecino con el camión de mudanzas enfrente diciéndonos que vendió el apartamento y que se va a uno alquilado porque no sabe cuándo vendrán a quitarle su propiedad.

Hay a quienes esto parece exagerado y optan por comprarse un televisor plasma de última tecnología, eso sí, pero ni remotamente se les ocurre adquirir el terreno de Higuerote que se vende a precio de gallina flaca, porque si no hay suficiente con las utilidades de este año para empezar a construir la casita, los invasores podrían tomar la delantera.

Otras incógnitas corren en las cabezas de los estudiantes. Los futuros abogados no saben cómo podrían ejercer porque en este país el estado de derecho se encuentra vulnerado. Los jóvenes que pretenden ser comunicadores ya tienen un canal menos donde practicar su profesión y son objeto de una ley resorte que les lleva a atemorizarse antes de empezar a hacer su trabajo. Los médicos querrán marcharse por aquello de que la medicina será socializada, y los docentes, de no aceptar los nuevos programas con cuyos contenidos sostienen serias y profundas diferencias de conciencia, imaginamos que se dedicarán a atender en clases particulares a los muchachos para cubrir los objetivos que el ministerio correspondiente omite.

Pero estos son apenas ligeros ejemplos de lo que vive la sociedad hoy en día. La cosa no acaba allí. Los misterios y los enigmas se han hecho dueños de las instituciones públicas venezolanas desde hace muchísimos años, es cierto, pero si algo ha sumado el actual mandato, además de muertos en todas partes del territorio nacional, han sido casos sin resolver e ineptitud e indiferencia cada vez que un ciudadano común acude a alguna institución pública.

El venezolano siente que no puede confiar en las fuerzas de prevención o seguridad del Estado. Uno no sabe si el policía es de verdad policía o a lo mejor maleante en vista de que las policías de diferentes sitios del país aparecen como cómplices en actos delictivos. Si por desgracia debe acudir a un hospital, no sabe si entra a sanarse o a morir en el intento. La defensoría del pueblo, no se conoce con certeza si defiende o no, y a quienes. La contraloría no parece estar presente en las denuncias de corrupción en la estatal petrolera. Las cárceles se llenan de presos sin juicio. Y así, continúa la interminable lista de las incógnitas.

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