Opinión Nacional

La Revolución

«La Revolución, se llevó a cabo antes de que comezara la guerra. La Revolución estaba en las mentes y los corazones del pueblo.»

John Adams, 1818

Cuando la gran mayoría de los historiadores, otros intelectuales y políticos venezolanos, se refieren con reverencia, añoranza, admiración y respeto a «La Revolución», casi indudablemente se refieren a la Revolución Francesa de 1789 (en realidad ocurrieron en Francia, un variedad de movimientos revolucionarios entre 1787 y 1799, pero el clímax de esos movimientos -el punto final del antiquísimo sistema monárquico- fue en 1789); y casi con toda seguridad, ni se acuerdan que posteriormente, en 1830 y 1848 hubo otras dos «Revoluciones Francesas».

Lo peor, de esos recuerdos sobre «La Revolución», es que la inmensa mayoría de la gente pensante de Venezuela, ni siquiera está bien enterada, de una revolución anterior a la francesa (iniciada en 1775 -CATORCE AÑOS ANTES que la Revolución Francesa-) mucho más importante para nosotros, y mucho más cerca geográficamente a Venezuela: la «Revolución Americana».

Junio de 2003 -en Venezuela- es uno de los momentos más precisos y adecuados, para recordar el principal producto de esa Revolución Americana: las siguientes palabras que encabezan la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América:

«Nosotros mantenemos que estas Verdades son evidentes en sí mismas, que todos los Hombres son creados iguales por su Creador, con ciertos Derechos inalienables, que entre éstos están la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad- Que para asegurar esos Derechos, Gobiernos son instituídos entre los Hombres, derivando sus justos poderes del Consentimiento de los Gobernados, que cuandoquiera que cualquier Forma de Gobierno se convierte en destructivo de esos Fines, es el Derecho del Pueblo el de alterarlo o abolirlo, e instituír un nuevo GobiernoŠ».

Porque -palabras más, palabras menos- el espíritu de esas ideas de libertad, derechos humanos y democracia, son las mismas que contiene el Artículo 350 ­el último artículo- de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

El catedrático de la Universidad Johns Hopkins, Milton C. Cummins, y el autor y analista político, David Wise, publicaron en 1971 (Editorial Harcourt Brace Jovanivich, Nueva York) el libro Democracy Under Pressure, an Introduction to the American Political System (Democracia Bajo Presión, una introducción al Sistema Político Estadounidense), en el cual se encuentra el siguiente relato sobre a Revolución Americana:

«A comienzos de mayo de 1776, Thomas Jefferson bajó cabalgando la montaña desde Monticello, su hogar de Virginia, y se dirigió al norte para tomar su asiento en el Congreso Continental en Filadelfia. Había sido apenas un poco más de un año que las armas habían tronado en Lexington y Concord, pero las trece colonias americanas, aunque en guerra, estaban todavía bajo la jurisdicción de la Corona Británica.

Sin embargo, la independencia estaba en el aire, alimentada por las palabras de un fabricante de corsets británico, apenas recientemente llegado a América. Su nombre era Thomas Paine, y su panfleto Sentido Común, atacaba a Jorge III, el monarca británico, como el «Bruto Real». Las feroces palabras de Paine alborotaron a las colonias.

El 7 de junio, Richard Henry Lee, un compañero de Jefferson, delegado por Virgina, introdujo una resolución que declaraba que las colonias «son, y de derecho deben ser, estados libres e independientes». Cuatro días más tarde, luego de un apasionado debate, el Congreso Continental designó un comité de cinco personas, incluyendo a Jefferson, para que «preparase una declaración».

A sus treinta y tres años, Jefferson ya era conocido, en palabras de John Adams de Massachusetts, como un hombre con una «peculiar felicidad de expresión», y la tarea de redactar la declaración recayó en él. Jefferson completó su borrador en cerca de dos semanas. Sentado en un salón del segundo piso, de la casa de Jacob Graff, junior, un albañil alemán experto en enladrillado. Jefferson compuso algunas de las palabras más duraderas del idioma inglés.

El borrador de Jefferson, editado en alguna forma por Benjamín Franklin y John Adams, fue entregado el 28 de junio. El 2 de julio, el Congreso Continental aprobó la resolución de Richard Henry Lee declarando a las colonias libres de lealtad a la corona. La Declaración de Independencia no es el acto oficial mediante el cual el Congreso rompió sus relaciones con Gran Bretaña. Eso lo hizo la resolución de Lee. La Declaración; más bien, «tenía la intención de ser una justificación formal de un
acto que ya había sido ejectutado».

Durante dos días, el Congreso debatió el borrador de Jefferson, haciendo cambios y eliminaciones que Jefferson encontró dolorosos. No importa, lo que emergió ha resistido la prueba del tiempo. (La Declaración de Independencia de los Estados Unidos)».

En junio de 2003, nuestros intelectuales y líderes políticos, tienen la enorme responsabilidad histórica de conducir la «Revolución Venezolana», para librar al país de los traidores que pretenden inmolar a nuestra patria ante el altar del comunismo cubano.

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