Opinión Nacional

La Semana Mayor

Escribimos estas notas el Domingo de Ramos, inicio de la tradicional Semana Santa. Los católicos recordamos y vivimos en estos días los momentos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Demás está decir que hace cerca de dos mil años Jesús entregó su vida, bajo crudas y sumamente dolorosas circunstancias, para la salvación de la humanidad entera, incluidos los que hoy vivimos en esta tierra y los que vendrán después de nosotros y, lo más importante, al tercer día resucitó de entre los muertos, lo que sirve de fundamento principal a nuestra fe. Como lo escribió San Pablo “si Cristo no hubiera resucitado, vana es nuestra fe”, vale decir, hubiera sido un sacrificado más del que hoy se diría que fue injustamente sentenciado a morir, sometido a uno de los métodos de tortura del ser humano más atroces como lo es la crucifixión, pero no hubiera pasado de allí. Si en algo se funda la fe de los cristianos, es precisamente porque sabemos que Jesús resucitó.

Sin embargo llama la atención el hecho de que por estas fechas, muchos católicos deciden más bien tomarse unos días de vacaciones, como si fuera un Carnaval o un puente más de los que nos encontramos en el calendario de los días de fiesta. Hemos visto como ya desde el Viernes de Concilio, antes del Domingo de Ramos, muchas oficinas trabajaron a media máquina o no tuvieron actividades en estos días anteriores a la Semana Santa, como para permitir que el personal pudiera salir de manera anticipada a disfrutar de unos días feriados un poco más largos.

El calendario oficial, que año tras año se publica con los días feriados y que sirve, entre otras cosas, para regir las relaciones de trabajo, incluye el Jueves y Viernes Santo como días no laborables, en el entendido que son días principales de la Semana Santa, dedicados a los momentos más importantes de la Pasión de Cristo, como lo fueron la última cena, la crucifixión y por supuesto, la resurrección que celebramos desde el Sábado para el Domingo, en la Vigila de Pascua, cuando culmina la Semana Mayor.

Estas circunstancias deben movernos a la reflexión sobre el significado de estos días y la importancia que los mismos revisten para quienes nos decimos católicos. Nadie niega el derecho al descanso, muy merecido para algunos, pero es también necesario, que durante esta jornada demos una reflexión para llevar el alma a la “dimensión divina”, y como dijo el padre Rivolta en un artículo publicado hace dos años, un Domingo de Ramos: “que aprovechemos estos días santos para hacernos esa higiene espiritual” y que tanta falta nos hace, agregamos nosotros.

Ojalá que en estos días además de descansar y ver nuestros familiares lejanos, actuemos con la moderación necesaria y nos demos también un tiempo para acudir a los templos, vivir la espiritualidad de los días santos, y así renovar nuestra fe y cargarnos de fuerza espiritual, para enfrentar las duras tareas de nuestro quehacer usual. Que así sea.

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