La verdadera esencia de la Universidad
A la profesora Rufina Pernia
Hoy nos corresponde abordar un tema delicado y trascendental para el país, para la sociedad venezolana y para muchos “ciudadanos” que somos parte de esa institución en nuestro caso bicentenaria que es la “Universidad”. El titulo del artículo daría de entrada mucha tela que cortar. Pues asumiríamos que existen universidades verdaderas y otras “universidades” que no es que no son casas de estudios, pero tal vez han desviado su papel, rol y responsabilidad. Antes que especular debemos decir que las universidades son indisolublemente parte y reflejo del país nacional. De tal manera que si el país no transita en su mejor momento, es posible que nuestras casas de estudios manifiesten algunas distorsiones y sean reflejo de ese país a veces díscolo, intrincado y complejo en que se ha convertido Venezuela.
Hay una verdad inobjetable y que nadie puede desconocer los logros, frutos y aportes que las universidades públicas le han dado al país nacional. Ellas han sido la herramienta y si se quiere el eslabón que ha permitido democratizar y modernizar a la sociedad en su conjunto. Las universidades han formado el recurso humano, científico y técnico por décadas. Es posible que alberguen una que otra falla, cuestión que no puede dar pie para ser demolidas como institución, semillero y baluarte de este país.
Tal vez con un poco de ingenio y una dosis importante de valores intrínsecos a la democracia, el gobierno nacional debería entender la sinergia, el pulso y la razón de la Universidad. En el caso venezolano no hemos podido romper aquella máxima de que “la peor cuña es la del propio palo” y esto lo decimos porque son precisamente ciertos “universitarios” los que han terminado convirtiéndose en la negación de la universidad, en “anti-universitarios”. Sepan esos señores que la historia es dura, helada y crítica y no permite ligerezas, no permitirá concederle “honores” o “sitiales” a quienes han dañado y corroído a la democracia y a sus instituciones, quienes han alterado o atropellado los procedimientos para reformarlas.
En el funcionamiento de la democracia existen unas maneras de mejorarse, de promoverse, de corregirse las fallas, los excesos, las diatribas. La universidad no puede ser jamás comparada con un cuartel, con un regimiento, con un grupo particular, o una ideología especifica, su esencia es multiforme, es crítica, es contrapoder, es la inclusión, la tolerancia, la diversidad y naturalmente la excelencia en la docencia, la investigación y la extensión en todas las disciplinas del saber y el hacer.
En nuestro caso, la Universidad de Los Andes día a día trabaja, produce y aporta, ya no a Mérida o a los Andes, sino a todo el país, a toda la sociedad venezolana. La verdadera esencia de la universidad es la que se construye cada día, en cada aula, en cada laboratorio, en cada libro publicado, en cada proyecto de investigación que en mayor o menor medida aporta, en cada profesor, investigador, empleado y obrero que hace de su trabajo una actividad de servicio permanente. Nuestra Universidad de Los Andes, no sólo alberga una tradición de larga data, bicentenaria dirían algunos, otros la califican de “benemérita” por el bien que ella ha dado a todos en su larga gesta. Lo cierto del caso, es que esta Universidad es por sobre todo una sumatoria de lo que cada quien ha hecho, ha construido, ha labrado, ha esculpido con esfuerzo, honradez y abnegación.
Nuestra historia se escribe a partir de lo bueno, de los aciertos, de los logros, los descubrimientos, de una inmensa cantidad de héroes anónimos. Nuestra Universidad asume los retos y desafíos en momentos difíciles donde el país transita momentos aciagos. Por ello la Universidad debe colocarse por delante de esos retos y contribuir con el debate nacional, con la solución de los problemas y corregir además, las posibles deficiencias que pueden coexistir en el seno de la misma. Estamos casados con una visión responsable, seria y eficiente de la Universidad. Veremos…
