Opinión Nacional

La Mediocridad Política y Religiosa no es Exclusiva de Venezuela

Por ejemplo, en estos momentos, se está debatiendo en los Estados Unidos de América, si debe enseñarse en las escuelas la “Teoría del Diseño Inteligente” como contra-tesis; no de la “teoría”, sino de la Evolución de la Vida descubierta por el naturalista británico Charles Darwin. Los proponentes del diseño inteligente, argumentan; por ejemplo, que es “imposible” que la complejidad del ojo humano haya sido el producto de una evolución al azar, por lo que—según ellos—el ojo humano, es una prueba de la intervención de un ente superior de naturaleza divina en su diseño. Pero eso lo que demuestra, es que los proponentes de la “intervención divina”, no han leído el magnífico libro de Richard Dawkins [El Relojero Ciego, Editorial Labor, Barcelona, 1988, Traducción al castellano de Manuel Arroyo Fernández], que precisamente explica minuciosa y pacientemente, como evolucionó el ojo humano, desde un simple punto con pigmentos sensibles a la luz, presente en algunas criaturas primitivas, hasta llegar al muy avanzado ojo de los actuales mamíferos—que entre otras cosas, prueba que no fue un “diseño inteligente”, por cuanto sus estructuras están tan “mal colocadas”, que ni siquiera un actual estudiante de diseño, cometería “los errores” que tiene el ojo humano—que no son tales errores; ni tampoco un “mal diseño”, sino que simplemente, la naturaleza—como lo ha hecho con la evolución de todas las demás cosas que forman a los seres vivientes—avanza construyendo sobre lo ya existente—así lo preexistente tenga “errores”. Esto lo que demuestra es la mediocridad de los religiosos, quienes en vez de concentrarse en la ética y la moral que tanto necesita la humanidad, insisten tercamente en pleno Siglo 21, en contradecir a la ciencia, como hace ya muchos siglos hicieron con Nicolás Copérnico y Galileo Galilei.

En Venezuela, Domingo Alberto Rangel, escribió este domingo 21 de agosto, en su artículo “Socialismo”—como mintió el muy intolerante pensador alemán Karl Marx—que no puede construirse el socialismo, sino hasta que el capitalismo haya alcanzado todos sus frutos; lo que “explicaría” el fracaso de todos los regímenes socialistas—desde la URSS, hasta Cuba—por haberse “apresurado” éstos, a construir el socialismo, sin esperar pacientemente el “auto-colapso” del capitalismo luego de que éste llegase a su cenit, como muy erróneamente pronosticó Karl Marx; quien era tan intolerante, que en el prólogo de su obra cumbre Das Kapital, cita a Nicolò Machiavelli—llamándolo “el gran florentino”—y usa una frase de este último para responder a lo que Marx llamó “la mal llamada opinión pública”: Segui il tuo corso, e lascia dir le genti (Sigue tu curso, sin que te importe lo que diga la gente). Esto lo que demuestra, es que Domingo Alberto Rangel, no ha leído el artículo que en 1946 escribió el sabio alemán Albert Einstein, sobre el socialismo; el cual concluye diciendo que el socialismo tiene unos problemas “extremadamente difíciles de resolver” y que describe con las siguientes preguntas: ¿Cómo es posible, con una centralización de gran envergadura del poder político y económico, evitar que la burocracia llegue a ser todopoderosa y arrogante? ¿Cómo pueden estar protegidos los derechos del individuo, y cómo asegurar un contrapeso democrático al poder de la burocracia?. Albert Einstein—la inteligencia más avanzada que ha conocido la humanidad hasta el presente—con esas preguntas que deja sin respuestas—nos dice sin insultarnos lo siguiente: si yo—la mente más brillante que existe—no le encuentro solución a estos problemas; ninguno de ustedes—simples mortales—podrán hallarlos; es decir, el socialismo produce inevitablemente, una burocracia todopoderosa y arrogante, que atropella impunemente los derechos de los individuos y acaba con la democracia—como en efecto han comprobado todos los socialismo reales, desde el original en la URSS, hasta el más reciente de Venezuela.

Estos religiosos y políticos que aparentemente no son capaces de salir de la mediocridad en la que están hundidos, tienen aparentemente, limitaciones neuronales para ver—por ejemplo—como el socialismo real de Venezuela, en vez de probar que el “capitalismo es salvaje” (como dijo el Papa Juan Pablo II), lo que está comprobando por enésima vez, es que el ser humano es movido por el egoísmo y el afán de lucro, como descubrió—no inventó—el padre de las ciencias económicas, Adam Smith, y lo describió en su famoso libro An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations (Una Investigación sobre la Naturaleza y Causa de la Riqueza de las Naciones, 1776). Que el hombre no es como dijo John Locke: “Es bueno y la sociedad lo corrompe”; sino como dijo Jean Jacques Rousseau: “Es malo y la sociedad lo corrige”—lo que aunado a su modelo político de separación del poder en tres entes autónomos e independientes; Ejecutivo, Legislativo y Judicial, desde hace siglos, prueba, que la democracia es indispensable para el progreso de la humanidad.

Finalmente, la mediocridad de muchos políticos y religiosos, no les permite ver, que la generalizada prosperidad que produce un régimen de amplias libertades democráticas y fundado sobre la economía de libre mercado, permite crear los cargos políticos más rimbombantes dotados de enormes presupuestos—como desean muchos políticos—y que los cultos no necesiten entrar en connivencia con los gobiernos para obtener dádivas que les permitan financiar sus obras, sino que pueden financiarlas con las mucho más abundantes donaciones de sus acaudalado fieles, y convertir a esos cultos en verdaderos poderes autónomos, difusores de ética y moral, sin que ni el más poderoso de los gobiernos pueda limitarlos. Mientras que con el socialismo, todos ellos—políticos y religiosos—deben sufrir permanentemente en un ambiente de escasez y opresión.

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