La unidad necesaria
El 2008 se presenta como un año verdaderamente crítico para la oposición venezolana. Las elecciones regionales y locales a realizarse a fines de noviembre pueden ser el puntillazo para el corrupto e ineficaz desgobierno de Hugo Chávez.
Pero todo depende de la cabeza fría que mantengan quienes están en posiciones dirigentes. Especialmente, quienes somos candidatos debemos rechazar los cantos de sirena y las asesorías interesadas. Cantos de sirena que buscan romper la poca solidaridad que queda dentro de los partidos y el pacto de unidad opositora firmado el pasado 23 de enero.
Quien piense que una candidatura solitaria puede derrotar al declinante chavismo, se equivoca. Es verdad que cada día Chávez pierde adeptos y la excusa que decía “el Presidente no sabe” es cada vez menos usada, por falsa e increíble. El chavismo tiene el sol en la espalda y hasta el más ingenuo militante del PSUV lo intuye.
La oposición tiene una gran probabilidad de alzarse con el triunfo en la mayoría de las gobernaciones y las alcaldías puestas en disputa. Sobre todo las de la región costera-andina. Hacia el sur y en los llanos hay menos chance de desplazar al chavismo, aunque no es imposible la tarea.
Pero, repetimos, la condición necesaria es la unidad. La unidad de criterio en el objetivo final. Tal y como sucedió en la victoria del pasado 2 de diciembre. Allí la oposición ni siquiera tenía un comando de coordinación y triunfó porque todas las iniciativas convergían en el NO. Esa lección hay que aprenderla: lo importante no es la fachada sino la voluntad y la acción en el logro de la meta.
De manera que no importa si los partidos no se reúnen todas las semanas y no hacen declaraciones en conjunto. Lo importante es mantener el criterio ir unidos para derrotar al candidato de Chávez en cada estado y cada municipio.
Tiene que haber claridad en las reglas para elegir ese representante unitario. No puede jugarse con cartas marcadas o maniobras de última hora. También se debe tomar en cuenta la trayectoria personal de cada aspirante. El chavismo puede presentar corruptos e incapaces para repetir en los cargos, porque el dinero público y su ideología se lo permiten. La oposición no.
De este lado tenemos que presentar gente sin pasado nefasto, sin máculas que puedan ser señaladas por los amigos y los adversarios. Ya la ciudadanía está cansada de los candidatos profesionales. Ya está aburrida de quienes no dejan pasar una elección para presentarse al mismo cargo que ejercieron de manera deshonrosa.
Por eso, casi todas las viejas caras están fuera de las aspiraciones del pueblo demócrata de Venezuela. Yo diría que hasta un gobernador diligente como lo fue Enrique Mendoza debe dar un paso al costado y permitir el relevo. Y cuando digo relevo no me refiero a la edad precisamente sino a que sean otros nombres que puedan mostrar un cambio positivo en la conducción política de los estados y los municipios.
No sé quien sería el primero que planteó lo de las “caras nuevas” pero esto se ha convertido en un clamor general. Tanto dentro del oficialismo como en la oposición se ha es una necesidad política presentar candidatos nuevos a los cargos en liza. Quien no perciba este fenómeno peca de tonto y terco.
Para la oposición el panorama pinta optimista, siempre y cuando se mantenga unida, presente programas de gobierno posibles y concretos. Y, por sobre todo, tenga candidatos frescos que no traten de revivir lo que ya murió.