Opinión Nacional

La indecisión ética

CUANDO MIRAMOS el escenario electoral que se nos presenta este fin de semana, es lógico pensar en las posibilidades de una alta y profunda abstención, pues estamos en presencia de un caso de indecisión ética democrática difícil de resolver, de conjurar, porque los elementos constitutivos del quehacer político venezolano, están descoyuntados. Política, poder, nación y elecciones no representan lo que en un «estado normal» de funcionamiento pudiera observarse. Estamos en presencia de un «estado alterado de funcionamiento del orden político», en donde la política, la economía, el Estado, el Derecho, la justicia, los partidos, los grupos de interés, los valores sociales han perdido significación, no porque no la tengan, sino porque se persiguen, a través de ellos, objetivos que tienen que ver con ambiciones personales y partidistas por sobre los intereses del todo. En esta circunstancia votar o no votar es una dificultad ética más que política.

¿COMO HILAR POLITICA, poder, país y elecciones en una ecuación comprensible y deseable en la situación actual? Cada uno de ellos debería incluir a los otros y constituir un solo cuerpo. Al menos así han pensado los que han elaborado teorías sobre la mejor vía para conservar el orden político. Y no sólo mantenerlo sino además adecuarlo razonablemente a las necesidades e intereses de la gente.

NO ES FACIL, es verdad, porque entre estos elementos no hay equilibrio perfecto sino más bien una tendencia hacia el caos, que es controlado relativamente por el Derecho, la religión, los valores y otras formas de control social. No olvidemos tampoco al Estado que pudiera entenderse como aquel instrumento que las sociedades se han dado para distribuir bienes y limitaciones. El Estado, por tanto, no debería ser actor que favorezca a ningún sector en especial, sino que antes bien, administre recursos con justicia entre ciudadanos, sectores sociales, regiones geográficas y demás.

Los partidos políticos deberían ser aquellos grupos, legítimamente constituidos para representar intereses ciudadanos, y cuyo principal objetivo es el acceso al poder a través de elecciones libres. Y como no todos pensamos de la misma manera, existen pues diversos partidos políticos. No deben quedar fuera de este análisis los grupos de interés que representan a sectores especializados de la sociedad (economía, cultura, etc.) y que en principio no representan o están vinculados a grupo político específico alguno. Antes bien, deberían estar formados por elementos plurales, con pensamiento e ideología política distintos. Y ese proceso en las sociedades democráticas se logra a través del voto.

LA VIA A TRAVES de la cual deberíamos ponernos de acuerdo sobre continente y contenidos es el diálogo electoral. Diálogo entre elegibles y electores. El voto es la voluntad soberana del ciudadano. Definición ésta que forma parte de la cultura cívica del venezolano. Y el voto debe ser respetado y para eso deberían estar el Consejo Nacional Electoral y la Fuerza Armada, pero ya nadie cree en ellos. Están al servicio de otros, no de todos. Además, ¿a quiénes representan los elegibles, de dónde salieron, quién financió su campaña, cuál es su programa para que llame mi atención? Nada. Así, ¿cómo ir a votar y dormir tranquilos esa noche? ¿Y después?

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