Opinión Nacional

Las caretas del cogollo

Los responsables de la crítica situación del sector laboral, la cual abarca a los trabajadores de la industria petrolera, textil, del magisterio y de la construcción, entre otros, es el Presidente de la República y el gran negociador operativo, ejecutor de las estrategias concebidas por el gobierno, Luis Miquilena. No se puede seguir culpando de todo lo que ocurre a los 40 años anteriores. Ni tampoco se le debe transferir la responsabilidad de los conflictos a los reductos del puntofijismo. La coyuntura actual es consecuencia de un problema estructural que no se ha resuelto y que por la postura de ¨dejar hacer, dejar pasar¨ se termina por ser parte del sistema que se ha heredado. En todo caso, el respiro que a los sindicalistas adecos se les ha dado radica en la concepción ideológica de los máximos dirigentes del proceso de cambio. Si revisamos la prensa nacional de reciente data y nos ubicamos en septiembre pasado, podemos leer las demandas que los trabajadores venían planteando ante la ANC. Recordemos la marcha de los trabajadores que paralizó al centro de Caracas el 21 de septiembre. Concentración muy nutrida y de fuerte representación de este sector que se dirigió a la sede de la ANC, para plantear un conjunto de peticiones en el denominado proyecto de decreto de emergencia sindical. Lo que se buscaba era la reorganización del movimiento obrero. Se clamaba por la unificación de los trabajadores en una sola central y se solicitaba convocar a elecciones de la CTV.

Ante la significancia de la marcha, el Presidente de la ANC se vio obligado a recibir a sus dirigentes y, en las afueras del Palacio Legislativo, encaramado en una de las barandas se lanzo aquel encendido discurso revolucionario que arrojó aplausos y vivas por parte de los trabajadores. Recuerdo de ese momento queda la fotografía de primera página de (%=Link(«http://www.el-nacional.com»,»El Nacional«)%) donde aparece Miquilena haciendo con el brazo derecho, aquel gesto de lucha que daba pie para interpretarlo como un grito de guerra de ¨adelante compañeros¨. Y que pasó después, nada. Se negoció con las cúpulas del puntofijismo y todo lo que se había aceptado, expresado ardientemente en el fogoso discurso de la baranda, quedó en demagogia y engaño. Miquilena acordó con la cúpula del movimiento sindical de (%=Link(«/bitblioteca/ad/»,»AD»)%). Con Federico Ramírez León y César Gil se convino en dejar al libre albedrío de la CTV sus elecciones y el resto de las demandas de la unificación del movimiento sindical. De haberse cumplido lo que pedían los trabajadores en ese momento, no se hubiera incubado el conflicto laboral que estamos viviendo ahora. Se hubiera aniquilado al reducto del puntofijismo. Si el Presidente de la ANC fuera un hombre comprometido con los cambios reales que debían hacérsele al sistema político, no hubiese faltado a su palabra. De ideología reformista y formado en la cultura del clientelismo, Luis Miquilena tiene un método de gestión, el cual radica en los negocios por debajo de la mesa. Los acuerdos los hace en ambientes escondidos a espaldas del conjunto de personas involucradas en las demandas. Conviene acuerdos con las cúpulas sin consultar a la masa de los más afectados. Sin embargo, sus decisiones no las toma solo. Él las consulta con el Presidente. Entre ellos dos se ha generado una especie de simbiosis integral donde asesoramiento, criterios e incertidumbres se mezclan para arrojar decisiones comprometidas, con respaldo del inmenso poder que sostiene al Presidente.

Hay antecedentes que ahora, a raíz de la quitada de las caretas, se unen para lograr atar esos cabos sueltos y así terminar de conceptualizar a los personajes que son los sujetos del poder en Venezuela. En una ocasión, a principios del año 98, aún en pleno proceso de la fase romántica del MVR, en una sesión del CTN, en presencia de (%=Link(«/bitblioteca/hchavez/»,»Hugo Chávez»)%), Luis Miquilena dijo que el problema en Venezuela no era estructural. El problema no era el sistema político, sino de los hombres que lo manejaban y de los programas a desarrollar. A mi me sorprendió esa afirmación, pues hasta el mismo candidato, venía difundiendo en su oferta electoral al país que había que cambiar el sistema político. Asi lo planteé en la reunión induciendo a que el director del movimiento asumiera una posición ante lo que afirmaba Miquilena. Mayor sorpresa la mía, ya que Hugo Chávez dejó el planteamiento en el aire. Ni se pronunció, ni estimuló una discusión sobre esto. Haciéndose el loco, evadió confrontar un aspecto fundamental para un proyecto político que se le estaba presentando a la sociedad nacional. Proyecto que consideraba de una manera inequívoca su carácter transformador del sistema político. El cambio era estructural. No obstante, las nuevas ideas que introducía Miquilena incidía notablemente en la alteración de su concepción inicial. Por eso es que ahora estamos recogiendo los conflictos que se derivan de las posiciones ideológicas que terminaron por desviar el proyecto revolucionario. Allí es donde radica las causas de todas las coyunturas que surgen en el escenario político. El puntofijismo se vuelve a armar por culpa del supercogollo de la gestión oficial. [email protected]

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