La Revolución del 2013
Me ha dado por pensar en la construcción. Raro. Nada sé de albañilería, ni de adobes, ni de tejas, ni de columnas o paredes. Soy, o he sido hasta ahora, una consumidora recurrente de habitaciones construidas por otros.
Pero me ha dado por pensar en la construcción. Estamos siendo hábiles, realmente hábiles, en la construcción de escombros. No me refiero a derruir lo que ya existía, y que ha sobrevivido a tormentas y vendavales. Tampoco me refiero a construcciones a medias, con huecos para las ventanas pero sin ventanas, paredes sin friso y techos que simplemente no están. Quiero decir que estamos construyendo de una vez, sin pasos previos, los escombros. Es una sofisticación de la transitoriedad. Obviar las etapas intermedias. Ser “eficientes”. Total, si todo va a terminar en escombros, ¿por qué no construirlos desde el principio?
A este paso, más o menos para el 2013, calculo, toda Venezuela será un gigantesco patio de escombros. Nada quedará en pie. Ni un pedacitico. Menos, claro está, lo que los poderosos se guardan para uso, disfrute y usufructo. Porque eso sí lo cuidan. Nada de escombros, nada de destrucción.
Pero cuando Venezuela sea toda ella un escombro, entonces, ah entonces, surgirá la necesidad de una revolución, que supongo será bautizada algo así como “La Constructora”. A Bolívar lo dejarán en paz por algunos años, y pasaremos a rendirle culto a, por ejemplo, los fundadores del Colegio de Ingenieros de Venezuela. Culto, sí, porque este país necesita héroes. Siempre necesita héroes. Sin ellos, se sentiría extraviado.
Los humanistas la pasaremos peluda y negra. Cualquiera que no domine la regla de cálculo, será considerado “prescindible”. Un estorbo, pues. Los arquitectos pasarán a estar de moda, porque los ingenieros, grandes tutores del proceso, líderes indiscutibles de la “Revolución Constructora”, requerirán de sus servicios para que embellezcan las obras. Los bardos se concentrarán en textos para las placas de inauguración. A Dios gracias, no habrá discursos ni cadenas. La Revolución Constructora no requerirá de campañas publicitarias. Todos seremos felices. Hasta que… hasta que, ¡zas!, aparezca por la Academia Militar algún zoquete, de esos más inútiles que trineo en Bobures, y comience a sembrar ideas entre los cadetes y oficialía sobre la trascendencia del ser. Y ahí, como diría Mafalda, sonamos… Porque los militares decidirán que toca a ellos el deber patrio de fungir de salvadores. Llevan años convencidos que sin ellos todo se pierde, que en ellos reside la solución y la verdad. Imagino que la nueva revolución será “La Rescatadora”. La rescatadora de los escombros. Vaya, pues.
¿Es ése el futuro que queremos?
*Miembro de Primero Justicia