La Iglesia en la hora actual: dos mensajes, una sola política
La homilía del cardenal Rosalio Castillo Lara ha tenido la inestimable virtud de dar una gran campanada y establecer una línea demarcatoria en el seno de la oposición al régimen. De un lado, quienes lo caracterizan como un sistema despótico, autocrático y tendencialmente dictatorial al que hay que combatir por la calle del medio. Bajo una circunstancia que vuelve a poner de actualidad la definición de política de Carl Schmitt: “la afirmación existencial de la propia forma de existencia frente a una negación igualmente existencial”. Sin subterfugios. Del otro, quienes no pueden ni podrán prescindir de las carantoñas, los compromisos y las complicidades. Sea de buena fe porque en el fondo de sus corazoncitos continúa roncando el viejo lobo estepario del marxismo-leninismo –, a la cabeza de quienes antiguos liderazgos de la vieja y nueva izquierda venezolana. Sea de turbia o mala fe por razones de acomodo, negocios o prebendas. Incluso por hábitos de anquilosadas tradiciones palaciegas. Cuesta sacudirse las rémoras de la vieja política cortesana. “Honni sois qui mal y pense”.
Unos y otros se equivocan al seguir la línea de acción fijada por Miraflores: aislar, difamar y liquidar políticamente al cardenal Castillo Lara pretendiendo distanciarlo de la curia y su política de denuncia y reclamo expresada en su extraordinario mensaje pastoral emitido con ocasión de la reciente Asamblea de la Conferencia Episcopal Venezolana. Pues la homilía y la pastoral contienen diferencias de matices en la expresión. No en su contenido. No hizo Castillo Lara otra cosa que darle un peculiar tono profético y dotarlo de innegable densidad militante. En cuanto a los contenidos, dicen exactamente lo mismo. Punto por punto y hasta en sus más mínimos detalles.
Debieran saber – y el régimen seguramente lo sabe – que dicha política corresponde de la manera más fidedigna a la doctrina social y política de la iglesia. Desde los tiempos en que se elevara contra el estalinismo y las dictaduras comunistas. Fue Pío XII quien ordenó a su iglesia salir a combatir palmo a palmo y puerta a puerta el intento del Partido Comunista Italiano por hacerse con el gobierno italiano al terminar la segunda guerra mundial. No sólo en el interior de las iglesias y parroquias. Colgando sus sotanas, el sacerdocio italiano salía de civil a pegar carteles, pintar muros, repartir panfletos y ganar adeptos contra el grave e inminente peligro del comunismo. Fue la iglesia el obstáculo insalvable que encontró Palmiro Togliatti en su carrera al Quirinal. Es bueno que nuestras dos izquierdas, Teodoro Petkoff y Hugo Chávez lo sepan de una buena vez.
Es esa tradición la que hoy se hace carne en el mensaje pastoral de la Conferencia Episcopal Venezolana y en la extraordinaria homilía de Monseñor Castillo Lara. La misma que según palabras de monseñor Baltasar Porras le señalara reiteradamente Juan Pablo II cuando le reiteraba: “¡No le hable a los gobiernos, que ésos no escuchan! ¡Háblele a la gente!”. La misma que Castillo Lara compartiera en el Vaticano durante largos años de intensa y fecunda amistad con Monseñor Ratzinger, hoy Papa Benedicto XVI. La que lo llevara a hablarle a la gente de nuestro país ffrente a la Divina Pastora..
Es la tradición humanista y cristiana de la lucha por la libertad, la dignidad, la democracia. Ha terminado siempre por triunfar. Terminaré una vez más por imponerse.