Opinión Nacional

La urgencia, madre de la desesperación

La victoria contundente de Evo Morales en Bolivia no cabe atribuirla a las supuestas facultades taumatúrgicas de Chávez. Pero sería tonto creer que sus manos no estuvieron metidas en el caldo de esta elección.

No por azar, “La Nueva Etapa: El Nuevo Mapa Estratégico de la Revolución Bolivariana” se fijo como objetivo provocar la ruptura del eje que, según juicio, medra aún al servicio del Pentágono: Bogotá-Quito-Lima-La Paz-Santiago de Chile.

Ha entendido Chávez desde una perspectiva estratégica o ha sabido usufructuar, por lo visto, el tiempo histórico nuevo y sus carencias; aun cuando no sea ética ni políticamente consecuente con sus predicados, traicionándolos a mansalva como lo hace.

Dos o tres elementos revelan la circunstancia que vivimos a nivel continental.

El primero es el denominador común: La ausencia de gobernabilidad en la tendencia mundial hacia la globalización y, en línea paralela y contraria, la regresión de modelo de Estado nacional conocido y la vuelta del “todo” político hacia una suerte de recreación neomedieval; que bien identificaba Unamuno con las “patrias de campanario”, opuestas a la gran patria de bandera.

En tal estadio de transición, desnudo de categorías institucionales que lo moderen u orienten, copan el territorio con avidez grosera los traficantes de ilusiones: Chávez a la cabeza.

Los otros elementos dicen, sin ambages, sobre el avance pendular o el giro de América Latina hacia la izquierda y también sobre la existencia, desde mucho antes de Chávez y luego de la caída del Muro de Berlín, de una reflexión integral que apuntaba hacia esta ruptura y que venía siendo elaborada desde el Foro de San Pablo por los desheredados del marxismo.

Así las cosas, la lección no debería hacerse esperar.

Creer que a corto plazo tendrá lugar o será posible un cambio de rumbo mediante las reglas clásicas del partidismo electorero, que nos aleje, en nuestro caso, del tormento autoritario y de esa doblez profunda que nos muestra a la patria con un gobierno rico y botarate en medio de un conglomerado postrado, paupérrimo y entristecido, es algo más que una ingenuidad; es una grave irresponsabilidad.

De modo que, el dilema opositor y la angustia por encontrar “su” caudillo, que le de la cara a Chávez, que sea escogido mediante encuestas o en elecciones primarias para que nos saque del marasmo; la creencia, asimismo, en que fue suficiente el boicot electoral del pasado 4D y que apenas resta esperar la caída Chávez: ¡porque ahora sí es verdad que se va!; o, finalmente, la emergencia de candidatos que se auto decretan como tales con vistas al 2006 y que hacen un esfuerzo para mostrarse “asexuados”: suerte ángeles que nada tienen que ver con nuestras desgracias ni con nuestra historia azarosa; revela no solo miopía y frivolidad, mejor aún incomprensión sin límites del complejo “paquete” en el que están metidas Venezuela y buena parte del continente.

Así que, si se trata de que la oposición disminuya sus yerros, explicables por su extracción, reencuentre la serenidad, acopie sindéresis y eleve las miras para la difícil y larga lucha que tenemos por delante, y para que le sea posible construir una alternativa democrática seria, renovada, negada a las aventuras, debe aprender a discernir entre la vieja política y los políticos: sean viejos o nuevos, y visto que desde ya se observa que no pocos nuevos políticos han envejecido aceleradamente, al ritmo de las prácticas de la política vieja.

Una cosa es afirmar, en efecto, que las formas y maneras conocidas de hacer política no se compadecen con sociedades vivas y en movimiento, que no solo anómicas, y otra distinta es sostener, equívocamente, que deslindando a la oposición del pasado y del presente, quizá tenga mejor porvenir.

Con extraterrestres, venidos de la nada, no se construye en lo terreno. O en palabras próximas al pensamiento de San Agustín: para llegar al cielo se requiere padecer a la tierra, saborear de sus humanas y pecaminosas falencias, y aceptar el entorno, por lesivo que nos sea, como cosa muy propia.

Hay que poner la inteligencia, asimismo, al servicio del tiempo nuevo para comprenderlo, para dibujarlo e imaginarlo sin atropellos: la urgencia, lo diría algún fablistán, es madre de la desesperación. Y de eso tenemos ejemplos suficientes en nuestro reciente pasado.

Ha de partir la oposición, incluso, de una hipótesis extrema, que concite una pregunta elemental capaz de desnudar, a la vez, las aventuras y los fariseísmos; que bien le puede dar un mejor sentido y orientación a la tarea de “reinstitucionalización” democrática pendiente: ¿Si Chávez permanece en ejercicio del poder hasta el 2.021, que piensan hacer los demócratas convencidos y no de circunstancia?

Hay que perderle el miedo, finalmente, al pueblo.

La verdadera política del siglo XXI no podrá hacerse sin sacar a la gente de su introspección justificada, de sus repliegues en sus pequeñas comunas o patrias de campanario, por agredida como se siente y por huérfana de la ciudadanía y de las seguridades que le ofreciera en el pasado, con sus deficiencias, el Estado paternal y clientelar que ya no existe, que no es posible reeditar en lo sucesivo ni a fuerza de petrodólares ni de ventrílocuos del poder.

Por lo pronto, en defecto del Mesías que no aparecerá, ¿acaso no es más consistente y racional, antes que la viciosa vuelta sobre sus pies de los antiguos líderes partidistas y de los nuevos líderes en emergencia, reunir a la gente y pensar junto a la gente, en colectivo, sobre el quehacer duro que nos espera?

Si luego del 4D cristalizó una Asamblea Bolivariana monocolor, sin representatividad ni alma de venezolanos, ¿es pedir demasiado se constituya un parlamento alternativo, integrado de modo permanente y en uso del derecho de asociación, por quienes cuentan con liderazgos de base hechos a fuego y sobre el dolor del día a día y en donde se encuentren, porqué no, con los partidos viejos y nuevos, con las ONG’s, los estudiantes, los empresarios, los trabajadores, y de un modo especial con la provincia y los periodistas; que le de voz y voto a quienes a diario innovan, desesperados en la búsqueda de respuestas a la crisis y que no hemos sido capaces de ofrecerles; pero que ellos, ayudados de buena fe, libres de manipulaciones, podrían encontrar por si mismos y para nosotros, incluso?.

Entre líneas:

1.- Álvaro García Linera, cerebro del MAS y vicepresidente electo de Bolivia se inauguró en el mejor de los estilos de Chávez: “Meter miedo no es antidemocrático. Así nos defendemos los débiles ante los poderosos”.

2.- Evo Morales anunció que ampliará el mercado argentino de gas. El eje de los cambios, citado por La Nueva Etapa de Chávez, según parece, avanza, ante el silencio estupefacto de los líderes de la democracia.

3.- Ollanta Humala, desde Perú, valiéndose de péndulo de la historia, cree poder hacer de su país la segunda sucursal bolivariana, luego de Bolivia.

4.- Tortoni nos dice que el Fiscal General hace aguas con su investigación del Caso Anderson. Muy tarde repara en los costos que le significa haber asociado a su causa a un perseguido de la justicia colombiana, el mitómano Giovanny Vásquez.

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