La metonimia
La metonimia, otra de las figuras retóricas de tipo semántico, es menos frecuente que la metáfora, aunque también muy importante. Se utiliza mucho en el lenguaje literario, pero se emplea así mismo en el habla común y corriente, incluso en el lenguaje conversacional.
La metonimia consiste en una transferencia de significado de una palabra o de una frase a otra, en virtud de una determinada relación entre ellas. Si decimos, por ejemplo, “hay (o hace) mucho sol”, transferimos a la palabra sol el significado de la frase luz solar, lo que es posible por la relación de causa a efecto que hay entre ellas. Igualmente, si decimos “El sol está muy bravo” transferimos a la palabra sol el significado de la frase calor solar, además de que usamos otra figura retórica, la personificación o prosopopeya, cuando atribuimos al calor una característica del ser humano: el ponerse bravo.
Igualmente si decimos que una persona tiene en su casa tres Picassos, transferimos a la palabra Picasso el significado de cuadros de Picasso, en virtud de la relación autor / obra que hay entre ellas. O si decimos la “Alcaldía ordenó la limpieza de las calles”, transferimos a alcaldía el significado de alcalde, tomando el todo, que es la alcaldía, por la parte, que es el alcalde. O también: “el carro se apagó”, transfiriendo a carro, que es el todo, el significado de motor, que es la parte. A la inversa, en “la Iglesia rechaza el aborto” tomamos la parte, que es la iglesia, por el todo, que es la religíón católica.
Es muy importante la relación que debe haber entre los términos de la metonimia, que es lo que permite tomar una palabra o una frase por otra. Además de los casos vistos puede ser que tomemos el nombre de un lugar por el de otro contiguo: “una riña en la Plaza Bolívar” puede referirse a “una riña en una de las calles adyacentes a la Plaza Bolívar”; el instrumento por la persona que lo utiliza: “Fulano es un excelente violín” por “un excelente violinista”; el continente por el contenido: “Nos tomamos unas copas” por “tomamos unos vinos”. Algo parecido ocurre cuando de alguien se dice que tiene un oído muy fino, usando oído en lugar de audición, o que “Fulano tiene un ojo de águila”, sustituyendo vistapor ojo.
A veces, como ocurre con la metáfora, una metonimia se lexicaliza como nombre de algo determinado. Es, por ejemplo, metonímico llamar lengua al idioma o al habla, tomando la palabra que designa al órgano del habla por el habla misma. Pero la palabra lengua, a partir de ese uso metonímico, se lexicalizó con ese significado y este ingresó al diccionario. En la época de la Conquista se llamaba lengua al intérprete o traductor que usaban los conquistadores para comunicarse con los indígenas. Y antiguamente se usó también la palabra lengua para designar a los espías, cuya tarea era observar y después informar de viva voz sobre lo observado.
La retórica tradicional diferencia entre metonimia y sinécdoque, según el tipo de relación que exista entre los términos correspondientes. Pero actualmente se prefiere englobar ambas figuras en la metonimia.
DOÑA OLGA
Recientemente falleció en Caracas, a edad muy avanzada, una de las mujeres más eminentes que han nacido en nuestro país: Doña Olga Larralde de García Arocha. Educadora de las que merecen el calificativo a plenitud, Doña Olga, junto a su esposo, el Dr. Humberto García Arocha, otro eximio venezolano muerto tiempo atrás, dedicó largos años de su vida, podría decirse que su vida entera, a la enseñanza, en el antiguo Liceo Andrés Bello, en el viejo Instituto Pedagógico Nacional y en la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela.
Pero fue, además, una venezolana excepcional, indoblegable luchadora por la autonomía universitaria y los principios y el sistema democráticos, por lo que ambos hubieron de padecer el exilio por largos años bajo la dictadura pérezjimenista. Olga y Humberto García Arocha son de los venezolanos que más falta hacen en estos momentos sombríos y aciagos de nuestro país.
Oiga de lunes a viernes, a las 11,30 a.m., el micro CON LA LENGUA EN ONDA, por RADIO ONDA 107.9 FM, la superestación, en el programa de Mari Montes.