La trampa está tendida…
… y me temo que caímos en ella.
La noche del día de la elección presidencial, luego de que la rectora Lucena anunciara el resultado otorgándole el triunfo al ilegítimo por un escaso margen, el Rector Vicente Díaz pidió la revisión de los votos. En un comunicado dijo que la revisión de 100% tendría por objeto «ratificar la consistencia entre los comprobantes de los votos y los resultados del sistema automatizado de votación».
Esa misma noche el candidato opositor, Henrique Capriles dijo: «le exigimos al CNE que se abran todas las cajas y que cada voto de Venezuela sea contado. Vamos a hacer todo para que la verdad se conozca».
Por su parte, el proclamado vencedor, en el discurso que pronunció después del anuncio del CNE, dos veces consecutivas manifestó que no tenía problema en que se cuenten los votos. «Quieren una auditoría. ¡Bienvenida la auditoría que quieran hacer!
Casi simultáneamente el Secretario General de la OEA y el Canciller español se manifestaron a favor de la exigencia del conteo de los votos. Lamentablemente –y vergonzosamente bajo el chantaje del presidente ilegítimamente electo– el gobierno español dio marcha atrás y cambió de posición. Estados Unidos ha mantenido firme su acompañamiento a la exigencia del conteo y otros gobiernos, de manera tácita o muy discretamente la apoyan.
Los venezolanos –en todo caso la mitad del país que apoyamos a Capriles– acogimos con entusiasmo y regocijo la solicitud del conteo del 100% de los votos. Esa solicitud contribuyó a mitigar los sentimientos de indignación y frustración que produjo en los venezolanos la atribución del triunfo al candidato oficialista.
La oposición se movilizó para apoyar la exigencia del reconteo. El régimen calificó de conspiración esa movilización y arremetió cruelmente contra indefensos manifestantes causando una cantidad insólita de muertes, heridos y detenidos. La ciudadanía ha respondido mediante el recurso al «cacerolazo». Por su parte el régimen pretende acallar las cacerolas con cohetes, cohetones y hasta cañonazos.
La respuesta del CNE no se hizo esperar, la rectora Lucena dijo: «El candidato Capriles ha anunciado exigencias a este poder electoral y ha desconocido los resultados anunciados por este organismo. No serán el acoso, la amenaza o el amedrentamiento las vías para recurrir al Poder Electoral».
La unidad democrática representada por el Comando Simón Bolívar ha sido firme y categórica en la exigencia de que se deben contar la totalidad de los sufragios emitidos el 14 de abril. Mientras tanto, el oficialismo continuó lanzando baldes de agua fría a la oposición. La presidenta del Tribunal Supremo de Justicia, adelantándose a los hechos declaró que la Ley no permite contar manualmente los votos. A su vez, la presidenta del CNE recomendó a la ciudadanía que «no se haga ilusiones porque no habrá recuento de votos». Agregó que el recuento de votos no está previsto en el sistema electoral venezolano.
Durante la reunión de emergencia de la cumbre presidencial de Unasur celebrada el jueves 18 varios jefes de Estado deben haber presionado al ilegítimo y lo convencieron de que aceptara el recuento de los votos. De allí que esa misma noche el CNE anunció que aceptaba proceder a la auditoría del 46% de las mesas que no fueron auditadas al final de la votación del domingo 14. Ese anuncio fue acogido favorablemente por el Comando Simón Bolívar como que constituye la aceptación de la exigencia del conteo del 100% de las papeletas depositadas en las urnas y ya ha designado el grupo de personas que lo representará en la auditoría.
El sábado 20 por la tarde la rectora Sandra Oblitas, presunta sucesora de Tibisay Lucena en la presidencia del CNE, sostuvo una rueda de prensa en la cual dijo «claro y raspao» que la auditoría del 46% de las mesas no implica recontar los votos y que su única finalidad es llevar a cabo un proceso eminentemente técnico de verificación de la «correspondencia entre los datos producto del acto de votación, referidos al número de votantes y observaciones reflejadas en el acta de escrutinio, con relación al proceso de votación desarrollado durante el evento electoral». Repetidas veces insistió en que no habrá reconteo de los votos y que los resultados anunciados son irreversibles. «Esta auditoría no es un reconteo de votos ni tiene como objeto alguno la revisión de los resultados. «No hay conteo de papeletas».
O sea, que la auditoría no es sino una formalidad para tranquilizar a todo el mundo, una «chupeta» para que nos distraigamos y nos olvidemos del fraude, para validar el resultado anunciado por el CNE y relegitimar al CNE.
Moraleja: A propósito de pajaritos, seguimos creyendo en «pajaritos preñados». Nos estamos prestando a una trampa más del CNE. ¿Cuál es, entonces el objeto de participar en una auditoría cuyo resultado no solamente está anunciado categóricamente sino anticipadamente cantado?