La unidad, aciertos y desaciertos
No es necesario hacer un profundo estudio de opinión o una tesis de doctorado para determinar que los venezolanos cuando hemos tenido los objetivos y las metas bien definidas, y además de esto logramos la unidad, nos ha ido siempre bien. La unidad no es una palabreja ni mucho menos algo perfecto, en términos políticos tiene que con nucleamiento, actitudes, posturas, decisiones, compromisos y demás que unido a propuestas muy claras, liderazgos idóneos y oportunos en razón de una sociedad, expectativas y tiempos se traduce en un mensaje y química que resulta a todas luces atractiva, sana y ganadora por parte de los ciudadanos y electores.
A la oposición política venezolana no la podemos ni santiguar ni maldecir simplemente hay que analizarla en función de varios aspectos, no sólo pesa el tradicionalismo de muchos de sus actores, sino que realmente le ha correspondido una tarea ardua, titánica y sostenida en el tiempo muy injusta, asimétrica y desequilibrada en relación al poder, recursos, marasmos y demás aspectos que definen al oficialismo como sector y espacio de gobierno en la última década con Chávez a la cabeza. De tal manera que no ha sido fácil hacer actividad política en momentos de antipartidismo y de competencia desleal en todos los órdenes.
Hemos dicho que la oposición es un estadio que se ha ido perfeccionando, basta ver la decisión de Julio Andrés Borges de Primero Justicia al haber cedido el primer puesto del circuito dos de Miranda (Chacao- Baruta y el Hatillo) al ex gobernador Enrique Mendoza como un acto de reafirmación democrática, apertura, pluralismo y altruismo político. Pero así como en la oposición venezolana registramos decisiones acertadas encontramos otras actitudes y decisiones que dan asco o causan rechazo automático, es el caso de COPEI, donde una facción o grupo desconoció sus legitimas autoridades, impulso unas elecciones internas desconociendo las prioridades del país nacional, acudió además al TSJ y en algunas regiones han pretendido cambiar las figuras y candidatos de consenso regional y nacional, respaldados por la propia Mesa de la Unidad Nacional.
En Mérida particularmente fue depuesto de un plumazo con una legalidad forzada el profesor Luis Montilla, quien aparte de ejercer la Presidencia del Partido COPEI era el candidato como primer suplemente de la lista del circuito que encabeza el socialdemócrata Williams Dávila Barrios. Luis Montilla tiene una legitimidad indiscutible su trabajo político, comunal, de servicio y entrega es conocido en todo el Estado Mérida, no es ningún improvisado, además de representar un aire de cambio, una cara distinta y una figura que no puede ser señalada de corrupción, manejos, irregularidades de ninguna especie y demás. Deponer a Luis Montilla y forzar y juntar a Jesús Alberto Barrios con Williams Dávila Barrios puede ser una decisión catastrófica con costos altísimos. COPEI intentó un cambio pero sigue siendo presa del tradicionalismo y de los errores reiterados. No siguió el ejemplo que Miranda dio. Veremos…