Opinión Nacional

La Universidad y el Pilín León

Hugo Chávez convirtió a la educación en general, y especialmente a la (%=Link(«http://www.ucv.ve»,»Universidad Central de Venezuela»)%), en una plaza que a todo trance debe conquistarse. Si ello pasa por el chantaje o las amenazas a la autonomía universitaria, tanto mejor. La “excesiva” normalidad de la que habla José Vicente Rangel debe contar con la UCV como su buque insignia. Una especie de Pilín León que navega por las tranquilas aguas de ese mar de felicidad en el que Chávez convirtió a la Venezuela de estos días. El Gobierno pretende mostrar nuestra máxima casa de estudios como un trofeo de guerra. Decir que el país está tan normal que las labores de docencia, investigación y extensión marchan viento en popa.

Para tratar de utilizar la UCV como arma política contra la oposición y demostrar el fracaso del paro y de la desobediencia civil, el Gobierno invoca el sagrado principio del derecho a la educación; que, por cierto, nunca ha sido negado ni violado por quienes se oponen heroicamente a que Chávez implante en el país su esquema autoritario, extraña mezcla de fidelismo y neofascismo al estilo de (%=Link(1867848,»Ceresole»)%). Creer que Hugo Chávez, Aristóbulo Istúriz, Héctor Navarro (aclaro que este señor es el ministro de la Educación Superior) y Luis Fuenmayor (quien además de todos los cargos pasados y presentes es el principal representante del Gobierno en el Consejo Universitario de la UCV) están interesados en la educación de los jóvenes y en resguardar el derecho a la educación, es similar a pensar que Herodes amaba a los niños. En realidad lo único que les interesa al Gobierno y a sus aláteres es derrotar a la oposición en la actual coyuntura, en un campo tan significativo como la educación superior.

La importancia real que les confieren las autoridades de este régimen a la UCV y a la juventud que en ella se forma, puede apreciarse si se examina un poco la historia de algunos de esos personajes. Luis Fuenmayor, por ejemplo, en 1987, a la sazón presidente de la Asociación de Profesores de la UCV, dirigió la huelga más prolongada de la que se tenga memoria en la universidad. Cuatro meses en total. Sólo la intervención decretada por Pérez Jiménez y los allanamientos del primer gobierno de Caldera duraron más que el paro liderado por Fuenmayor. La parálisis fue por razones estrictamente reivindicativas, crematísticas. Los alumnos perdieron el semestre. Nada conmovió el duro corazón del hoy director de la Oficina de Planificación del Sector Universitario, OPSU. No sirvieron de nada los llamados a la mesura de los alumnos y de los profesores más conciliadores. Cualquier docente que pidiese sensatez y flexibilidad era descalificado por rompehuelgas y esquirol. Por supuesto que los argumentos del Gobierno de Jaime Lusinchi para moderar las aspiraciones financieras del aguerrido gremialista fueron desatendidas olímpicamente. Tras los pasos de Fuenmayor siguió Héctor Navarro, aunque sin la estridencia de su mentor.

Ahora resulta que los antiguos líderes gremiales, que abonaron el terreno para escalar posiciones más altas librando luchas sindicales, se dedican a chantajear a las autoridades del Consejo Universitario de la UCV que han declarado a favor del paro cívico. Junto con Chávez e Istúriz amenazan a la universidad con negarle los recursos en el que caso de que el CU no convoque a clases y se niegue a servir de ejemplo de la “excesiva normalidad” que vive el país. Hay que recordarles a los agentes del régimen que ellos son guardianes de la legalidad y que uno de los instrumentos legales que debe observarse con mayor apego es la Ley de Presupuesto. En el caso de las universidades nacionales, y de la UCV en particular, el presupuesto es aprobado por el CU primero, luego por el CNU y, finalmente, por la Asamblea Nacional, como parte del presupuesto nacional. Una vez sancionado por el Poder Legislativo, la Ley de Presupuesto es de estricto cumplimiento para el Poder Ejecutivo. Así es que eso de estar amenazando pública o veladamente a la UCV con negarle los recursos si no se pliega a la voluntad del Gobierno, tal como hacen todos esos funcionarios en la mejor tradición de don Corleone, es una abierta y flagrante violación de la misma Constitución que tanto invoca Chávez. El presupuesto de la UCV forma parte de una ley que no pueden ignorar quienes están obligados cumplirla.

Sin embargo, en este mundo bizarro en el que nos metió Chávez, los antiguos lobos hoy quieren hacerse pasar por hermanitas de la caridad. Los expertos en lides gremiales, de pronto se mutan en chantajistas. Quienes ayer criticaron el populismo, ahora utilizan los recursos públicos para ejercer terrorismo de Estado y cercenar la autonomía. Ahora que están en el poder, en vez de preocuparse por garantizar que los dozavos lleguen a la UCV para que el funcionamiento de esta casa de estudios transcurra por cauces normales, se dedican a atenazar a las autoridades universitarias
La UCV, que siempre ha defendido la libertad y la democracia, tendría que asumir nuevamente la vanguardia en este campo. El heroísmo del personal de PDVSA y la Marina Mercante debería servir de ejemplo a los demócratas universitarios. Si el Consejo Universitario no es capaz de defender la autonomía universitaria con dignidad frente a los ataques arteros de Chávez y su camarilla, ni se decide a ponerse del lado de la libertad ante el giro autoritario cada vez más definido de Chávez, otros sectores de la UCV tendrán que asumir ese reto. Por ahora hay que impedir que el Gobierno use a la institución como trofeo de guerra.

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