Opinión Nacional

La retórica de la humillación

“No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución. Se hace una revolución para establecer una dictadura”. George Orwell, “1984”.

La violencia, el avasallamiento, el odio, el irrespeto y la indignidad, constituyen la estructura de un discurso que arremete a diario contra la construcción de la verdad social, que debe ser el producto del conjunto de subjetividades que la conforman. El que pretende ser el presidente de los venezolanos, encerrado en una torre mediática por sus mentores cubanos y asesores extranjeros, limitado a un mundo de dogmas anacrónicos y conjeturas confusas, de eslóganes, ficciones e ilusiones sin esperanzas de realización, con un lenguaje de odio y resentimiento, está imponiendo los estrechos límites de su visión unilateral al resto de la sociedad, imitando el estilo de su antecesor. En cualquier caso, a esa visión unívoca de la realidad la precede un lenguaje reduccionista y es parte de la psicopatía política del comunismo y de los totalitarismos de todo cuño.

Lenguaje totalitario

Según Jean Pierre Faye (Langages totalitaires, Hermann, París, 1972), el lenguaje totalitario es de por sí limitado debido a la exclusión que hace del resto de la sociedad que no piensa como su emisor. Es un lenguaje pervertido debido a la ilegitimidad, indignidad y deshumanización del individuo que trata de imponerlo, pues para lograrlo debe recurrir a la fuerza contra la voluntad de los otros, despreciando su dignidad, conduciendo al colectivo a espacios pre-políticos, pre-sociales, primitivos.

Por su parte, Yves Ternon (Guerres et Génocides au XXe siècle, Odile Jacob, París, 2007), afirma que el genocidio es el acto final de un discurso de discriminación, de agresiones verbales que prepara el terreno para expropiaciones, hostigamiento, persecuciones, deportaciones y masacres. El discurso del odio va abonando el terreno con anterioridad para propiciar las masacres. George Bensoussan (Idéologie du Rejet, Manya, París, 1993) y Ternon (L’Etat criminel), coinciden en que el lenguaje totalitario deshumaniza a las víctimas con la idea de eliminar el sentimiento de culpabilidad en sus ejecutores.

La retórica genocida

Según los autores citados, la retórica genocida es un uso consciente e instrumento de una política criminal del Estado. La primera etapa del genocidio es la supresión de la identidad de la víctima, cosa que se consigue a través de los insultos y la deshumanización del enemigo. El discurso político y la propaganda identifican al grupo a eliminar y preparan su destrucción. Mediante su previa desnaturalización, la futura victima es rebajada a un nivel inferior a lo humano, se la compara con un “gusano”, “parásito”, “tumor”, “cáncer”, “basura”, “podredumbre”, “excremento”. Al transformar a su víctima en eso, se ayuda al asesino o ejecutor a invertir el sentido del crimen como un acto de profilaxia. El asesino no se siente asesino, se siente “terapeuta” y actúa con sobrada impunidad.

La humillación como política de Estado

En su libro «1984», George Orwell describe la utopía totalitaria del comunismo con la analogía de una nación cayéndose a pedazos, dirigida por un gigantesco y abrumador aparato de propaganda que invade hasta los últimos intersticios de la vida privada del individuo: “Lo que importa ahora es controlar a la mente. La realidad esta en el interior de la cabeza. El poder real, el poder por el cual debemos luchar día y noche, no es el poder sobre las cosas, sino sobre los individuos. ¿Cómo aseguramos el poder sobre el individuo? Haciéndole sufrir. La obediencia no basta. El poder es infligir sufrimiento y humillaciones. El poder es destruir el espíritu humano en pedazos que se juntan después bajo nuevos patrones armados por nosotros. ¿Qué clase de mundo estamos creando? Un mundo de temor, miedo, traición, tormento. Un mundo de aplastadores y aplastados, un mundo que a medida que lo afinemos se volverá cada vez más despiadado. El progreso de nuestro mundo será el progreso hacia el sufrimiento, fundado sobre el odio. No habrá otras emociones que el temor, la rabia y la humillación”. Cualquier parecido con la realidad no es simple coincidencia. Nicolás Maduro, el mismo día en que negó el indulto navideño a los presos políticos, algunos de ellos moribundos, anunció en cadena audiovisual la creación de la misión humanitaria a favor de los perros de la calle ¿Alguien tiene dudas del mensaje?

Durante los años 15 del chavismo, la democracia en Venezuela ha dejado de existir al igual que su sistema de libertades y derechos, de progreso individual y colectivo. El drama en Venezuela se agrava debido a la falta de definición de la naturaleza del régimen por parte de los líderes, analistas y portavoces de la oposición. Un Estado totalitario manejado por la inteligencia militar cubana y sus secuaces locales, que busca imponer el comunismo para que una nomenclatura despótica y despiadada usufructúe las riquezas del país. Urge definirlo políticamente para, a partir de allí, trazar nuevas estrategias y consolidar la unión de los millones de demócratas que se encuentran hoy sin orientación y sin respuestas, así como proceder a desenmascararlo ante la comunidad internacional ¿Quién iluminará el camino?

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba