La letra chiquita
Acusar a la oposición de representar la quinta columna justificará quizá mañana la represión, de paso vuelve a los chavistas heroicos defensores de Madrid, una descomunal exageración. De las listas de escuálidos pasaríamos a la de los traidores a la patria. Los charlatanes también matan. Con coherencia Chávez desarrolla su esquema ideológico, afirma representar al pueblo y acusa a la oposición de instrumento de banqueros y casas de bolsa, utiliza la monstruosa mentira de que ha sido víctima Econoinvest un argumento político.
Se adueña del tema de la patria y de la soberanía, hasta en Estados Unidos la bandera aparece en profusión en una crisis, o una elección. ¿Por qué dejarle los grandes temas al Gobierno? Todo esto a pesar de que el Gobierno, haya perdido el monopolio de la violencia en varios estados, algunos no fronterizos. Como en otras campañas a la oposición le permiten marchar por el este de Caracas, ofende al chavismo que invada su «territorio». Por esto no hay que perder de vista ciertos circuitos como el que comprende, por citar unos ejemplos, Guarenas, 23 de Enero, algunos de Guárico o Portuguesa, por ejemplo. Allí se juega el futuro de esta despampanante revolución, en esos lugares la oposición cuenta con buenos candidatos. Triunfos en circuitos difíciles repercutirán nacionalmente. En los próximos días cuando los periodistas extranjeros lleguen en masa a Venezuela el Gobierno se pondrá guantes de seda, Chávez cuida su imagen internacional: en el caso de la censura contra El Nacional y el escándalo del reportaje de The New York Times sobre inseguridad inmediatamente reaccionó, sabe que ninguna revolución permitió que la delincuencia tomase las calles. A cualquier hombre de izquierda europeo le escandalizará conocer de una revolución corrupta y malandra. Las elecciones de septiembre han adquirido una trascendencia inesperada, más allá de decidir el futuro de la Asamblea. La inflación, la parálisis económica, la perdida del empleo, la circunstancia internacional, en especial lo que ocurra en Cuba, llevarán al Gobierno a una encrucijada. El país supone hoy que se juega su destino en septiembre, quizá estas elecciones no sean la batalla final sino simplemente la demostración contundente del valor de la unidad. ¿Continuará unida la oposición después de las elecciones? A Chávez lo amenaza la deslegitimación. Caracas Chronicle señala la posibilidad de que la oposición con 50% de los votos obtendría 69 diputados frente a los 96 del chavismo, si bajaran sus votos a 47% la disparidad empeoraría, habría 116 diputados del chavismo. En ese caso el tiro le saldría por la culata al Gobierno: mostraría al mundo la maldad del sistema electoral. ¿Cómo proponer un cambio revolucionario sin una mayoría contundente? La legitimidad chavista no nace de la boca de un fusil, sino de procesos electorales. A partir de la próxima semana el Gobierno fingirá que en estas elecciones Gobierno y oposición están en igualdad de condiciones, pero tan pronto se conozcan los resultados brotará la verdad. Por eso hay que ir a votar, y prestar atención a los supuestos baluartes del chavismo. Un voto en Guarenas o en el Delta valen por diez en Altamira. Al tramposo lo pone en evidencia la letra chiquita, la votación de los pobres.