Opinión Nacional

La piratería ideológica

Recientemente, el presidente Chávez aseguró que las medidas adoptadas en materia de tenencia agraria estuvieron fundadas en la doctrina social de la Iglesia Católica. Específicamente, dos encíclicas que dicen autorizarlo respecto al latifundio. No obstante, una vez más, puso al descubierto las flaquezas de quien dice impulsar un socialismo del presente siglo, sin que jamás haya dicho en qué consiste tamaño propósito.

Al coincidir sobre la naturaleza y consecuencias perniciosas del latifundismo, discrepamos de los procedimientos empleados, cercanos a un confeso revanchismo muy bien ilustrado por la ocupación de “La Marqueseña” y el testimonio que una vez rindiera el entonces candidato presidencial a Agustín Blanco Muñoz. Sintetiza, en definitiva, la pretensión de desconocer el derecho de propiedad que, lo hemos señalado en otras ocasiones, constituye hasta el presente una garantía para realizar el principio del destino universal de los bienes. Y, además de forjar una artificial polarización social, la modalidad no tardará en llegar al medio urbano.

El ideólogo del socialismo campamental no olvida, sino ignora el contenido y los alcances de la enseñanza social de la Iglesia Católica. Por una parte, la “Quadragesimo anno” de Pío XI del 15 de mayo de 1931, reconoce el derecho de propiedad y sostiene la contradicción entre la catolicidad y el socialismo; y, por otra, “Mater et Magistra” de Juan XXIII del 14 de mayo de 1961, reitera la postura magisterial sobre la propiedad y precisa –valga citar dos ejemplos- que “no basta afirmar el carácter natural del derecho de propiedad privada, incluso de los bienes de producción, sino que también se ha de propugnar insistentemente su efectiva difusión entre todas las clases sociales”, entendiendo – mejor – la socialización como “como un progresivo multiplicarse de las relaciones de convivencia, con diversas formas de vida y actividad asociada, e institucionalización jurídica” (nrs. 21, 59). Luego, paradójicamente, las dos encíclicas invocadas en su programa dominical, contradicen a un presidente que no sabe tampoco de los aportes de Pablo VI o Juan Pablo II, ni de Medellín, Puebla y Santo Domingo, pero se permite improvisar y, más decididamente, piratear en una materia de la que es ajeno, aunque se diga constructor de una utopía.

Dos o cuatro años atrás, cuando aparecía diligente, oportuna y fielmente la transcripción de todos y cada uno de los discursos presidenciales en la infopista, tuvimos oportunidad de conocer una intervención con motivo de un foro, o algo parecido, dedicado a Marx. En realidad, nada sorprendente, el líder de una revolución que se proclama socialista apenas pudo decir que fue un mal entendido lo que el alemán señaló sobre Bolívar y lo imputó a la tergirversación de ¡los medios de comunicación social! Del siglo antepasado.

No hay ni habrá un debate serio sobre la propuesta socialista, pues, evidentemente, es poco el interés y la preparación en una confrontación de las ideas. El oficialismo encuentra un vulgar ardid, como si bastara para las definiciones, en la propagación de una consigna hueca.

II.- Adivina, adivinador

El gobierno ofrece una tramado lógico de conductas e intenciones que no requieren de adivinadores, aunque insiste en invocar la adivinación. Y esto, porque es demasiado obvio en el modo de confrontar y administrar los acontecimientos.

Al aproximarse la fecha de las postulaciones parlamentarias, encendidos los leños de una campaña de descalificación hacia algunos personeros de la oposición, era absolutamente predecible que sacaría la carta de los presos políticos, como en efecto ocurrió cuando la Sala Penal del TSJ diligenció como no lo había hecho en todos estos largos meses. Y, ahora, con los comicios del venidero 4 de diciembre, en un país en el que no está comprobada la independencia de los órganos del Poder Público, se asoman distintas alternativas, como la de condenarlos definitivamente y –así- inhabilitarlos, absolverlos en la ocasión más conveniente a sabiendas de las dificultades de liderazgo que tienen o, electos como parlamentarios, allanarles posteriormente la inmunidad. Empero, en el caso de David de Lima tiende a cambiar la adivinanza y retar a los adivinadores.

Las condiciones del ex – gobernador oriental no se parecen a la de los tachirenses, pero – en medio de una campaña y sin ocasión procesal para una condena definitivamente firme y ya casada en la sala respectiva, antes de la citada fecha – protagoniza el oficialismo un operativo de captura y una decisión condicional de libertad que lo ha catapultado publicitariamente. Lejos de suponer algún milímetro de buenas intenciones para con un enemigo político y personal, parece una torpeza de los gobiernos nacional y regional del estado Anzoategui. Por ello, dadas las habilidades inauditas de los oficialistas, nos preguntamos si son otros los derroteros de la persecución los que asoman en el costado oriental del país.

Adivina, adivinador. Al menos, hay cambios en el libreto.

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