La última semana de campaña
Naturalmente que mis análisis no son objetivos. Pocas personas lo son en la Venezuela actual. La mía es la perspectiva de quien se ha opuesto al régimen autoritario de Chávez Frías desde que se anticipaba su triunfo a finales de 1998 y que no ha dudado en criticarlo desde que asumió el poder, cuando en medio de la orgía de triunfalismo lucía —enfrentarse al régimen— como una opción suicida. Tras seis años de pésimo Gobierno, varias muertes impunes, detenidos políticos, libertades conculcadas, poderes sometidos al capricho autoritario del Presidente y el país sumido en el desastre económico, esa posición ya no luce tan desproporcionada. Solo quienes lo ven desde una perspectiva izquierdista romántica o desde miles de Km. de distancia o cuando vienen al país invitados por el Gobierno, a alojarse en hoteles de cinco estrellas, mientras el régimen los “pasea” por donde quiere, o los que vienen a hacer algún buen negocio, sin importar la suerte de la democracia, pueden tener una visión diferente.
Pero, el próximo 15 de agosto se despejará una parte de la incógnita; veremos qué porcentaje del país esta a favor del régimen y qué porcentaje lo adversa, a pesar de todas las argucias y trampas que han sido montadas por el trío del CNE, cuya única misión es proteger los intereses del amo de Miraflores. Mientras tanto. Asistimos al cierre de la campaña. El “cierre” de la oficialista, el domingo 8 de agosto en Caracas, tuvo varias virtudes; una de ellas fue librarnos del último ¡Alo Presidente! Además de limpiar algunas plazas y puntos del este de la ciudad de los partidarios del NO: Estaban todos en la Av. Bolívar.
Estas plazas y puntos en el este de la ciudad habían sido tomadas en los últimos tiempos por partidarios del oficialismo. No podemos decir lo mismo de la oposición tomando plazas y punto en el oeste de la ciudad, los que lo intentaron, verdaderos héroes, fueron rápida y violentamente desalojados por hordas oficialistas, armados, cuando no protegidos por guardias nacionales. Obviamente los partidarios del Gobierno que tomaron, sin que nadie se los impidiera el este de la ciudad, eran representantes de clase media y clase media alta, en un intento —muy bien armado y coordinado estratégicamente— por demostrar que también hay sectores de la clase media que apoyan al Presidente Chávez Frías y que esa clase media, a juzgar por el despliegue de vehículos rústicos y automóviles nuevos, es una clase media prospera. La verdad es que no era necesaria esa demostración, ya lo sabíamos. Ya sabíamos que la clase media votó masivamente por Chávez Frías en 1998 y le dio una segunda oportunidad en el año 2000. Es mas, el voto de esa clase media, decepcionada, frustrada y amargada, fue lo que en realidad le dio el triunfo en esas dos ocasiones. (Lo que esta por verse es si la decepción, frustración y amargura que ahora se acumulan se verterá de nuevo sobre Chávez Frías o en su contra).
Otro beneficio del acto del domingo 8 del oficialismo fue mostrarnos la fuerza real y la capacidad de movilización del Gobierno. No cabe duda que tiene gran capacidad para coordinar esfuerzos: la instalación de varias tarimas, con el apoyo del ejercito. La movilización de miles de autobuses desde todo el país. Caravanas oficialistas, escoltadas por la Guardia Nacional. Eso tampoco fue una novedad, esa ha sido la tónica de todas las demostraciones oficialistas desde hace dos años: Una gran inversión de dinero en tarimas, equipos de sonido, alquiler de autobuses, adquisición y reparto de gorras y franelas nuevas, elaboración de pancartas de manera industrial y profesional, reparto de licor y de efectivo para entregar a los asistentes, todo eso efectivamente protegido y con participación activa de efectivos militares, sin que ninguna autoridad “competente” diga nada respecto de semejante abuso e ilegalidad.
Tras todo eso, como ocurrió ayer, reúnen miles de personas, algo así como un 10 ó 20% de la votación que podrán obtener. Todo lo demás, las bravatas de J.V. Rangel y otros líderes oficialistas que ven millones de personas donde solo caben, físicamente, 100 ó 200 mil —que es la capacidad de la Avenida Bolívar— no son más que eso: Bravatas. Nadie puede dudar que el oficialismo goce aun de un buen soporte. ¿Alguien duda que Chávez Frías tenga apoyo popular? No se requiere de la “objetividad” del periodista Juan Forero, del New York Times —quien es tan objetivo como yo— para darse cuenta de esto (o para calificar de Golpista a la oposición, cada vez que escribe; ¿Por qué no dirá lo mismo de Chávez Frías, quien si intentó un sangriento golpe de estado en 1992?). Pero, ¿Esta realmente satisfecho el Gobierno con su demostración de cierre de campaña? Las imágenes que vimos por televisión, de los asistentes retirándose mientras hablaba el Presidente Chávez Frías, ¿No son una demostración de la perdida de fervor de sus seguidores?
¿Si el Gobierno está tan “seguro” de que va a ganar el 15 de agosto, por qué decidió cambiar su estrategia de campaña a mitad de la misma? El Presidente de la República ha moderado sus cadenas y su lenguaje, se debe haber dado cuenta que su actitud produce más rechazo que aceptación, que votos a favor. Si el triunfo es seguro ¿Por qué el Vicepresidente —aparte de su proverbial cinismo y actitud de provocador— asoma el garrote y llama a los seguidores del Gobierno a defender en plazas y en la calle el proceso revolucionario? ¿A que viene esa advertencia del sindicalista gobiernero, Ramón Machuca, que de ganar el SI harán una huelga general, incluso petrolera que suspenderá hasta el envío de gasolina a los Estados Unidos?
Pero el 15 de agosto se decidirá todo. Se vera que pesan más en el animo de los venezolanos: Si las “misiones”, el reparto de prebendas y demagogia o si al final pesara más el 53% de pobreza extrema, el 20% de desempleo, mas del 50% de economía informal, 500 muertos semanales victimas del hampa común, presos políticos en Táchira, Ramo Verde y la DISIP, muertes impunes por manifestar —mientras los que dispararon están libres— unido a seis años de diatribas, insultos y amenazas. Todo parece indicar —obviamente desde mi perspectiva y sin respaldo de encuestas— que la gente esta cansada de agresiones y violencia y le van a pasar factura. Una vez más, el 15 de agosto, el pueblo jugara a ganador y castigara con el voto un mal gobierno.
No podía esperarse que la campaña no estuviera radicalizada, dado el extremo nivel de polarización que vive el país; es una campaña dura y no podía ser de otra manera tras lo ocurrido durante la gestión de Chávez Frías, especialmente en los dos últimos años, con los muertos de abril de 2002, los presos políticos, el incremento de la pobreza. El Presidente Chávez Frías va a ser evaluado por su desempeño. Se mide contra si mismo, contra su gestión de Gobierno. No se mide contra otro líder, a pesar de la inesperada lamentación por este tema del liderazgo de la oposición de algunas empresas encuestadoras y de los “objetivos” corresponsales y observadores extranjeros, que miran nuestra realidad desde la óptica de sus propios prismas. Lo cierto es que Chávez Frías corre el riesgo de ser el primer Presidente en la historia del mundo que es desalojado del poder por mandato popular, debido a su pésima gestión de Gobierno. Y lo sabe. Y el Presidente Chávez Frías y sus seguidores saben, además, que no solo se juegan el poder; saben que ahora serán juzgados por el voto popular, pero luego tendrán que responder por muchos desmanes durante su gestión, al restituirse la verdadera democracia, el estado de derecho, el sistema de justicia y la independencia de poderes.
Veremos cuál será la reacción tras conocerse el resultado el domingo en la noche. Me atrevo a predecir que si el resultado favorece al NO y se queda el actual Presidente, la natural y gran frustración de la oposición se convertirá una vez más, como ya ha ocurrido, con redoblados ánimos para dar la pelea a nivel de elecciones regionales, legislativas en 2005 y presidenciales en 2006. Pero si la victoria favorece al SI, a la oposición, no estoy tan seguro, a pesar de las cínicas declaraciones de J.V. Rangel y el propio Chávez Frías, que aceptaran mansamente la derrota. Después de todo, y a pesar del “golpe de la oposición” del que habla el periodista Juan Forero, ¿De que lado están los muertos, las victimas, los torturados y los presos desde que Chávez Frías asumió el poder?
Las cartas están sobre la mesa; por parte de la oposición se ha hecho todo lo que se ha podido, todo lo que los recursos permitieron. Para lo que no se hizo, ya no hay remedio, ni tiempo de lamentarse. Podemos reconocer objetivamente errores, analizar las fallas cometidas; pero ¿Es tolerable que ese análisis a destiempo o con evidente intención personalista se utilice para sembrar desmoralización y abonar el terreno al enemigo? Lo que queda es rematar la jornada. Ir temprano a las mesas y no moverse de allí hasta la hora que sea, hasta que el último voto sea depositado. Es imperativo redoblar los esfuerzos para sobreponerse a las trampas que tiene preparadas el CNE con las “cazahuellas mata votos”, con la eliminación de miembros de mesa a última hora y los demás trucos que inventaran a última hora. Solo una avalancha de votos, contra el pesimismo y las predicciones agoreras, será la garantía de triunfo
(*): Politologo