La razón y la barbarie
Una vez más ha quedado al desnudo el poder sin argumentos que necesita de la amenaza, la represión, el miedo y la violencia para prevalecer. El llamado a debatir ideas y planteamientos en igualdad de condiciones entre el Presidente y Vargas Llosa sólo quedó en un vergonzoso amago devenido en fuga por parte del provocador.
Y es que el poder sin inteligencia es un poder arbitrario, arrogante y contraproducente en una sociedad democrática respetuosa de su marco institucional. El lema de los militares franquistas fue nada más y nada menos que: “Muera la inteligencia”. A lo que el sabio Miguel de Unamano, Rector de la Universidad de Salamanca, respondió: vencereis pero no convenceréis.
El poder que no esté bajo el control de la sociedad y sus ciudadanos se vuelve arrogante y tiránico. La crítica y el libre pensamiento le son molestos. El poder sin límites se convierte en dictadura y autocracia. El Estado se asume en bandería de un partido o parcialidad en detrimento del todo. El gobierno deja de ser gobierno y se transforma en la voluntad hegemónica de un caudillo y sus partidarios.
El actual régimen les teme a los estudiantes, a las universidades autónomas y a los intelectuales, porqué sabe bien que ante la arbitrariedad, la razón siempre triunfa. Es por ello que rehúye el debate y toda posibilidad de dialogo.
El poder que aplasta necesita del silencio de sus opositores haciendo alarde de una ortodoxia y fanatismo dignas de una sociedad medieval o fundamentalista. El director de cine Michael Haneke, reciente ganador en el Festival de Cannes de la Palma de Oro, declaró que: Cuando alguien cree poseer la verdad sobre lo justo, se torna rápidamente inhumano, esa es la raíz de cualquier terrorismo político.
Situación que dramáticamente vive y padece el país en manos de los barbaros que han asaltado el país creyéndose dueños de la voluntad de todos.
ANGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCÁN
DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE LA UNIVERSIDAD DEL ZULIA
