La risa, remedio infalible
El título, fusilado de una vieja revista acusada de ser órgano informativo de la CIA, representante del imperio, etc. es una “real realidad”. El pasado domingo salí muy temprano a dar la saludable caminadita y luego a comprar los periódicos. Es auténtico. Lo certifico. Tras creer morirme de la risa, sentí un sereno bienestar. Creo que cuando el humano ríe desmedidamente se incrementa su circulación, oxigena el organismo y obtiene tantos beneficios que circunstancias similares deberían repetirse a menudo. ¿La causa de la risa? Simplemente y anunciadas por otras personas largo tiempo atrás: Las declaraciones del bonachón fiscal Doctor Isaías Rodríguez: “Geovanny Vásquez me engaño” ¿Y como no lo iba a engañar?. Si decían que era un rolo de vivo, un embustero, un estafador y los infames medios de comunicación no lo insultaron más porque se hicieron prohibiciones al respecto. Pero nuestro Fiscal ni siquiera sospechó. Cual buen creyón prismacolor quiso creer todo lo que le dijo Vásquez. Igual que la doncella de 15 años engañada por el hábil seductor. Un ramillete de inocencia. Lo malo fue que ese candor trajo como consecuencia la privación de algunas libertades a un grupo de venezolanos, presuntamente presentes en una reunión en Darién. ¿Y para que reunirse en Darién, cuando en Venezuela hay tantos sitios donde reunirse sin que nadie se entere? Es más fácil enterarse sobre una reunión de personas notables ocurrida en Australia que si lo hacen en el apartamento de un amigo. Las vigilancias, seguimientos e intervenciones son fáciles de burlar y además, el gobierno, con todo lo malo que se habla de él, no va a irrumpir de repente en la residencia de Don Juan de los bichos aquellos. Tal vez mis lectores me acusarán de pendejo pero eso no tiene nada de vergonzoso. Si el fiscal se dejó engatusar por un supuesto pillo, que quedará de este humilde escribidor. En fin, el Doctor Isaías debería volver a Maracay y todas las tardes, con su paltó al hombro, presentarse a la Casa de los Andes como lo hacía hace algunos años, a jugar su dominocito y tomarse su cervecita, que aún tiene allí amigos. Luego, a casita. A empantuflarse. A ponerse una de esas cómodas cholitas hechas por las artesanas larenses y falconianas, tejidas en pabilo. En la izquierda generalmente tienen bordadas las letras RECU y en la derecha el complemento ERDO. Y en la frescura del hogar ponerse a escribir bellas poesías con sus chancleticas del RECUERDO.
Pero las sorpresas no terminaban allí. Al día siguiente se fugaron cuatro importantes presos de un penal militar. No fue lo que hizo mi primo Perfecto cuando se le escapó a los policías de San José de Seque y tras amarrarles la puerta de la prefectura con las medias, les gritó jodedoramente: ¡Hey policía, se te escapó el preso¡ Porque si hazaña fue lo de la fuga del San Carlos, esta se lleva el premio mayor. En aquella fuga tenían un arabito escarbando un túnel para ayudar. En este no hubo esa ayuda. Tal vez contrataron a David Copperfield porque de lo contrario los militares que cuidan a los presos son unos “bolsas” pues no puedo creer que sean unos traidores o unos vendidos, quienes son miembros de nuestra honorable y constitucionalista Fuerza Armada. Y de serlos, más bolsas son los que los seleccionaron o supervisan. Y lo grave es que si cuatro presos, harto conocidos hasta por el perro de la plaza de San Juan de los Cayos, se les escapan, que no será capaz de hacernos el imperialismo del norte, con sus fuerzas Alfa, sus CIAS, sus Harry el Sucio o sus Rambos, sin considerar el MI15 inglés que seguro meterá baza y el Mossad (¿Así se escribe?) israelí que también nos querrá destruir. Menos mal que Superman no sale de Metrópolis porque así nadie nos salvaría. La verdad que estoy asustado. Tiemblo de pavor al saber lo inermes que estamos con la protección de lo que parece ser una montonera de bobos..