Opinión Nacional

La Piedrita

I. Un Dios con fusil

El colectivo La Piedrita fue fundado hace 23 años y es uno de los cinco grupos civiles armados que operan en el barrio 23 de enero. El grupo –que tiene entre treinta y cincuenta miembros– controla un área de casas humildes en donde viven unas tres mil personas. Su líder es Valentín Santana.

La Piedrita tiene dos misiones. La primera es social. En la zona que controla, el colectivo organiza todo tipo de actividades para ocupar a los jóvenes y alejarlos de las drogas, labor con la que el grupo ha ganado respeto en su comunidad. La segunda misión es efectuar ataques contra “objetivos militares” que ellos consideran “contrarrevolucionarios.”

En 2008 La Piedrita realizó más de una docena de ataques a reconocidos líderes o instituciones de oposición, o vinculadas con la oposición, incluyendo el Arzobispado de Caracas, el canal Globovisión, las sedes del partido COPEI y del diario El Nuevo País, y las residencias de la periodista Marta Colomina y del director de El Nacional, Miguel Henrique Otero.

En enero de 2009 el grupo perpetró cinco ataques, incluyendo la toma violenta del Ateneo de Caracas, donde el partido de izquierda radical Bandera Roja (que La Piedrita considera “ultraderecha”), celebraba un acto.

Hasta ahora las agresiones han consistido en efectuar disparos al aire y lanzar bombas lacrimógenas, pero hay quienes temen que La Piedrita sea capaz de mucho más.

Y, a juzgar por la retórica de su líder, este temor no es exagerado. Santana confiesa abiertamente haber matado para vengar la muerte de su hijo. También dice creer en un “Dios revolucionario con fusil.” Y dice estar dispuesto a ajusticiar a figuras de la oposición como Marcel Granier o Alberto Federico Ravell si se le presenta una buena oportunidad, como cruzarse con alguno de ellos en la calle.

Esta última declaración –que la hizo dos veces en entrevistas separadas– fue la que motivó una reacción fuerte del presidente Chávez contra el colectivo. Después de un año sin criticar al grupo, después de no decir ni una palabra sobre los cinco ataques que realizó La Piedrita en enero, el presidente pidió públicamente a las autoridades que arrestaran a Santana. “Este señor es un criminal,” dijo. “Debe ser detenido porque es un delito estar amenazando de muerte”.

II. Relación con el gobierno

Hasta ahora no se sabe cuál es exactamente la relación que tiene La Piedrita con el presidente Chávez. Algunos dicen que Chávez financia directamente al colectivo, ordena algunos de los ataques y prohíbe expresamente que la policía los toque. Otros dicen que La Piedrita actúa con absoluta independencia y que Chávez simplemente ha tolerado con su silencio sus acciones porque piensa que grupos como La Piedrita son los que van a salir a defenderlo si ocurre otro 11 de abril.

La verdad probablemente está en algún punto en el medio.

El primer punto de conexión entre La Piedrita y el gobierno son los vehículos y las armas. Muchas de las bombas lacrimógenas que ha utilizado La Piedrita tienen impresas las siglas de CAVIM, una compañía estatal que produce y comercializa armas, municiones y explosivos de alta calidad.

Un grupo de funcionarios corruptos podría estar vendiendo estas armas a La Piedrita, pero esto no excusa que el gobierno no haya expresado la más mínima preocupación por la procedencia de las bombas.

Además de acceso a estas armas, La Piedrita también cuenta con un camión militar y varios vehículos de lujo. Un diario caraqueño difundió una fotografía de un camión Terios y un microbús 350 en el que llegó el grupo a sabotear una marcha de estudiantes opositores. En la foto se pueden ver leyendas en los vehículos que dicen: “Grupo de Trabajo La Piedrita.” En uno de los vehículos se puede ver incluso el logotipo del canal estatal de televisión ViVe.

El segundo punto de conexión es la abierta relación de La Piedrita con la dirigente chavista Lina Ron.

Chávez ha regañado a Ron por indisciplinada; varias veces le ha dicho que debe “coger línea” si quiere militar en la revolución. Pero Ron tiene una cercana relación con algunos funcionarios chavistas de altos coturno, incluyendo Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez, hombres muy cercanos a Chávez con quienes Ron aparece frecuentemente en conferencias de prensa.

III. Chávez…calladito

Pero quizá lo que arroja más luz en la naturaleza de la relación entre el gobierno y La Piedrita es el comportamiento del presidente.

Cuando Chávez dio la orden de arrestar a Santana, La Piedrita ya llevaba meses perpetrando ataques firmados con total impunidad. De tanto en tanto, cuando ocurrían estos ataques, algún funcionario oficialista hacía una declaración condenando la violencia de “ambos lados,” pero estas declaraciones jamás estuvieron acompañadas por acciones concretas para arrestar a los miembros de La Piedrita. (Cuando Sebastiana Barráez, una periodista que sigue de cerca estos colectivos, le preguntó a Santana si el presidente veía con buenos ojos a La Piedrita, él respondió: “No lo sé, pero ha estado en silencio…calladito”).

Días después de que Chávez ordenara el arresto de Santana, el ministro de Interior y Justicia, Tarek El Aissami, declaró que autoridades policiales venían buscando a miembros de La Piedrita desde 2008 y que Santana era uno de los tantos prófugos que tenía la justicia. Pero esta declaración es francamente risible. ¿Por qué no le preguntaron a Lina Ron donde podían encontrar a Santana? ¿Por qué no lo buscaron en la Universidad Central de Venezuela, donde Santana –según reveló él mismo a dos diarios– trabajaba como supervisor de seguridad? ¿Por qué dos periodistas –Sebastiana Barráez y Maye Primera– sí pudieron localizarlo y entrevistarlo y no la policía? ¿Por qué el mismo Tarek, unas semanas antes, había dicho que no se “estigmatizara” a La Piedrita? ¿Por qué, por esos mismos días, Chávez les mandó un saludo a varios colectivos, incluyendo La Piedrita, para agradecerles su trabajo en la campaña para aprobar la enmienda? Más aún, ¿por qué, si la policía buscaba activamente a miembros del colectivo, una jueza liberó a diez miembros del grupo horas después de que la Policía de Chacao los arrestara el 20 de enero por efectuar disparos en una marcha?.

Quizá lo más revelador, sin embargo, es hurgar un poco en las circunstancias que rodearon las dos únicas ocasiones en las que Chávez se ha pronunciado contra el colectivo.

La primera vez fue después de la toma del Arzobispado, en febrero de 2008. Ese día las FARC liberaron, gracias a las gestiones de Chávez, a cuatro rehenes. La noticia de la liberación fue, hasta cierto punto, empañada por la toma del Arzobispado, lo cual desató la ira de Chávez (y lo cual demuestra que el colectivo no coordina sus ataques –o al menos no todos sus ataques– con el alto gobierno). Sebastiana Barráez me cuenta que Lina Ron le admitió su error, explicándole que ella no ve televisión y no sabía que ese día iban a liberar a los rehenes.

La segunda vez fue poco antes del referendo del 15 de febrero, cuando varias encuestas registraron que el clima de violencia había frenado, e incluso ligeramente revertido, el impresionante ascenso de la opción del Sí. Ese sutil movimiento en las encuestas quizá explica porque a Chávez lo molestaron más unas simples declaraciones de Santana que los cinco ataques que perpetró el colectivo en enero.

Mario Silva hizo sobre este punto un comentario revelador. En una alocución de su programa La Hojilla poco después de que Chávez ordenara el arresto de Santana, Silva dijo que era la segunda vez que La Piedrita salía y hacía “este tipo de cosas cuando todo está bien y la oposición va perdiendo.” Presumiblemente, la toma del Arzobispado fue la primera.

Hasta el día de hoy Santana no ha sido capturado. Circulan rumores de que está en Cuba, pero Barráez dice que lo más probable es que esté en el 23 de enero, donde la policía no puede ir a capturarlo sin estar dispuesta a confrontar en una batalla cruenta al colectivo.

Chávez, por su parte, no se ha vuelto a pronunciar sobre Santana desde que ganó el referendo del 15 de febrero.

Se ha quedado calladito.

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