Opinión Nacional

Las “gongos” de Moisés Naím

Las organizaciones no gubernamentales (ONG) son asociaciones de la sociedad civil, sin fines de lucro, que se desempeñan en numerosos sectores tales como la protección ambiental y de los animales, el trabajo social, la educación o los derechos humanos. El término se estableció en 1945 en el Artículo 71, Capítulo 10 de la (%=Link(«http://www.unhchr.ch/spanish/html/menu3/b/ch-cont_sp.htm»,»Carta de las Naciones Unidas»)%), para agrupaciones de carácter consultivo, no pertenecientes a estados ni a estados miembros. Aún cuando a lo largo de los siglos han existido agrupaciones voluntarias de ciudadanos, es particularmente en el ámbito internacional y desde el siglo XIX cuando se desarrollaron las ONG como tales, como las sociedades nacionales de la Cruz Roja.

El creciente número e importancia de las ONG en la actualidad es manifestación de la globalización, como consecuencia de que muchos problemas no pueden ser resueltos dentro de una única nación o región en particular. Resalta el caso del papel vital de las ONG relacionadas con el desarrollo sustentable, la biodiversidad o la ruptura de la capa de ozono, lo cual fue reconocido en el Capítulo 27 de la (%=Link(«http://www.un.org/esa/sustdev/documents/agenda21/spanish/agenda21sptoc.htm»,»Agenda 21″)%) de la Conferencia de Río, en 1992, que condujo a acuerdos para establecer relaciones formales de consultoría entre ellas y las Naciones Unidas. Además del desarrollo sustentable, otras ONG han hecho también énfasis en tópicos como la ayuda para el desarrollo o los asuntos humanitarios, como es el caso del (%=Link(«http://es.wikipedia.org/wiki/Foro_Social_Mundial»,»Foro Social Mundial»)%) –donde ha llegado a participar más de un millar de ONG de muchas naciones– una contrapartida al (%=Link(«http://www.weforum.org/en/about/index.htm»,»Foro Económico Mundial»)%), percibido al igual que la (%=Link(«http://www.wto.org/indexsp.htm»,»Organización Mundial del Comercio»)%) como demasiado centrados en los intereses de las empresas capitalistas. Comprensiblemente, se trata de abrir espacios para un orden mundial más justo.

En el nivel regional, algunas instituciones estatales de prestación de servicios parecen haber llegado a su límite operacional dentro de una nación, por lo cual se han visto forzadas a ceder espacios a su sociedad civil. Por ello, algunos politólogos hablan de una nueva forma de la democracia. Sin embargo, también a muchas organizaciones no estatales les falta legitimación democrática. La politología sabe, que en el marco del crimen organizado las organizaciones criminales no estatales tienden a propagarse, especialmente cuando algunos movimientos de resistencia encuentran dificultades financieras a largo plazo, y para satisfacerlas se colocan al margen de la ley.

Algunos tipos de ONG
Como es de esperarse, las ONG son agrupaciones muy heterogéneas, para cuya expresión unificada se han ideado varios acrónimos que tienen como núcleo a la representación inglesa del término (NGO), sin considerar si son operativas o consultivas. Algunas de ellas son las siguientes:
INGO: ONG internacional, como es el caso de Amnistía Internacional y de Médicos Sin Fronteras.

ENGO: ONG dedicada a la protección del ambiente (environment), como Greenpeace y Amigos de la Tierra.

MANGO: ONG para mejorar la gerencia (management) y manejo financiero de otras ONG.

QUANGO: ONG cuasi autónoma, que recibe gran parte de sus recursos de fondos públicos, como es el caso de la Organización Internacional para la Normalización (ISO) que produce los estándares mundiales de la industria y el comercio.

BINGO: ONG internacional privada orientada hacia los negocios.

GONGO: ONG creada y operada por un gobierno.

Las gongos en el ensayo de Naím
Como ejemplo típico de oxímoron, las gongos son, contrariamente a lo mencionado anteriormente, organizaciones no gubernamentales agrupadas, controladas y financiadas sigilosamente por gobiernos, en una creciente y rápida tendencia mundial. Alcanzaron notoriedad en los años de la guerra fría porque la existencia y el financiamiento de muchas de las ONG de ese momento dependían de los gobiernos comunistas del bloque soviético, de otros gobiernos autoritarios del tercer mundo o de gobiernos genuinamente democráticos.

Sobre ellas escribió Moisés Naím un breve y denso ensayo en la edición del 21-04-2007 del diario estadounidense (%=Link(«http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2007/04/20/AR2007042001594.html»,»The Washington Post»)%) con el título de: Los peligrosos impostores de la democracia. y luego en la edición mayo/junio de 2007 de la revista Foreign Policy –de la cual es su editor jefe – con el título (%=Link(«http://www.foreignpolicy.com/story/cms.php?story_id=3818″,»diferente»)%): ¿Qué es una gongo?.
Según Naím, ciertas gongos son benévolas y hasta irrelevantes, pero muchas –y menciona una media docena- son peligrosas. Así escribe: “Algunas actúan como el brazo abusador de gobiernos represivos. Otras emplean las prácticas democráticas para socavar astutamente a la democracia local. Externamente, las gongos de regímenes represivos cabildean en las Naciones Unidas y otras instituciones internacionales, poniendo a menudo como representantes de grupos civiles de nobles propósitos a personas que en la realidad no son más que agentes de los gobiernos que las financian. Otros introducen sus gongos profundamente en otros países y las emplean para fomentar sus intereses.” No creemos en gongos irrelevantes, puesto que siempre deberán tener un objetivo, lo que habla en favor de su importancia relativa.

¿Qué hacen las gongos?
Es cierto que muchas de estas gongos, particularmente en los asuntos de los derechos humanos, son creadas por gobiernos para atacar indirectamente a otras reputadas ONG a través de la desinformación o cuando son incapaces de contrarrestar los informes factuales de ONG serias. Sin embargo, existen numerosas organizaciones establecidas como gongos que han demostrado una elevada independencia a pesar del riesgo que ello conlleva para sus líderes. Entonces, sean éstas bienvenidas.

Las gongos en China son probablemente las más profusamente promocionadas en Internet, particularmente en los segmentos de ambiente y recursos naturales, que funcionan como centros de investigación para agencias gubernamentales. Son un importante enlace educativo con la población general, al explicar la naturaleza del problema, sus causas, efectos y soluciones. No sucede lo mismo en la materia de los derechos humanos, donde la fragilidad y dependencia de esas organizaciones es manifiesta. Sin la intención de atenuar las responsabilidades gubernamentales autoritarias en este sentido, se debe incorporar también al análisis la complejidad de la cultura y la sociedad china, sin medirlas con criterios occidentales. El caso chino ejemplifica la dicotomía de las gongos: algunas pueden ser catalizadoras de las actividades civiles, pero también pueden ser sus inhibidoras y saboteadoras. En ocasiones, cuando el contacto directo entre gobiernos es difícil, las gongos permiten un fructífero acercamiento, como es el caso de gongos de los gobiernos de China y Taiwán, creadas para facilitar las negociaciones entre ellos.

En el caso de las gongos peligrosas, Naím cita como ejemplo a (%=Link(«http://mdn.mainichi-msn.co.jp/features/archive/news/2006/10/20061025p2g00m0fe007000c.html»,»Chongryon»)%), que cobija a numerosas organizaciones de la “sociedad civil” representantes del régimen de Corea del Norte en Japón. Sus principales objetivos son evidentemente económicos: contrabando de tecnología armamentista, tráfico de productos farmacéuticos y el entubamiento y hasta blanqueo de cientos de millones de dólares, sin descartar masivas operaciones de propaganda para su gobierno.

Naím continúa: “Pero las gongos más peligrosas surgen en casa, no fuera. Se han transformado en la herramienta de elección de gobiernos antidemocráticos para el manejo de sus políticas domésticas apareciendo como democráticos. En muchos países de la antigua Unión Soviética ONG gubernamentales están excluyendo y confundiendo las voces de sus legítimas sociedades civiles. Por ejemplo, en Kirguistán la Asociación de Organizaciones no Comerciales y no Gubernamentales es (era) partidaria entusiasta del presidente Askar Akayev. En una campaña nacional en 2003 solicitó a Akayev, en el poder desde 1991, lanzarse a la reelección.” Hay que recordar, sin embargo, que Akayev huyó del país en 2005 como consecuencia de la Revolución de los Tulipanes y recibió asilo político en Rusia.

¿La política en las gongos?
Otras gongos tienen objetivos evidentemente políticos. En Venezuela, recuerda Naím, los Círculos Bolivarianos, establecidos como agrupaciones de ciudadanos y financiados por el Gobierno para su propio soporte y en contra de grupos opositores de la sociedad civil, han sido exportados hacia otros países latinoamericanos, los Estados Unidos y Canadá. Cierto es, que actualmente se encuentran en franca tendencia a desaparecer en el país.

Durante décadas, escribe Naím, grupos de la “sociedad civil” de varios países han defendido estridentemente en conferencias de la ONU los expedientes sobre los derechos humanos en Cuba, teniendo éxito en suavizar las resoluciones referentes a sus bien documentadas violaciones. Lo que no encaja, pero queda la duda, es la versión de los supuestos financistas: Irán, Arabia Saudita y otros gobiernos ricos del Medio Oriente, “ …conocidos también por ser generosos –y a menudo los únicos—benefactores de ONG que promueven su agenda religiosa por el mundo.”
En la Unión de Myanmar (antigua Birmania) la gongo llamada Federación de Asuntos para la Mujer es una implacable crítica de la señora Aung San Suu Kyi, emblemática representante de la oposición a la dictadura militar que gobierna a ese país, ganadora del premio Nobel de la paz en 1991 y del premio internacional Simón Bolívar, de la UNESCO. La señora Kyi lleva 18 años de arresto domiciliario. La Federación es conducida por las esposas de los generales que conforman la junta militar gobernante.

En Túnez, muchas de las numerosas gongos existentes nunca han dejado de entorpecer el trabajo de agrupaciones de la sociedad civil, particularmente en el sector de los derechos humanos. La estrategia consiste en crear miles de ONG ilegítimas, magníficamente financiadas y activadas sólo para algún evento particular, después del cual quedan en hibernación. Amnistía Internacional denunció en 2005, que de las 9.400 gongos existentes allí, sólo siete eran independientes.

La NED y Venezuela
Los gobiernos democráticos también tienen sus propias gongos. Naím menciona al Fondo Nacional para la Democracia (National Endowment for Democracy – (%=Link(«http://www.ned.org/»,»NED»)%), una ONG privada sin fines de lucro creada en los Estados Unidos en 1983 y financiada por su Gobierno, para fortalecer a las instituciones democráticas fuera de esa nación a través de esfuerzos no gubernamentales. Esta gongo ha estado presente en el debate político internacional desde su fundación, entre promotores o detractores, entre el fomento a las democracias en el mundo o la interferencia en los asuntos de otras naciones. En algunas naciones, como Rusia, la República Popular China y México, es delito recibir financiamiento de la NED. Es interesante presentar la versión dada por Naím en su ensayo, a pesar de las posibles fallas de traducción por el autor de este artículo: “Con la intención de dejarlo claramente establecido, es importante señalar que pertenezco a la junta directiva del NED. Por lo tanto, rechazo que sus actividades sean criminales, inmorales o una herramienta de la Casa Blanca. Sus programas, decisiones, fuentes de ingresos y gastos son transparentes, y sus directivos, que no cobran, son independientes.” Sin embargo, una revisión de las actividades y actuaciones de la NED parece indicar una fuerte conexión con la Casa Blanca. Pero, “¿por qué debieran creerme?”, pregunta Naím. Uno respondería, ¿por qué debería creerle? Además, ¿por qué aparece allí esa confesión personal, aparentemente sin conexión con el resto del texto?
Recuérdese, que la ONG venezolana (%=Link(«http://www.sumate.org/»,»Súmate»)%), asociación civil establecida para la defensa y la promoción del ejercicio de los derechos constitucionales, civiles y políticos de los venezolanos, fue acusada por el Gobierno Venezolano de conspiración y traición a la patria por haber recibido una beca de US $ 53.400 para el desarrollo de un Programa de Educación Electoral, en septiembre de 2003. El juicio no ha procedido aún. Otras organizaciones políticas del país también han recibido financiamiento de la NED, pero no han sido acusadas por el Gobierno Venezolano, lo que es señal de un doble discurso o de un interés político particular en el caso.

Los Consejos Comunales, organizaciones populares de base creados por ley de abril de 2006 y ahora en franca expansión, pretenden establecer no solamente prioridades de sus necesidades sino abordarlas y resolverlas (ejercer directamente la gestión de las políticas públicas). Posiblemente generen problemas de competencia con el Poder Municipal y el Poder Estatal, con el consecuente deterioro de la calidad de vida de la población. El financiamiento gubernamental, asegurado a través de un Fondo Nacional, cuya dependencia del Poder Ejecutivo es directa, los convierte así en organizaciones con un incuestionable color de gongos, que podrían convertirse, a través de incontrolables asambleas de ciudadanos, no siempre inclusivas, en simples vigilantes de las políticas del Gobierno Nacional y denunciantes de vecinos y líderes opositores de base, asemejándose así a los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) cubana, cuyo Gobierno es poderosamente influyente en el Gobierno Venezolano.

¿Qué hacer?
Naím señala que las gongos están floreciendo en todas partes y menciona particularmente China, Cuba, Francia, Túnez y aún en los Estados Unidos. ¡Deliciosa mezcla de democracias y dictaduras, que evidenciaría una floreciente “industria” de las gongos, adaptada a todos los gustos! Y, ¿solamente allí? ¿Y qué sucede en otras democracias?
Naím expone la conveniencia de contar con fuentes de información que contribuyan a decidir sobre la calidad y bondad de la NED y de otras gongos. Plantea la necesidad de construir un sistema de evaluación de dichas organizaciones, que haga para la sociedad civil lo que practican las agencias de valoración crediticia en el sistema financiero: facilitar las transacciones de préstamo-pago cotidianas suministrando información sobre las condiciones y estados financieros de empresas, agencias gubernamentales e individuos. Ciertamente, esta proposición podría ser atractiva como un mecanismo ideal; pero no es la única solución. Las gongos “malas” o antidemocráticas continuarán siendo financiadas por sus gobiernos, mientras cumplan con las agendas gubernamentales que les sean impuestas o corren el riesgo de desaparecer.

En este aspecto, Naím finaliza su breve ensayo con un párrafo casi lapidario, que logra llamar a la reflexión: “La globalización y la efectividad de las ONG sufrirá si no se encuentran formas confiables de distinguir entre organizaciones que representan a la sociedad civil democrática y aquéllas que son instrumentos de gobiernos inciviles y no democráticos…”
Otras estrategias gubernamentales de control

La creación de gongos es una entre las varias estrategias empleadas por los gobiernos para controlar a las ONG. Otras formas son las siguientes: 1. a través de leyes de asociación que incluyen requerimientos de registro y certificación muy difíciles de cumplir; 2. por medio del monitoreo y la restricción del financiamiento, particularmente si el mismo proviene del exterior; 3. restringiendo su capacidad de publicar y difundir su información, incluyendo el acceso a la Internet, como es el caso del Gobierno Chino, en cuya ejecución participan las empresas transnacionales del sector; 4. poniendo en juego su credibilidad a través de la difamación y 5. invocando los estados de emergencia o promulgando leyes de seguridad nacional, lo que podría conducir hasta a su total eliminación.

Conclusión
Obviamente, existen muchas deficiencias en el conocimiento, establecimiento, funciones, control y seguimiento de las gongos, lo que abre un amplio campo de trabajo y debate novedoso, poco explorado, para profesionales de muchos segmentos académicos o no. La importancia del ensayo de Naím reside en haber puesto en discusión un tópico reciente y casi olvidado de la organización de la sociedad civil.

La realidad del exclusivo financiamiento gubernamental a este tipo de organizaciones le permite a cualquier gobierno la capacidad de manipular e intervenir sus actividades, en su beneficio. Emergen las preocupaciones y el convencimiento sobre la necesidad de la responsabilidad, la transparencia, la apertura y la imparcialidad en la administración pública y en la acción de los gobiernos. Se magnifican los conflictos de intereses y la corrupción gubernamentales, para favorecer política y monetariamente a funcionarios escogidos. Crece la desconfianza en los servicios públicos y en sus servidores y la creencia -y muchas veces la certeza- concomitante de que el Estado se emplea para fines personales. No son de extrañar, entonces, los intentos de los gobiernos para controlar descaradamente a aquellas agrupaciones que han sido creadas para facilitarle la labor. En definitiva, es en esencia un asunto de (bio)ética gubernamental, materia acerca de la cual mucho se habla, pero que es deficitaria en su concepción, conocimiento y aplicación pública. Por allí se cuelan los peligrosos impostores de la democracia.

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