La tragedia comunicacional de Venezuela
El espectáculo que esta dando Venezuela a escala internacional es deprimente, y luce desvanecedor de los escenarios optimistas que se habían hecho algunos medios y organismos del exterior. Usando las viejas técnicas de propaganda, el gobierno autoritario de Hugo Chávez insiste en negar todo lo que esta a la vista de la opinión publica, y por cuya obviedad, es altamente difícil de disfrazar.
Las contradicciones que a diario exhiben los funcionarios del régimen para explicar las acciones violatoria de las normas y la ineptitud de su gestión están a la orden del día. Cuando vemos a Chávez enloquecido, gritando toda clase de improperios contra el presidente de los Estados Unidos o cualquier dignatario mundial; o a Ministros que aseguran que el viaducto no se caerá y en menos de 24 horas de desploma la principal arteria vial del país, concluimos que definitivamente la revolución, además de otros problemas, esta atravesando por una grave crisis en materia de estrategia comunicacional.
Las desarticulaciones comunicacionales se observan en todos los voceros chavistas y hasta en los periodistas que ensayan, sin éxito, presentar los logros inexistentes del proceso.
Queda claro que el gobierno no cuenta con gente capaz de hacer frente al caos que atraviesa. Ante la ausencia de un Joseph Goebbels, perverso pero genial ministro de información y propaganda de la Alemania Nazi, la revolución bolivariana nombra y repite en los cargos a personajillos caducos y corruptos, que además de haber demostrado un alto grado de ineficacia e ineficiencia en otras tareas previamente asignadas, miden sus talentos y capacidades de acuerdo al nivel de “jalabolismo” que ejecutan a diario con su comandante golpista.
El nombramiento de Willian Lara como Ministro de Información, en sustitución del incompetente Yury Pimentel, o la repetición en el cargo de presidente del Canal 8 de Romero Anselmi son una muestra del dilema de Chávez, quien dotado de una extraordinaria capacidad comunicacional y de manipulación, se encuentra rodeado de un ejército de ineptos que no logran armonizar una política comunicacional eficiente que, como es bien sabido, representa la columna vertebral para todo régimen dictatorial y de corte fascista.
Y es que en materia de ineptitud, pareciera haber una competencia en el régimen. Teniendo periodistas presos, sale a la palestra el vergonzoso y arrodillado, Isaías Rodríguez diciendo que Gustavo Azocar esta preso no por ser comunicador social sino por delincuente pero antes de concluir la rueda de prensa advierte que el caso de Azócar es político. ¿Quién entiende al Fiscal?.
José Vicente Rangel, por su lado, asegura que no hay periodistas presos y que muy por el contrario en Venezuela hay un respeto irrestricto a la libertad de expresión. El vicepresidente y ex periodista no menciona en sus declaraciones las leyes y sanciones penales de la revolución que obligan a la prensa a la censura y la autocensura. Tampoco los casos de Azocar, Pacheco, Poleo o de Salazar, por solo mencionar algunos ejemplos.
Paralelo a que Rangel asegura que el gobierno de Hugo Chávez se ajusta a la normativa Constitucional y legal y que respeta la libertad de expresión e información, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia ratifica la vigencia de los artículos del Código Penal que sancionan, con penas privativas de libertad, las ofensas a altos funcionarios públicos, al ratificar los efectos de la sentencia 1.942 dictada el 15 de julio de 2003.
El genuflexo magistrado Jesús Eduardo Cabrera, del TSJ ordenó la reedición y publicación, en Gaceta Oficial de los artículos 222 y 225 de la Ley de Reforma Parcial del Código Penal que entró en vigencia el 16 de marzo de 2005. Esto como para que no quede duda que irán a la cárcel aquellos venezolanos que se les ocurra criticar a cualquiera de los corruptos miembros de la administración publica.
Vale recordar que el artículo 222 vigente indica: «El que de palabra u obra ofendiere de alguna manera el honor, la reputación o el decoro de un miembro de la Asamblea Nacional, o de algún funcionario público, será castigado del modo que sigue, si el hecho ha tenido lugar en su presencia y con motivo de sus funciones: 1) Si la ofensa se ha dirigido contra algún agente de la fuerza pública, con prisión de uno a tres meses. 2) Si la ofensa se ha dirigido contra un miembro de la Asamblea Nacional o de algún funcionario público, con prisión de un mes a un año, según la categoría de dichas personas».
Amen del Código Penal, esta vigente la Ley Mordaza y para colmo el Seniat y CONATEL que junto al poder judicial revolucionario, han creado un sistema de terror que amenaza a la sociedad toda, incluyendo a los mismos chavistas que se resbalen o abran la boca para denunciar sus propias atrocidades.
Para colmo, se debe recordar la decisión del Ministerio Público, bajo la firma del juez Sexto de Control, Florencio Silano, que impuso censura previa en el caso del homicidio del fiscal Danilo Anderson, pues ordenó la divulgación de actas del expediente y en especial, las relacionadas con la vida privada del testigo clave Giovanny José Vásquez De Armas.
Frente a las críticas hechas desde Ecuador por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), los tarifados soldados de la revolución no logran articular argumento creíble. Frente a la afirmación de la SIP que advierte al mundo que los órganos de los poderes públicos están subordinados a la voluntad del presidente Hugo Chávez, y que han coadyuvado de manera flagrante a la limitación de los derechos a la libre expresión y a la información en la sociedad venezolana, el gobierno asegura que todo es una conspiración y Chávez sale con una actitud enfermiza a pagar con el presidente de los Estados Unidos su rabieta de saberse descubierto ante el mundo.
Chávez busca tapar con insultos, la clara, manifiesta e inocultable inspiración totalitaria de su gobierno de Chávez, y las denuncias sobre las violaciones acometidas contra periodistas, los medios de comunicación independientes la ciudadanía en general.
La pobre parodia de la revolución ya no tiene quien le crea y todos los disfraces de ya no pueden cambiar la triste realidad: ni bonita, ni democrática, el proceso bolivariano es una cloaca andante que se soporta única y exclusivamente en el robo multimillonario de la renta petrolera.