Las contradicciones del venezolano
El concepto de plusvalía ideológica lo estudié en uno de los libros de Hugo Calello, durante el pregrado en la UCV en los años 70. Y aunque siempre le adjudiqué a este autor su elaboración teórica, alguien me señalaba recientemente que fue Ludovico Silva quien lo concibió. En todo caso, indistintamente de su creador, el termino adquiere vigencia de nuevo en esta época de profundas contradicciones políticas y de claras confusiones de las metas a alcanzar. La plusvalía ideológica es la acumulación de conciencias y lealtades hacia un sistema de gobierno. Lealtades que se ganan sobre la base del intercambio: dar apoyo y recibir dádivas en especies materiales. Encontré en este término la explicación al clientelismo político que ha desarrollado magistralmente el gobierno y la cúpula que dirige al MVR. Prácticas que caracterizaron al puntofijismo.
Esta relación de intercambio, entre gobierno y pueblo menesteroso, es la aproximación racional que me ha permitido entender la antítesis conceptual de la población venezolana. El 3 de diciembre pasado hubo un rechazo mayoritario al referéndum sindical propuesto y estimulado por el gobierno. Específicamente el propio Presidente le pidió a la población su respaldo para ¨dispararle un misil a las organizaciones laborales establecidas¨. Sin embargo, este apoyo no fue consumado.
Mes y medio después, salía a luz pública una encuesta que arrojaba un 20% de pérdida de popularidad del Presidente. Resultados congruentes con la débil asistencia a los actos oficiales del 2 de febrero: la catedral, la plaza bicentenaria y el desfile en la avenida Baralt. Además, terminaba de cobrar fuerza esta hipótesis con la desnutrida asistencia a las conmemoraciones de Cúa y del Estado Sucre.
No obstante, cambia la situación radicalmente el 4 de febrero, con el apoyo multitudinario que recibió el Presidente durante la caravana bolivariana. Desde su inicio en el Campo de Carabobo, hasta su culminación en la Plaza Caracas, con un lleno espectacular. Sorpresa que alteró las tendencias que marcaban el incipiente agotamiento del liderazgo carismático. El domingo 4, recobraba su fortaleza. Los discursos se empaparon de las palabras mágicas incentivadoras de nuevas esperanzas. El mensaje estaba vivo todavía.
Pero, no se sale de una sorpresa cuando llega otra. El lunes 5, al día siguiente de ese acto de respaldo masivo, ocurren 3 manifestaciones de protestas en Caracas. Dos de carácter reivindicativo: los trabajadores del metro y los motorizados; y la otra, de la sociedad civil: la comunidad educativa demandando la derogación del decreto 1011.
Cómo entender estas contradicciones. Cómo explicar los rasgos predominantes de estas conductas antagónicas de la población. Respaldo un día y rechazo al otro. Dudo que exista una sola respuesta. Los marcos de referencia son variados. Cada quien se ubica en el contexto que le complazca sus expectativas. Por eso nadie, ni siquiera el mismo gobierno puede hacer proyecciones que vislumbren una vía única para canalizar las demandas reales de las distintas fuerzas del escenario social.
Por mi parte, la explicación del domingo 4 la centro en la plusvalía ideológica. La acción clientelar permitió la movilización de la masa concentrada en Caracas y en el desfile automovilístico de la autopista regional. Solo el gobierno puede disponer de cifras multimillonarias para satisfacer la contraparte que exige la suma de lealtades.