La unidad como farsa
He venido insistiendo, que la búsqueda de la unidad de la oposición partidista y no partidista al autoritarismo en progreso en Venezuela con el objeto de organizar una fuerza social hacia el futuro con auténtico peso y musculatura, nunca se va a dar con los esquemas con que se persiste en fabricarla, cargada en los lomos de los»buenos oficios» de partidos emergentes, los llamados históricos y algunas ONG del este de Caracas.También hemos dicho, que lejos de las maromas por parte de estos de hablar y jugar a una unidad en la que no creen, era la hora de que se arranquen las máscaras y salgan de una buena vez del cuarto oscuro en la que se debaten y se escupen, a confrontarse entre ellos-con su malos olores y sus miserias pero despojados, por eso mismo, de sus hipocresías-, a competir a campo raso poniendo la cara al aire, presentando programas, conducción, los modales y perfiles del liderazgo al que aspiran.
Es cierto, que en la raíz de toda lucha exitosa contra la opresión, la concentración de fuerzas y de esfuerzos ha sido clave, alfa y omega, para obtener la victoria. No obstante, en el país la mayoría de los partidos y las llamadas personalidades que pululan en ellos como sus guachimanes-y esta afirmación es de perogrullo-, más que procurar la unidad, la frustran; definitivamente son la causa principal que se detenga para ahora y para más tarde, pues la exclusiva capacidad en que han mostrado destrezas es la de convocar al fraccionalismo, a la división y la inmovilización de la ciudadanía.
¿Que hacer entonces? Es la pregunta que surge inevitablemente.
Bueno, a nuestro parecer, crear la plataforma de fuerza social que urge en aras de derrotar los intentos de sepultar en Venezuela el régimen republicano democrático y la definitiva victoria y vigencia una sociedad de hombre libres, exige al menos ahora, minimizar el rol que se autoatribuyen y los efectos perniciosos que de esa autoproclamación se desprende por parte organizaciones políticas que se dicen en el campo de la democracia pluralista.
En otras palabras, toda búsqueda que conlleve a la unidad de los factores que se oponen a la orgía patriotera, pasa primero inevitablemente por castigar sin contemplaciones los propios terrenos de la oposición partidista. Quién quiera ver esto como fratricida, se equivoca. El adversario interior es tanto más peligroso, en este momento, que el vigente militarismo caudillista en el poder. Este último, todo el mundo lo da por descontado, es vulnerable de combatirlo unitariamente; el que yace en las entrañas de la lucha por la unidad, se comporta como un enemigo formidable en la obstrucción letal para que ésta finalmente nunca se produzca.
En lo personal, jamás hemos creído que la abstención es una política Sin embargo, dadas la singular situación que vive el campo disidente en Venezuela rodeado de dos adversarios, uno dentro y el otro fuera, juzgo como un instante oportuno, para debilitar su bastarda influencia, abstenerse de sufragar en las venideras elecciones de agosto, zurrando al primero con furia, el segundo, el «mero bicho», quién sabe, de esa manera,pronto tendría ,sí, millones de razones para preocuparse.