Opinión Nacional

Las elecciones no van

Nuestro presidente se pregunta que hacer para estirar la cuerda por estos nueve meses, o cómo hacer que nueve meses se vuelvan tan sólo cuatro o se conviertan en dieciocho. Arrímese aquí y lea con detenimiento. El país se nos cae a pedazos y esta tendencia destructiva no va a cambiar –al contrario- se acelera cada día más en la dirección de empeorarse. Un gobierno que cada día trabaja menos; menos horas con menor eficiencia, en materias no productivas, no logrará cambiar el rumbo y la tendencia de la debacle que se nos está viniendo encima.  Una maquinaria gubernamental dedicada a prepararse para unas elecciones en septiembre y enfrentando crisis en muchas áreas de su accionar, no producirá mejoras de nada. Navegan sin rumbo claro arrinconados en la montaña de problemas que han generado.

Está ocurriendo lo que todo ser en este país pronosticó: “Chávez se acabará cuando el precio del petróleo baje y se le acabe el dinero”. Se esta “auto cumpliendo” la profecía de todos los filósofos de bolsillo, que vaticinamos este evento. Ahora, que llegó, no la vemos claramente. Se nos ocultan los árboles, cuando estamos en medio del bosque.

Con un país en malas condiciones, será cuesta arriba presentarse  a las elecciones de septiembre con cara de triunfadores. La magnitud y cantidad de los problemas es tal, que ni siquiera con un equipo de gerentes de grandes ligas, mucho dinero y voluntad, podrá corregirlos para llegar hasta ese mes con un piso mínimo de soporte. No queda otra que correr cuanta arruga aparezca, maquillar, tapar, cambiar, engañar y esconder debajo de la alfombra, para tratar de evitar que los desastres que producen los conduzcan a una derrota sin precedentes. Sobre esas bases de pensamiento, Chávez recogió la medida del racionamiento. No le importa el país, le importan las elecciones y la silla en Miraflores.

Guayana no podrá sostenerse hasta las elecciones en las condiciones en que está. La industria petrolera, maquillada por sus operadores, nos develará de un momento a otro su verdadera condición operacional. El agua se está convirtiendo en un problema más. La salud, el destruido agro y la falta de cosas básicas, como cabillas de construcción, continuarán produciendo daño a nuestra calidad de vida, nuestro progreso y nuestra sostenibilidad. En lugar de conciliar con los privados, los atacan cada día más, ahora con pueblo que con un cursito de unas horas, va a la calle a cerrar negocios que deberían estar ayudando al país a enfrentar la crisis. No tienen dinero para maniobrar, nos enseñaron el bolsillo desnudo cuando devaluaron la moneda y se cogieron un tolete de las reservas en dólares. No tienen dólares, pero tampoco bolívares.

Este gobierno no se medirá en las elecciones de septiembre. Buscará cualquier excusa para que un arrodillado parlamento y el subordinado ente electoral, decidan un cambio de fecha para la oportunidad que el supremo perciba como más conveniente. Perdedor en el papel no se cuenta en la calle. Escuchará el bramar del mismo pueblo que le peló los dientes en los improvisados apagones que casi lo bajan de la silla. Nos vemos el veintitrés, en la calle, para llenarle los ojos de pueblo con esas escenas que lo hacen cometer más errores. Vamos en bajada.                                                                     

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