La ira de los dioses de Maduro
Los sindicatos de la construcción que operan en el Fuente Tiuna, además de denunciar el retraso de un 75% del plazo estipulado para la entrega de las viviendas contratadas a los rusos, advierten sobre la mala calidad de los materiales utilizados en esas obras. Incluso se habla de demolición de 5 edificios recién concluidos. Este hecho en cualquier país del mundo, más allá de la propensión ideológica de los ejecutantes, acarrearía severas sanciones penales y pecuniarias para los responsables. ¿Actuarán la Fiscalía, Asamblea y el TSJ ante este ciertísimo caso de daño patrimonial con «la misma eficacia»barajada en el moldeado expediente de Mardo? ¿No expresarán ninguna furia lo dioses de Maduro?
Nadie sabe si se hicieron las pruebas de laboratorio requeridas para verificar la calidad de los materiales usados en fundaciones, vigas y columnas. Hay serias dudas al respecto luego del «derrumbe espontáneo» de las paredes de fachada en los edificios de Ciudad Caribia. ¿Aplica acá la ira de los dioses? Los técnicos venezolanos son muy recelosos de resguardar la calidad de los insumos estructurales utilizados en cada obra a efecto de acatar las normas Covenin modificadas en 1967, a raíz del sismo que derribó algunos edificios en Caracas. Estas disposiciones han sido seriamente implementadas para brindar mayor estabilidad estructural sobre todo a edificios de cierta altura. ¿Saben eso los rusos?
En otro ámbito, los hospitales públicos bajo tutela del «gobierno de los pobres»carecen de los equipos e insumos básicos primarios para atender justamente a los más pobres. En la puerta de las «emergencias» se entrega al paciente la lista de materiales requeridos justamente para atender «la emergencia». Los sufridos deben proveer agujas, guantes, vendas, gasas, rollos de adhesivo, desinfectantes y la solución para esterilizar. En algunos centros hasta la comida debe ser abastecida por los familiares.
Nada de eso importa. Los guardianes de los pobres insisten en echarles mano a las clínicas privadas hasta convertirlas en grupos inservibles con categoría de hospital público. Basta advertir la ruina y cierre del hospital del Algodonal para corroborarlo. Maduro no necesita de la ira de los dioses para ser atendido en alguna emergencia pues él goza de atención médica privilegiada y particularísima en cualquier «clínica burguesa».
Lo mismo ocurre con otros servicios públicos. El deterioro de la infraestructura coloca al ciudadano en minusvalía respeto de cualquier país de América Latina. Lo que se evidencia en el fondo es la miserabilización de la política aunque el régimen siga simulando su condición despótica con rituales dogmáticos propios del orden constitucional y democrático. Prueba de esa autocracia se refleja en el manejo pugnaz de la justicia en los casos Mardo y Simonovis.
Los expertos del gobierno solo se preocupan por tratar de acertar en sus pronósticos, por ejemplo con el índice inflacionario o valor de la divisa, que atender los conflictos generados por sus incoherencias políticas y económicas. El caso de la mal llamada subasta de dólares es el mejor ejemplo. Tal expertocracia revolucionaria no se orienta a otra cosa que no sea la de insistir en una profecía que se realice a sí misma. ¡Meras prognosis discordantes!
El Gobierno aprovecha su capacidad de negar la verdad aunque con ello sufra la sociedad como un todo. Mientras no se ponga en claro el curso de los procesos que destruyen al país, no será posible sentar garantías que procesen las causas de esa destrucción. Al pobre, aquel desvalido que acude al hospital o al ilusionado aspirante a ocupar una de las viviendas del Fuerte Tiuna, nada le interesa la ira de los dioses de Nicolás ni la revolución del pueblo. Exige respuestas.
@MiguelBM29