Opinión Nacional

La lección de los estudiantes

Lo habitual es que los estudiantes reciban lecciones, no que las den. Pero hay momentos en la historia en que irrumpen indetenibles, investidos de conciencia y de inmensa autoridad que nadie les ha dado, y con la esperanza irreverente que no necesita permiso. Los jóvenes surgieron para frenar los caballos de Boves en La Victoria o dejaron desnudo y sin argumentos a las dictaduras de Gómez en el carnaval de 1928, y de Pérez Jiménez en noviembre de 1957.

Ahora nuestra sociedad desorientada y sin guías ve con asombro la libertad conque los jóvenes han emprendido el camino para llegar al amanecer. En su lección esperanzadora nos han dicho: no aceptamos que se divida a los venezolanos según el color de su camisa. Nos negamos a pedir salvoconducto especial a algunos malandros de la política para poder ir a la plaza Bolívar, al Panteón, a la Catedral, a la Asamblea Nacional o a cualquier lugar del oeste.

Venezuela es de todos y las calles de Caracas también, dicen los jóvenes cuando los adultos parecen resignarse a una realidad que contradice a la Constitución y a toda convivencia humana. A pesar de las amenazas y de las barreras armadas, los estudiantes han ido a la Asamblea, a la Fiscalía, al CNE, al Tribunal Supremo, y otros entes para rechazar la violencia y la intolerancia con las manos abiertas.

El país ve con gozoso asombro el pobre alcance de los fusiles contra el alto vuelo de las conciencias. En cada guardia, soldado o policía hay un humano, un venezolano que quiere paz, reconciliación y un futuro nuevo para sus hijos.

Las amenazas, la violencia y las bandas gubernamentales armadas no los han desviado de su camino, ni agotado su paciencia. Ayer eran 100, hoy son 100.000 y el viento de la libertad, de la responsabilidad ciudadana y de la fraternidad, sigue soplando con fuerza y proyectando cometas multicolores en el firmamento.

Ahora falta lo más difícil ¿Qué hacer en diciembre? Hacia dónde avanzar el año próximo.

Oigo algunas de sus respuestas lúcidas: Hay que impedir que el régimen legitime la implantación de su autoritarismo anticonstitucional, repudiado por la mayoría de los venezolanos. No basta el rechazo emotivo sin acción; se requiere un nuevo liderazgo sostenido por décadas para hacer realidad la democracia, sin volver al pasado.

¿Irán o no los jóvenes a expresar su rechazo y esperanza en las urnas? Lo dirán ellos, pero percibo que se inclinan por ir masivamente a votar No.

Los estudiantes no fueron a la Asamblea Nacional, a la Fiscalía, al CNE, al Tribunal Supremo porque estas instituciones funcionan bien y los iban a tomar en serio, sino que vencieron las barreras y miedos para decir a esos señores que no están para hacer mandados de un monarca, sino para servir a la dignidad del soberano.

Saben que el TSJ no les dará el aplazamiento que pidieron (a no ser que, a última hora, el Gobierno quiera evitar una catástrofe nacional y una Constitución inviable); no fueron porque los cauces y las instancias funcionan, sino para dejar en evidencia su condición lamentable. Ellos, porque saben que el proceso no es limpio ni el árbitro puro, irán a votar para mostrar al país y al mundo que sólo una minoría de venezolanos quiere (a veces obligada y otras, engañada) este paso anticonstitucional (golpe constitucional llaman algunos) hacia el fracasado estatismo cubanoide. Votarán por el futuro democrático y reconciliado de Venezuela.

Las elecciones se ganan por un voto, pero las constituciones no son democráticas si no expresan grandes consensos mayoritarios para la convivencia; por eso las impuestas sin Asamblea Constituyente son ilegítimas. Hay que lograr que sean menos de 40% los adultos que pidan explícitamente violar la actual Constitución con una mayoría que vote no, y en segundo lugar sumar también la cifra de quienes rechazarán la propuesta totalitaria con su abstención.

Con resultados, serenidad y visión, los estudiantes y el país no terminarán deprimidos el 2 de diciembre, sino que empezarán crecidos el 3.

Otros son los principales responsables de organizar ese logro metaelectoral, pero, desde ahora y aceleradamente, decenas de miles de estudiantes deben ser el detonante de muchos miles, más organizados, para estar en las mesas hasta el final, y amanecer trabajando y con ánimo.

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