Opinión Nacional

La PDVSA del futuro

Los profundos cambios tecnológicos incluyeron el cierre de las oligárquicas escuelas de Ingeniería de Petróleo. La Ley de Darcy fue proscrita por anti-revolucionaria y calificada como una demoníaca invención de Luis Giusti para impedir, desde Washington, la producción acelerada de los yacimientos del oriente del país. Se declaro a Efraín Barberi ideólogo clandestino del saboteo petrolero y fue aceptada la tesis de la siembra del petróleo de Uslar Pietri siempre y cuando fuese con azadón de cabo de palo y en conucos. La sismografía volvió a hacerse en dos dimensiones: con tiros de pólvora utilizando los explosivos bin laden y una chicora para abaratar los dispendiosos gastos de la industria en sismografia tridimensional. Los geólogos fueron perseguidos como saboteadores subterráneos y las escuelas de geología se asignaron al instituto nacional de tierras.La revolución encargo a la academia militar el adoctrinamiento y entrenamiento de los tecnomilicianos dedicados a la extracción de crudo. La producción de gas dejo de ser un engorroso proceso y fue simplificado técnica, económica y militarmente alimentando a la tropa con quinchonchos para generarlo mediante eructos y otras emisiones. Todo el desperdicio de divisas que antes se consumía en la preparación de saboteadores fue eliminada y sustituida por unas pragmáticas cartillas de procedimientos técnicos revolucionarios como por ejemplo la de Reparación y Mantenimiento de Pozos. Allí se lee que” a partir de la presente fecha se mataran los pozos mediante pelotones de fusilamiento” para darle mayor productividad, no a los pozos, sino a los bolivarianos pelotones. Las nuevas normas de calidad de gestión afectaron con gran éxito económico el mantenimiento de oleoductos y líneas mayores al reemplazarse los habituales cochinos de control y/o limpieza por los vernáculos chigüires; las certificaciones de productos dejaron de preocupar a los operadores revolucionarios pues la nueva cartilla de procedimientos solo exige la verificación de inflamabilidad para cuya ejecución “basta que el soldado de guardia, en terminales y llenaderos, aplique un fósforo encendido sobre una totuma con muestra del producto”. La nueva cultura del petróleo dejo anécdotas históricas como aquella de que habiéndose requerido una gran cantidad de chivos para reactivar los pozos de levantamiento artificial un general ordeno incautar todos los que hubiese disponibles en Coro. Un coronel para no quedarse atrás en el apoyo tecnológico envió una atarraya para un pozo del lago de Maracaibo que requirió operaciones de pesca. Los Círculos Bolivarianos de Amazonas ofrecieron estar dispuestos a talar las reservas forestales que fuesen necesarias para la fabricación de los barriles utilizados en la venta del petróleo y responsablemente alertaron que no contaban con suficientes carpinteros. Para el año 2021 la producción de PDVSA fue de 3.200.000 litros por día de petróleo y el crudo de la Faja del Orinoco se usaba para calafatear los botes pesqueros de Río Caribe, Punto Fijo y Margarita.

Ese mismo año, Venezuela se hizo miembro de la nueva OPEP, es decir la Organización de países exportadores de perolas. Sí señor, de perolas; porque estando manejada por una tecnocracia de recogelatas PDVSA se quito la “t” de petrolera y comenzó a ser en realidad una empresa perolera.

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