La Venezuela que queremos (2)
Desde mi libertad y en procura de la de todos, proponemos reformar la economía para facilitar nuevos negocios y más empresas, así como el crecimiento y desarrollo de las existentes a través de la expansión de sus mercados, y para crear nuevos empleos productivos y enriquecer los actuales.
Al reformar al Estado limitándolo a sus funciones específicas se iniciara el enriquecimiento de los ciudadanos sin las injustas limitaciones que impiden indebidamente el acceso a los mercados agrícolas, comerciales, industriales, servicios y banca.
Proponemos eliminar las barreras contrarias a la movilidad de los factores productivos, que imposibilitan a capitales y gentes cambiar de empleo o ramo para ajustarse flexiblemente y sin demoras a las demandas de mercados dinámicos.
Propugnamos la desafectación (privatización) de empresas, equipos, inmuebles y otros activos económicos ahora indebidamente en manos del sector público, mediante licitación pulcramente cumplida para su pronta y transparente transferencia a los particulares.
Para estas reformas se requiere eliminar las leyes contrarias a la productividad y a la producción, al ahorro y la inversión, y a la economía en general. También configuran un atentado contra la justicia y nuestros derechos fundamentales, y contra la misma razón y buen sentido.
Con estas reformas tendremos empresas competitivas, abundantes bienes y servicios, variados y de buena calidad, y a precios competitivos, mediante mercados en firme y sostenida expansión. Y con creciente poder adquisitivo, todos tendremos más empleos disponibles, más productivos, y mejor pagados.
Ello debe venir acompañado con un sistema educativo que permita expandir la expandir la matrícula, y mejorar la calidad. Empoderar a los profesores y maestros mediante la dación en pago -por obligaciones pendientes- de los centros de enseñanza hoy estatales, para administrarlos en calidad de propietarios, cobrando por sus servicios, en libre y abierta competencia con los que son hoy privados. También empoderar a los alumnos más pobres con cupones (“vouchers”) para pagar con ellos en los centros educativos de su elección, en igualdad de derechos con sus compañeros, durante la transición al capitalismo liberal, pleno y rico eliminando las imposiciones estatales en los contenidos y programas educativos, así como en los métodos y estilos de enseñanza.
La calidad en la educación depende de la pluralidad y la diversidad, la competencia de ofertas variadas y la libertad de elección. En una educación de mercado todo instituto docente es autónomo y experimental. Unos con la educación clásica; otros con pura tecnología moderna; otros con una religión y otros con otra asi como el humanismo secular para quien lo quiera; unos con una educación más práctica, otros más especulativa; unos con ciencias, otros con artes o letras; unos con fútbol, otros con básquetbol o béisbol; estos con inglés o francés, aquellos con japonés o chino, hebreo, griego o latín. Nada pagado con impuestos, ni de forma impuesta;
Y los estudiantes pagando todos por su educación, sin mayores diferencias visibles entre ellos, salvo que unos pagan con su dinero, y otros con sus bonos, cupones o cheques educativos.