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La oposición frente a la traición y el sufrimiento de los ciudadanos

La unidad en la oposición venezolana es un desafío monumental, especialmente cuando los mismos actores que fallaron en el pasado siguen presentes. Sin embargo, la clave no está en forzar una unidad artificial, sino en reconocer quién tiene el respaldo real de la ciudadanía. Hoy, esa figura es María Corina Machado, quien cuenta con la autoridad moral y política para convocar a los venezolanos.

Cualquier intento de movilización debe girar en torno a un liderazgo legítimo; sin ello, cualquier esfuerzo carece de legitimidad y fuerza. Es evidente que el gobierno y el Consejo Nacional Electoral (CNE) no garantizan transparencia. Por lo tanto, la lucha no puede limitarse a participar en elecciones donde no se ofrecen garantías, promoviendo un discurso de reivindicar el voto como herramienta de lucha si el voto no servirá como instrumento para elegir democráticamente a quienes los ciudadanos consideren idóneos para abogar legítimamente por sus demandas.

 La estrategia debe enfocarse en presionar para que se cumpla la constitución y las leyes y, por ende, se respeten los derechos políticos para todos por igual, utilizando todos los recursos disponibles: movilización-articulación pacífica y firme con todos los sectores de la vida social, víctimas de una crisis política y económica sin precedentes; presión internacional, Venezuela es un país estratégicamente importante para el mundo por sus grandes reservas de petroleo y con potencial en materia agroalimentaria, volver a un sistema democrático permitirá al país reinsertarse en los mercados internacionales y así su economía podrá resurgir de manera sostenida, por lo que las alianzas estratégicas con actores clave fuera del país es fundamental. Este proceso no se logra de la noche a la mañana, pero es un paso necesario para construir un sistema que permita elecciones libres y justas en un mediano plazo.

La oposición debe mirar más allá de ganar una elección presidencial.

Es fundamental construir un movimiento innovador y sostenible que renueve el ejercicio de la política, prácticar permanente la democracia y la participación es clave, el contexto político exige de un esfuerzo colectivo para generar cambios estructurales. Esto implica formar nuevos liderazgos, capacitar a la ciudadanía en organización y planificación, y establecer una visión clara de país que inspire a las generaciones presentes y futuras. No basta con reaccionar ante la crisis; hay que anticiparse y construir una base que no dependa de una sola persona o evento.

La decisión de figuras como Hernique Capriles, Manuel Rosales y Benjamin Rausseo de retirarse de las primarias de la oposición venezolana, en lugar de medirse en un proceso democrático, plantea serias interrogantes sobre sus intenciones y estrategias. Es posible que estos “líderes” hayan percibido que no tenían posibilidades reales de competir contra María Corina Machado, quien claramente contaba con un respaldo masivo. Retirarse les permitió evitar una derrota humillante que podría haber debilitado aún más su posición política. Además, la política venezolana está llena de acuerdos y maniobras ocultas. Es probable que algunos de estos candidatos estuvieran buscando preservar su influencia o negociar posiciones estratégicas dentro de la oposición, en lugar de arriesgarse en un proceso que no podían controlar. Al no participar, estos “líderes” demostraron una desconexión con el deseo de cambio de la población. La ciudadanía acudió masivamente a las primarias, dejando claro su apoyo a un liderazgo renovado. Su ausencia en el proceso puede interpretarse como una falta de compromiso con la lucha democrática.

Las sanciones internacionales impuestas a Venezuela, muchas de ellas promovidas por un sector de la oposición, han tenido consecuencias devastadoras. Lejos de debilitar al gobierno de Nicolás Maduro, estas medidas han sido utilizadas como una herramienta narrativa para consolidar su poder, justificando la crisis económica bajo el discurso de «guerra económica» y «soberanía nacional». Además, el gobierno ha encontrado formas de evadir las sanciones, como la venta de petróleo a países aliados con descuentos. El principal afectado por las sanciones ha sido el venezolano. Estas medidas en el pasado agravaron una crisis económica ya existente, limitando el acceso a bienes básicos, medicamentos y servicios esenciales. La reducción de ingresos por exportaciones petroleras ha profundizado la pobreza y la hiperinflación, dejando a millones de venezolanos en condiciones extremas.

¿Son las sanciones un instrumento para generar cambios políticos?

Las experiencias de las sanciones en países como Cuba, Irán, Rusia y Siria, por ejemplo, muestran un patrón común: si bien tienen un impacto importante en producir problemas económicos, rara vez logra cambios políticos significativos (Luis Oliveros, 2024). Los efectos colaterales de estas medidas han recaído de manera importante sobre el sector privado del país y sobre la población.

Es urgente abandonar la estrategia de sanciones y priorizar medidas que realmente beneficien al venezolano. La oposición debe enfocarse en construir una estrategia que promueva una transición democrática sin aumentar el sufrimiento de los más vulnerables. Esto incluye:

– Documentar y denunciar cada irregularidad a nivel nacional e internacional para mantener la atención sobre la crisis venezolana.

– Considerar la creación de un sistema de conteo y validación de votos respaldado por observadores internacionales, si el CNE sigue siendo un obstáculo.

– Educar a la población sobre la importancia de la participación política y las estrategias para enfrentar un sistema electoral sesgado.

Por último, las sanciones han sido un arma de doble filo que ha fallado en su objetivo político y han exacerbado la crisis humanitaria. Es urgente replantear esta estrategia y priorizar medidas que promuevan la participación activa, enérgica en defensa de los valores democráticos y la constitución en espacios de participación ciudadana. La lucha por la democracia en Venezuela exige unidad, valentía y planificación estratégica con objetivos de mediano y largo alcance. Aunque el camino es arduo, la historia demuestra que los regímenes autoritarios no son invencibles. La clave radica en la movilización ciudadana, la presión internacional y la construcción de una oposición que responda a los intereses de la nación, éticamente responsable, sólida y comprometida en aliviar los problemas de los más vulnerables para que puedan tener razones y oportunidades para surgir y crecer.

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