La victimada Caracas
Huelga comentar todos los problemas, vicisitudes y anécdotas de la Caracas que ha sufrido los rigores de la equivocación oficialista ya por una década. Pocas metrópolis exhiben en Venezuela la cínica voz de un alcalde (menor) que dice haber ocupado todo su tiempo en defender a la revolución, como si realizar su trabajo no fuese la mejor fórmula, mientras la delincuencia, la basura, el desorden, el deterioro, no la tuvieran por su único y exacto domicilio. No obstante, al lado de esta autoridad en fuga (fallido aspirante a la gobernación de Vargas y responsable partidista de la región andina), está la otra que la imaginó como asiento de un soviet efervescente, cuyo discurso inflamado de divertido sentido revolucionario ha atravesado los altos senderos del irrespeto ciudadano.
El otro alcalde, el mayor, es el de los globos que derribaron los mismos hampones, reacios a un seguimiento que posiblemente se cumplirá cuando China le entregue a nuestro país el satélite artificial encargado, aunque privilegiarán al disidente político antes que al azote de la barriada. Y, para ahorrar espacio, dos son los aportes fundamentales a la gesta revolucionaria: el confeso, inequívoco y expreso reconocimiento del fracaso diseño institucional que los constituyentistas celebraron por 1999, siendo una caricatura lo del Distrito Capital y su redundante Municipio Bolivariano Libertador, convertido – además – en una exhibición de los guetos del poder, pues, no hay sede de poder público alguno que no esté amurallada e, incluso, le quiten espacios que antes eran de los peatones como el Capitolio Federal.
La otra contribución está en el “echar tierrita y no jugar más”, porque el inquilino de la sede tan tiroteada impunemente en los tiempos de Alfredo Peña, le ha entregado la policía y los hospitales al Ejecutivo Nacional. Valga decir, declarándose incompetente, el teórico de la lucha de clases desde una perspectiva de la farandulera que puede hacerse futbolística, tiene por único gesto de grandeza hacia el Líder Inconfundible, el de proveerlo de servicios que uno u otro de los innumerables ministerios (del poder popular, etc.) tampoco podrán atender.
La ciudad capital ultimada por un horrible simulacro de revolución, expira día a día, rematada por la costosa remodelación de espacios que el gobierno entregó al comercio informal, al deterioro de todos estos siglos en los que se han convertido casi diez años. Una vez inaugurada la “obra”, o recuperada la que una vez fue, colocan un tarantín sabatino y dominical con personas de la llamada reserva no para cuidarla o cuidar la persona del ciudadano, ofreciéndose como un stand más de la febrilidad publicitaria de quienes ostentan la condición de autoridades públicas.
Los desencuentros de la política venezolana
Muestra de la madurez alcanzada en el medio académico, con vocación ciudadana, José Antonio Rivas Leone entrega “Los desencuentros de la política venezolana. Nacimiento, consolidación y desinstitucionalización de los partidos políticos (Fundación Cultura Urbana – ULA, Caracas, 2008), tan indispensable en los tiempos que corren. De una magnífica solvencia teórica y metodológica, el amigo virtual de muchos años emprende una reflexión necesaria sobre todo para la dirigencia política que, a nuestro modo de ver, sin ofrecer mucho, espera demasiado de los ciudadanos y éstos, a su vez, exigen más de lo que aportan a la resolución del destino inevitablemente compartido.
La desinstitucionalización – consciente e inconsciente – de los partidos políticos venezolanos, constituye un fenómeno que el chavezato ha agudizado gravemente, informalizados o improvisados constantemente el pensamiento y la acción en el ámbito político. Así lo hemos sentido desde las modestas responsabilidades de dirección que hemos tenido, impedidos finalmente de solventar un problema que continua por el precipicio de una suicida incomprensión del rol y misión de las organizaciones políticas, más aún bajo el neoautoritarismo que los ha sorprendido.
La obra en referencia nos ha parecido demasiado breve para la naturaleza y consecuencias del problema, sin que le reste mérito alguno. No obstante, al cubrir apenas la entrada al presente siglo, reiteramos nuestra preocupación por la indiferencia politológica hacia el drama actual de los partidos. Por ejemplo, aunque existen generosas fuentes de investigación aún vigentes, nos sentimos insatisfechos con la sola mención de la considerable disminución que experimentó COPEI en los comicios de 2006 (122), por lo que el autor ha podido abundar más sobre éste y los otros partidos, adentrándose con su instrumental teórico hasta el fondo de los acontecimientos (algo semejante a la simplicidad en la que incurrió Angel Alvarez en 2004, al tratar a COPEI como la triste historia de un partido sin vocación de poder, desconocidas sus intimidades inmediatas).
Excelente punto de partida que habla bien de las credenciales académicas de Rivas Leone, pero – estimamos – nuevamente deudora la ciencia política venezolana con lo que está ocurriendo en los partidos del gobierno y de la oposición desde 1999. Ventana necesaria de abrir urgentemente con sobriedad, coherencia y profundidad para superar las difíciles y comunes circunstancias actuales.