Opinión Nacional

La ruptura Chávez-Baduel: impedir el colapso del proyecto popular

1. Lo que está en juego

La convocatoria pública del ex General en Jefe y Ministro de Defensa venezolano, Raúl Isaías Baduel, de votar en contra de la reforma constitucional propuesta por el Presidente Hugo Chávez y avalada por la Asamblea Nacional, ha sacudido un orden nacional que parecía estable. Al mismo tiempo, ha abierto una fase de incertidumbre que podría tener graves consecuencias para el proyecto popular venezolano y la integración bolivariana de América Latina. Entender las causas objetivas, posibles consecuencias y soluciones de este conflicto es, por lo tanto, fundamental para evitar un triunfo de la oligarquía y del imperialismo.

Pese a tener una relación personal de aprecio de muchos años con ambos personajes, no haré una apología de ninguno de los dos protagonistas, sino un análisis racional que pretende contribuir a una solución progresista de la grave situación. Una variable clave para entender el conflicto es la personalidad de ambos militares, pero no es el momento de introducir esa variable en el análisis.

2. Las causas del conflicto

Las acusaciones de que Baduel se ha vendido a la extrema derecha, que su anticomunismo le ha ganado o que es un traidor, no llevan al meollo del problema. Desde que fue Comandante de la 42 Brigada de Infantería de Paracaidistas, ha habido muchos intentos de sobornarlo y varias conspiraciones para asesinarlo y no ha claudicado ante ninguna. Es un hombre que actúa por convicciones, no por conveniencias y ésa es la razón por la que se enfrentó al golpe del 11 de abril, pese a que los golpistas lo trataron de sobornar para que colaborara. Y el hecho de que no participó el 4 de febrero y 27 de noviembre tiene su explicación, que los líderes involucrados conocen y que algún día será pública.

La afirmación de que se autoexcluyó del proyecto bolivariano del Presidente, con su posicionamiento del 5 de noviembre, contra la reforma, es la clave para entender la actual situación. Baduel no pudo autoexcluirse del proyecto gubernamental, porque ya estaba excluido. Estaba marginado, y la responsabilidad principal de esta marginación es del gobierno.

3. El modelo de Lucius Quinctius Cincinnatus

Al salir del Ministerio de Defensa en julio del 2007, el General declaró que se iba a retirar un tiempo de la vida pública para trabajar en su finca y reflexionar sobre su futuro como hombre público, tal como había hecho el cónsul Lucius Quinctius Cincinnatus hace 2.500 años en Roma. El lunes, 5 de noviembre, esa fase de meditación terminó con la dramática irrupción pública en el debate de la reforma constitucional.

Hay, sin embargo, dos diferencias fundamentales con el modelo histórico: a) el General no fue convocado por las fuerzas del Estado para “salvar a Roma”, sino motu proprio, por su propia iniciativa y, b) escogió el momento y el terreno que garantizara el máximo efecto del golpe de sorpresa que iniciara su carrera política del futuro. Parte del efecto consistió en que unos 18 días antes todavía había apoyado públicamente la reforma constitucional.

Están en lo cierto, sin embargo, los observadores que constatan que había señales inconfundibles públicas de preocupación en Baduel frente a la evolución del proyecto bolivariano que él veía: tales como el escaso vigor en el combate a la corrupción, el desarrollo inflacionario de la economía, la discrecionalidad en el uso de los ingresos de PdVSA y la falta de definición de la institucionalidad del Socialismo del Siglo XXI.

4. La ofensiva del General procura ocupar el centro político del país

El terreno del golpe político escogido por el General fue la reforma constitucional y el momento, el inicio de la campaña oficial por el Sí, y de las protestas violentas de la derecha. Raúl Baduel es un extraordinario militar con visión estratégica lo que explica el contenido y el momento de la declaración pública. Contrariamente a lo que dice la propaganda oficial y el sectarismo, no es un hombre de la extrema derecha que, por definición, es extra-constitucional, sino un hombre de leyes. Su pronunciamiento a favor de la Constitución de 1999, contra la aglomeración excesiva del poder ejecutivo, es el discurso para ocupar el centro político del país.

Careciendo de una organización nacional y de fondos adecuados para iniciar una campaña política nacional, el general convirtió la creciente controversia sobre los contenidos y procedimientos de la reforma constitucional en lo, que en términos militares, es la reserva estratégica de un beligerante: una fuerza preorganizada en stand by, para fines ofensivos o defensivos eventuales. En la dramática situación del lunes, después de las manifestaciones en pro y contra de la reforma, una declaración del tipo que hizo, le daría de inmediato un foro mundial mediático y, dentro de Venezuela, un liderazgo en el centro político, que el país ahora no tiene.

5. La ruptura con el Presidente y la batalla decisiva

La declaración del General significa, como es obvio, la ruptura abierta con el Presidente y el proyecto bolivariano, que el mandatario está configurando desde 2003 a la fecha. El momento escogido puede parecer brutal, porque inicia una “guerra” sin cuartel al estilo de Bolívar. El retiro inmediato de las escoltas del General y de su familia, por parte del Ministerio de Defensa, al terminar la conferencia de prensa, es uno de los ejemplos de esta situación. Pero es obvio que Baduel consideraba todas las naves quemadas y que, al pasar a la ofensiva, juzgó que el golpe tenía que ser contundente.

La intervención del General equivale a una batalla decisiva, porque si el Presidente no gana el referendo o si no lo gana al menos con el 60 por ciento de los votos, estaría obligado a convocar nuevas elecciones. Es decir, la convocatoria al “no” es mucho más que una simple cuestión electoral o un debate sobre prerrogativas constitucionales del Estado y del pueblo: es, por ahora, la batalla decisiva sobre el proyecto de país configurado por el Presidente en los últimos cuatro años, desde el “socialismo a la venezolana” hasta los cambios fundamentales que se pretenden introducir en la Constitución de 1999.

6. Venezuela entra en una fase de incertidumbre

Es indudable que la intervención del General ha causado dos efectos importantes: a) ha reforzado a todas las fuerzas del “No”, desde los radicales hasta los moderados; esta es una responsabilidad histórica de enormes dimensiones que sin duda pesará sobre la conciencia del General hasta el fin de su vida; b) ha anulado la abstención como opción.

Sin embargo, es difícil prever con precisión las consecuencias. Raúl Baduel ha perdido, sin duda, el gran apoyo que tenía dentro del “Chavismo” duro. Habrá que ver, si el apoyo que gana en el Centro y con los bolivarianos decepcionados, puede compensar esa pérdida de capital político. De parte del Presidente habrá que ver si logra movilizar contingentes de electores en su favor, que antes estaban indecisos o inertes.

Dentro de este cálculo es necesario recordar que una característica política de Venezuela es que, desde el año de 1999, el gobierno no ha logrado reducir el bloque opositor, que tiene una base dura de alrededor de 35 a 40 por ciento de la población; lo que es una plataforma bastante alta para un salto hacia el gobierno, en cualquier crisis.

7. La salida: alianza estratégica entre Chávez y Baduel

Con el peligro de una derrota, absoluta o relativa del “sí”, se abre nuevamente una fase tendencialmente caótica en Venezuela que en pocos años podría terminar con el gobierno de Hugo Chávez. Y sí Chávez sale del Palacio de Miraflores, la integración de América del Sur podría pararse. Esto es lo que está en juego.

Para evitar ese futuro incierto e impedir que la derecha y el imperialismo puedan hacerse con el poder en Venezuela, será necesario que Chávez y Baduel lleguen a un acuerdo negociado que se base en una alianza estratégica entre el Centro político del país y el Bolivarianismo. Sería conveniente dejar de sacralizar la nueva Constitución y verla por lo que es: un modus vivendi normativo construido sobre la correlación de las fuerzas reales en un momento histórico. Si no, se corre el peligro de pagar el precio político que está pagando Evo Morales en Bolivia, por la Asamblea Constituyente.

Es evidente, que la nueva Constitución no es necesaria para avanzar el carácter antiimperialista y popular del proceso bolivariano que encabeza el Presidente en los ámbitos nacional e internacional, ni tampoco es necesaria para avanzar hacia el Socialismo del Siglo XXI. Y es igualmente obvio que el modelo actual tiene una serie de debilidades estructurales, que pueden hacer crisis el próximo año, particularmente en la economía y en la falta de dialéctica en los órganos de conducción del país.

A la luz de lo que está en juego para el pueblo venezolano y los pueblos latinoamericanos, un pacto estratégico entre ambas fuerzas no sólo es necesario para proteger el proceso, sino también, para volver al espíritu democrático colectivo original del Samán del Guere. Quien piense que esto es imposible después de la declaración de Raúl Isaías Baduel está olvidando el conflicto entre el teniente coronel Arias Cardenas, del MBR-200 y el Presidente Hugo Chávez.

En el año 2002 Arias Cárdenas dijo textualmente durante un programa en vivo en el canal RCTV que Chávez era un «asesino”, una “persona enferma, paranoica” y “jefe de esa banda de delincuentes” que está en el gobierno. Años después fue nombrado por el Presidente como Embajador de la República Bolivariana de Venezuela ante las Naciones Unidas y hoy es el jefe del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en el estado más poderoso del país, el Zulia.

La política es el arte de las alianzas posibles y, a la luz de lo que está en juego, la responsabilidad histórica ineludible de ambos ex compañeros de armas, Hugo Chávez y Raúl Isaías Baduel, es resolver la crisis política actual y económica futura, de tal manera que la oligarquía y el imperialismo no puedan adjudicarse otro triunfo estratégico en la Patria Grande.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=58708

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