¿La universidad habrá salidas?
A diario vemos a los rectores todos, de las universidades autónomas, desde luego, a las otras autoridades de menor rango, a los candidatos sempiternos, a quienes hace mucho renunciaron a la academia para dedicarse a la aventura del poder, que está concentrado en las autoridades, el CU decanatos, a los representantes de los profesores, consejeros, en fin, a los “parlamentarios” de los órganos del cogobierno y gobierno y a la alta burocracia interna que sufre, llora, gime, suplica, para que se dé el presupuesto justo y, naturalmente, el derecho a hacer con él lo que su saber y entender los ilumina, para lo cual necesitan que el gobierno y mas allá, el Estado, el universo todo garantice la autonomía. A diario con franqueza, que no oculta intenciones, el gobierno y acólitos, compañeros y secuaces denostan contra la autonomía, porque sirve a los interés del imperio, de las oligarquías, de la burguesía, a la conspiración y a la inestabilidad del gobierno presidido por el comandante HRChF, supremo líder, el estadista, el gran conductor, y porque en ellas no se da la democracia participativa y protagónica, y porque ella no está al servicio del pueblo, es decir de la revolución, y porque el presupuesto se distribuye según sean los intereses de las autoridades y de los gremios, en fin, como su síntesis, que la autonomía conspira contra éxito del proceso, Socialismo del siglo XXI. Me habría gustado decir que este proceso, originario, indoamericano, bolivariano, robinsoniano, zamorano, humanista, cristiano, etc., aportaría algo de mediana originalidad y, quién no sueña, que las autoridades universitarias todas, y sus secuaces todos, dijeran algo nuevo. Pero, no! Sus mejores líderes de esos mas o menos determinados arriba, repiten la misma imbecilidad de hace ya muchos años. Autonomía, presupuesto justo. Qué y como definir de un presupuesto justo?. Que será eso? Otros menos movidos por el “moralismo”, pero sin voz, hablan del presupuesto equilibrado, o cosas así.
Semejantes “paradigmas” de lo justo, lo injusto, la autonomía, la pertinencia, están, pues, en el único diccionario de los gobiernos universitarios, de los rectores y de los gremios. También forman parte del gobierno y secuaces para al asaltarlos, apropiarse de ellos y “ejecutarlos” de la misma manera que aquellos, pero de más grotesco modo. Por qué todo gobierno quiere adueñarse de la universidad. La única respuesta válida se encuentra en el conflicto eterno entre la esencia, el ontos de la universidad y el de las fuerzas hegemónicas del Estado. La universidad es una institución necesariamente subversiva, es decir, si su oficio es descubrir la verdad, y ello implica subvertir las verdades ya codificadas, pero también la severa muy bien sustentada critica a las propuestas, deficiencias, etc., del Estado, es pues necesariamente una subversión, la cual debe ser diaria, constante. Mientras que el Estado es conspirativo. Es decir, para mantenerse las hegemonías necesitan de la fuerza suficiente para ejercer su violencia “congénita” y de una ideología para justificarla y justificarse. El “hábitat” de la universidad, para que pueda cumplir sus funciones esenciales, la investigación y las secundarias, la docencia y eso que se ha institucionalizado como extensión, necesita inevitablemente de la libertad. La libertad de investigación, de cátedra y de crítica. El Gobierno, todo, necesita de la represión, de la violencia, porque sus fines son diversos, reitero, para las universidades el fin último es el hombre libre, por tanto la libertad es un modo de hacerse a sí misma y el Estado y sus gobiernos según matices, requieren de la fuerza, de la pseudo razón para mantenerse. Esto es así en el mundo entero y será así, hasta el día soñado de la desaparición del Estado, pues, para que ello ocurra es condición necesaria que los niveles de consciencia sean tan altos que las relaciones sociales, económicas etc… puedan ser orientadas, guiadas, controladas, si cupiese esta palabra en esa Barataria, por la consciencia de su sociedad, vale decir, la consciencia de cada ser humano, Hombre total que en ella habite. Naturalmente esta “utopía” no es factible, si atendemos a las propias condiciones humanas, in extenso, a la ontología del ser social.
Como la dinámica historia es tan flexible, una de sus bellezas está en que bajo un mismo modelo fundamental, sus variantes son de tal magnitud que tantas veces resultan, al ojo, antagónicas, contradictorias. Digamos, el modelo capitalista sueco es diverso al suizo, para poner ejemplos claves. El francés del inglés, del norteamericano, del chino, japonés, australiano. Empero los une, en primer lugar haber incorporado a la ciencia y la tecnología al proceso de producción, de promoción, de intercambios, etc. haber convertido la propia ciencia y a la tecnología en una verdadera industria, y, en tanto, haber logrado que su producción, los resultados de la ciencia, la tecnología, se conviertan en codiciada mercancía, y mas todavía, haber creado en esa inmensa industria un proceso de revolución diaria, a veces incluso instantánea sin la violencia que las revoluciones política, económicas, conllevan, pero con mayor eficacia. Decimos que el capitalismo inteligente, sin detenernos en sus actitudes morales, ha resuelto el problema de las universidades. Mantienen su autonomía, mantiene su libertad de cátedra, todo para una mayor creación, pero el Estado fija reglas del juego en la orientación y uso de esas creaciones. Define exigencias. Y la universidad, sin ser una paradoja, puede mantener su vida en creciente libertad y su pertinencia se recrece en la medida mediante la cual resuelve problemas esenciales, sirve de soporte bélico (probablemente los aportes científicos está ligado mas a la guerra que a la paz. También antes, pero no tengo tiempo para demostrar la afirmación). En el capitalismo salvaje, por primitivo y estúpido, la cosas no so así, los gobiernos quieren que las ideologías inicuas, sus ideologías, sean las que orienten a la universidad y por eso requieren su sumisión.
Bajo esta síntesis podemos avanzar. Nuestras universidades tienen como primera característica su partidización, su gremializarían, y la utilización de la política en su mas perverso ejercicio, como forma de alcanzar y mantener el poder interno. Las relaciones académicas se sustituyen por las relaciones de poder. Caldera, el inefable, con su reforma legalizó la barbarie. Cualquier idiota con votos, por la “democracia”, desde luego, puede ser decano, rector… y un perro entrenado lo hace mejor que los cuerpos de vigilancia. Los gremios los conforman una burocracia sempiterna, los grupejos, como la FAU en LUZ, hacen lo que les viene en gana porque controlan el poder. Los jubilados somos mayoría y también por ello, y por tener mayor jerarquía, hasta eméritos nos llaman por el hecho de haber llegado a viejos, con excepciones, esas que salvan a la universidad porque producen ciencia, conocimiento, arte, poesía…pero también esos son invisibles en el bosque de sombras de los eméritos, cuya genialidad fue la de haber pasado largos años sin producir nada y repetir prólogos de los libros obsoletos, las mas veces de ideologías perversas. Los libros viejos son sagrados, Los presocráticos, los posteriores, los estetas, los científicos… no tienen edad. La edad es propia de quienes rumian las reseñas de los libros. Esa es una verdad gigante que yo he resumido de este modo: en la universidad un teorema vale menos que un voto y un poema carece de valor. Tenemos con adornos las “glorias” que a otros criticamos. Elecciones gremiales vitalicias, decanas vitalicias, autoridades también vitalicias, pues, salvo las cuatro autoridades que no pueden ser reelectas para sus cargos, lo pueden hacer por ascenso. Secretaria a vice, vive a vice, vice a rector. Y ya, ese no repite pero queda jefe y se acomoda en un mejor cargo luego, hasta con cesta ticket. Además son impunes, invulnerables y todopoderosos y, por si fuese, poco infalibles.
Hablemos de la crisis necesaria. El conflicto entre lo viejo y lo nuevo, entre los corpus científicos codificados y la necesidad de descodificarlos, y así siempre es parte de esa crisis. Pero esa no es nuestra crisis. La crisis interna de la universidad es estrictamente una crisis ética, vinculada al poder y un vacio científico inmensurable, por descomunal. Podemos salir? Sí, pero, si y solo si, en primer lugar si se restituye la cualidad académica a la institución, lo cual significa que ella es la política fundamental de la universidad, quiere decir, crear conocimiento, ciencia, arte, orientar al país, decirle lo que se debe hacer y se tiene que hacer. Óiganla los sordos o acojan sus propuestas ha de serle indiferente, en el sentido que el éxito de sus investigaciones, propuestas, orientaciones, radica en la cualidad científica, ética, estética cuya trascendencia quede preservada por ese valor. Y ello, en lo Político-ético, se puede si se vuelve a los principios la Ley de Universidades de De Venanza, Sanabria, Pizani Cuenca…Vuelta a la ética, sin ella no hay autoridad en la universidad sino que impera la miseria dela Realpolitik, ajena por su ser y deber ser a la universidad. Hay que superar la maldición del pedagogicismo, que convierte a la universidad en una escuela mediamente inútil, pero sobre todo hace de la “pedagogía” una ideología dominante para legitimar la mediocridad. Por tanto el centro de la universidad es la investigación y las otras funciones, docencia y extensión sus su objetivación. Ética, arte y ciencia, son la salvación de la universidad. No andaría mal la sentencia que el Libertador tomó de la Ilustración: “moral y luces son las primeras necesidades de la universidad”
La propuesta chavista, que voten todos, que participen todos, que todos, todos, que cunda y se hegemonice el igualitarismo, lo que hace es fortalecer el calderismo; la monstruosidad mas grotesca de la IV, pero de una timidez virginal ante el chavismo, cuyo objetivo final es el asalto para hacer de la universidad una especie de “mercal” con conteiner, ladrones, y todo. La participación protagónica, democrática, y demás sandeces, no tiene cabida lógica, ni histórica en el pasamiento humano. [U1] La ciencia y el arte, la técnica y sus aplicaciones son necesariamente ajenos a ese juego perverso de la idiotizacion de la universidad. De la destrucción de la razón y de la ética. Chávez y sus socios, los traficantes con y de la autonomía, zares del poder, son una identidad esencial. A ambas mafias hay que derrotar.