La unidad y el escenario electoral
El desengaño de los vastos sectores que adversan al régimen sienten, que no solamente el gobierno actúa con las cartas marcadas, sino quienes dicen oponerse a ellos, especialmente los partidos, acusados de seguir legitimando estructuras controlados que convergen en el propósito de complacer los delirios de Chávez de imponer el socialismo y barrer finalmente con toda fórmula democrática.
Las organizaciones partidistas con escaso poder de convocatoria y repudiadas por la mayoría, lograron ponerse de acuerdo para postular para el 4 de diciembre candidatos unitarios. Tal cosa vista aisladamente se puede evaluar como un progreso significativo; no obstante y cada vez se nota con crudeza relevante el espacio baldío de esos acuerdos, pues buena parte de nuestros compatriotas,insistimos, están convencidos que el escenario electoral se encuentra amañado y dispuesto para responder al diseño totalitario dirigido a hacer del régimen una realidad monolítica e inamovible. Es difícil no admitir esto como una verdad, tampoco lo es-aunque no sea para todos cierto- el atribuir al menguado partidismo un afán de privadísimos intereses por ostentar curules y protagonismos secundarios soslayando la tragedia sobre la que caminamos y que asoma como destrucción total de las libertades públicas, la economía de mercado y la propiedad privada.
La mayor dificultad que tiene la lucha de los opositores contra el narcisismo arbitrario chavista se encuentra en los manejos del tiempo, su mal uso ocurrió catastróficamente así en el pasado reciente. Urge como prioritario el sentido de las oportunidades para implementar una política; la unidad puesta solo mirando lo electoral es suicida, enceguece a los actores, pero lo peor, quiebra y desinfla a los ciudadanos en cuanto a motivar su entusiasmo y su participación producto de un unidimensionalismo que les luce incompresible.
Opinamos que el momento de jugarse la carta deslegitimar el régimen como eso de llamar al retiro de las postulaciones para el 4D, no está maduro. Existen acontecimientos que con probabilidad nos conduzcan hasta allí, es en esa dirección que la movilización de los ciudadanos para votar en la coyuntura electoral para diputados adquiere un contenido, en tanto que se le evalúe y conciba como una etapa en la lucha. Sin vernos, movernos, ni organizarnos en la calle no habrá ningún cambio de importancia en la temperatura política del país que termine por defenestrar a quienes lo conducen al abismo.
Desde luego, que toca los actores de oposición- incluso a esos partidos, los que tenemos, no hay otros por ahora- enviar señales claras de cual es su genuina concepción, hoy, de los mecanismos electorales, de sus siniestras limitaciones, del ventajismo obsceno al que se están enfrentando y aprovechar ese mismo escenario para probar ante la nación y el mundo las groseras irregularidades con las que el régimen se mofa de quienes lo combaten y entonces, llegado el instante, resistirse con unidad de acero de una vez y para siempre a renunciar al papel de comparsa.
La desmovilización sin sentido, es el barranco de la derrota y la desesperanza. Acudir masivamente al acto de votar podría ser una ocasión crucial de definir el alcance útil o inútil de lo electoral en la lucha contra la autocracia.
De su veraz diagnóstico, debería decidirse sin aguajes ni mentiras si sirve o no a los objetivos de rescatar a Venezuela.