La tecnocratización de la política
Si algo define el actual contexto mundial de la política y del ejercicio gubernamental en la sociedad del riesgo (Ulrich Beck) son las crecientes dificultades que existen alrededor de la planificación, toma de decisiones y gestión como tal. Tanto en la esfera política como en la económica, registramos una tendencia creciente de complejización de las decisiones.
Diremos que el problema y distorsión en la toma de decisiones, se genera por la presencia y aumento considerable de problemas y contingencias de diversa naturaleza por un lado, acompañado de no disponer de los recursos humanos, tecnológicos, económicos, por otro, o por el contrario contamos con recursos económicos, humanos, institucionales y tecnológicos, pero estos nos están acompañados de un uso y manejo racional, justificado y guiado por la sensatez, pertinencia y conocimiento experto.
De manera que las dificultades habituales para acceder a un amplio cocimiento y abanico de opciones alrededor del acontecer político y de parámetros (criterios) de evaluación, se han incrementado notablemente a medida que las demandas y problemas aumentan y la propia política y el ejercicio gubernamental se complejiza.
El problema que nos atañe en la Venezuela contemporánea dominada por el chavismo, radica en que las decisiones políticas (algunas vitales y transcendentales) no sólo se están dejando en manos de inexpertos, cogollos, cúpulas y amigotes leales al “proceso”, sino que lo peor del caso, es que no se apoyan en un soporte técnico, en la competencia, en la pertinencia y en llamado “conocimiento experto”.
Son demasiadas las dependencias y direcciones que se han puesto en manos de personas y equipos ajenos a la gestión publica y el ejercicio gubernamental, además se observa una clara tendencia de militarización de la administración publica desde los ministerios, pasando por las embajadas hasta PDVSA. Es importante no perder de vista que tanto el ejercicio gubernamental y el manejo de la economía no son cuestiones banales y domesticas, sino que requieren de preparación y de asesores de primera línea, más aún en situaciones de crisis donde la duda, la incertidumbre y la improvisación no tienen cabida y deben sustituirse por la preparación, el talento, y el conocimiento especializado.
La dinámica modernizadora que demanda la nueva administración publica no sólo esta referida a un nuevo concepto en la amera de disponer, planificar y ejecutar los dineros públicos, sino además se propone un reordenamiento del poder burocrático, buscando que estos no obstaculicen los procesos administrativos, finalmente no puede estar ausente en esta nueva concepción de la gestión de lo público, una optimización y maximización, no solo de los recursos económicos , sino además de los recursos institucionales, tecnológicos y humanos que se disponen para tal tarea.
Coincidimos con muchos autores al señalar que uno de los dilemas y fallas de nuestros gobernantes y administraciones públicas, radica en no contar con instituciones, procedimientos y funcionarios adecuados para una eficiente gestión, la inadecuación de estos factores condiciona desde ya el éxito de cualquier gestión, de allí la búsqueda de una armonía y adecuación de las mismas. No postulamos necesariamente un gabinete o más aún una Asamblea Nacional integrada por expertos, intelectuales o tecnócratas, pero si estamos convencidos de la ayuda y del asesoramiento que el CONOCIMIENTO EXPERTO y la inteligencia especializada puede brindar al país, sobre todo en el momento actual dominado por las incertidumbres y problemas que demandan como en ningún otro momento de la competencia y del saber.