Opinión Nacional

La segunda muerte de la reforma constitucional

Si Chávez pensaba que derrotada la reforma constitucional en el referendo del 2 de diciembre pasado, podían buscarse “caminos verdes” para aprobarla por cuenta gotas y sobre aspectos parciales de sus propuestas, pues acaba de recibir un nuevo KO con el rechazo fulminante que encontró el mamotreto que trató de hacer pasar como “cambio de diseño curricular”.

Una antología de ofensas al sentido común, al buen gusto, a la gramática y a las lecciones de historia elemental que nos contaban los abuelos, plagada de incoherencias y contradicciones, no se sabe si calcada de la Corea de Kim Jong-il o del Zimbawue de Mugabe, y por tanto, abucheada, rechazada y derrotada por los venezolanos de manera absoluta, total y definitiva.

Pero que Chávez, sin embargo, insistirá en camuflar y reoxigenar sin duda que en espera de que el viento cambie a su favor para terminar imponiéndola, pues dice ahora que el adefesio debe continuar debatiéndose para a la vuelta de un año someterla a un referendo.

Lo que ignora el comandante-presidente, o simula ignorar, es que las disposiciones constitucionales no pueden ser objeto de referendos y solo admiten cambios por mecanismos contemplados en la constitución misma que habla de “constituyente”, pero nunca de consultas refrendarias cuyos resultados afectarían el espíritu y esencia del contrato social.

De modo que la segunda muerte de la reforma constitucional con el rechazo al “cambio de diseño curricular”, debe ser ocasión para que la oposición democrática se faje y enfrente en la calle los próximos intentos de camuflarla, de remacharle a los venezolanos un modelo que ya fue abortado con los resultados del referendo del 2 de diciembre y no puede sobrevivir en trampas, golpes de mano y triquiñuelas.

En otras palabras, que el pueblo venezolano debe obligar a Chávez a reconocer su derrota, vía imposición de la victoria popular que no estuvo, por cierto, sujeta a discusión y barajos, sino que surgió de un resultado electoral contundente, reconocido y aceptado por todos.

No puede, en consecuencia, permitírsele al teniente coronel andar como un saltimbanqui por los meses o año que le quedan en la presidencia de la República, diciendo una cosa hoy y otra mañana, desbaratando con los pies lo que hace con las manos, sin encontrar en que palo ahorcarse, en la crisis de identidad que lo lleva persistentemente del odio al amor o del amor al odio, creando repúblicas aéreas que duran solo el soplo que lo lleva de un delirio a otro, y haciéndole perder, en definitiva, al país la que es sin duda su última oportunidad para insertarse en la mundialización y el siglo XXI.

Los vecinos de la urbanización La Carlota protestando y obligando a Chávez a renunciar a edificar un complejo habitacional para militares en unos terrenos destinados originalmente para construir un parque, así como las manifestaciones que bajo el lema de “No me la calo” realizan los habitantes del Estado Táchira contra el desabastecimiento de alimentos y combustibles y las denuncias de diputados oficialistas y funcionarios de la administración contra la extrema corrupción que se ha vuelto el signo de la revolución y el gobierno, son algunos de los ejemplos que podemos citar de cómo son los mismos ciudadanos quienes se empeñan en que Chávez oiga la voz del pueblo y no continúe haciéndose el sordo, pero no el mudo.

Que es seguramente con lo que saldrá hasta las elecciones para gobernadores y alcaldes de noviembre próximo, cada vez, por supuesto, con menos impulso y eficacia y rodando por el dilema, o de salir del poder en cuestión de meses, o decidirse a gobernar como un prisionero, como un prisionero de la constitución, que es lo que le corresponde a todo jefe de Estado constitucional y democrático.

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