La voluntad política que reclama César Gaviria
Nadie pone en duda que, en efecto, se requiere voluntad política para superar la crisis política que afecta al país. Así lo ha expresado con la mayor claridad el secretario general de la (%=Link(«http://www.oas.org/»,»O.E.A.»)%) en su acostumbrado resumen ante los medios de comunicación después de haber concluido la sesión de la Mesa de Negociación y Acuerdos celebrada el pasado Viernes 27 de diciembre, horas antes de que el facilitador emprendiera viaje a Washington para reunirse con su familia con motivo de la festividad de Año Nuevo y anunciara su regreso para el Jueves 2 de enero.
Pero esa voluntad política que reclama César Gaviria, indispensable para alcanzar una salida inobjetable a la situación actual, no depende única y exclusivamente de los integrantes de la instancia que, con la habilidad y tino que le son característicos, dirige el alto funcionario hemisférico. Habría que mencionar al respecto un factor que no puede ignorarse y que, quiérase o no, es necesario tomar en cuenta si es que, de verdad, se desea alcanzar una solución justa y duradera para el tremendo problema que aflige a la totalidad de la población venezolana y que se refleja en variados aspectos como lo son, entre otros, los de carácter esencialmente políticos, por una parte y, por otra, los de índole socio económicos. Y ese factor no es otro sino el jefe del Estado.
Se ha insistido tanto sobre el particular a través de los más diversos análisis, comentarios y opiniones, que pudiera parecer inútil u ocioso volver sobre el mismo tema. Pero no es así. Porque lo que está en juego es el presente y el futuro de Venezuela y, por ello, una y otra vez hay que insistir en que la crisis tiene nombre y apellido, dado que la representación del oficialismo en la Mesa de Negociación y Acuerdos no suscribirá nada que no esté previamente autorizado por el titular del Ejecutivo Nacional, lo cual no tendría nada de particular si no mediara la circunstancia de que el alto funcionario en cuestión día con día actúa, en forma tal, que no deja lugar a dudas que para él la posibilidad de una negociación con la oposición luce remota de no ser imposible.
Es así porque no de otra manera se entiende el comportamiento del Presidente frente al paro cívico, por ejemplo, o su actitud en referencia a la situación de PDVSA y de PDV Marina. En ambos casos, el primer mandatario ha asumido una conducta para nada cónsona con la que debe guardar alguien como él, investido como lo está de las funciones que la Constitución y leyes correspondientes le confieren a quien ejerce la primera magistratura de la República. Todo lo contrario. El discurso jaquetón al que nos tiene acostumbrados el jefe del Estado es el que ha utilizado para emprenderla contra los sectores de la Coordinadora Democrática, entre otros, que han organizado las memorables jornadas pacíficas que han nutrido de modo abundante el paro cívico, al punto de conferirle a éste ya carácter de resistencia civil, así como sus invectivas contra el personal de PDVSA a quienes ha calificado de conspiradores y saboteadores por oponerse todos ellos, sin distingos, a la politización y la militarización de la industria.
Así pues, cierto es que se necesita voluntad política. Pero encontrarla no será fácil. Sin embargo, habrá que perseverar en su búsqueda. A ello tendrá que dedicar muchos esfuerzos el facilitador César Gaviria. Que así sea.