Opinión Nacional

La Hora de la Objetividad y la Sindéresis

El conocimiento no es otra cosa que la aproximación intencional del sujeto sobre el objeto. Es una implicación mutua pues tanto influye el sujeto sobre el objeto como este sobre aquel. El problema radica en el peso que logren subjetivismo y objetivismo.

No es una incongruencia el afirmar que Venezuela se encuentra dividida políticamente en dos equilibradas porciones constitutivas de los extremos estadísticos de una distribución gaussiana, fragmentados interiormente cada una de ellos dados sus diversos matices de intereses y subjetividades.

Por un lado esta un gobierno convertido en partido político cuya base de sustentación es un mercantilismo subdividido en parcelas de poder toleradas convenientemente por el hegemón, una cohorte multinacional de estrategas y activistas importados, un reducido grupo de cubanofilos obsesionados ideológicamente, una fracción de burócratas tarifados y un numeroso sector que recibe las migajas que caen de la mesa de los opíparos comensales.

En el otro sector, erigido como oposición y/o disidencia, el fraccionamiento es más incisivo. Una vanguardia variopinta integrada por la dirigencia y cuadros de los partidos políticos, un sector que pretende sustituir esa vanguardia, los mediáticos representantes de televisoras y periódicos e individualidades ufanadas por su aceptación popular

En el medio de las porciones enunciadas se encuentra un sinnúmero de independientes jefes de si mismos que se proclaman como representantes de la llamada sociedad civil que miran alternativamente hacia los dos extremos.

Es difícil predecir, en el corto plazo, cual sector predominará aunque las encuestas nos dan algunas indicaciones para el momento presente en que se ejecutan.

Si entendemos a la política como un proceso orientado ideológicamente hacia la toma de decisiones para la consecución de objetivos, el afirmar que los partidos políticos venezolanos de la actual oposición están obnubilados por sus propios intereses y lucen como incapaces de actuar en consonancia con la realidad nacional para obtener un triunfo frente al régimen; no es tan cierto como parece.

En la actualidad se construye un entendimiento democrático unitario que tiende a tomar la fuerza necesaria para infringir una derrota al sector que nos desgobierna, pero ello dependerá de la objetividad que surja del conocimiento real de la situación por parte de los diversos sectores que luchan por instalar una nueva democracia. Se hace imprescindible enmarcar dicha unidad entre los parámetros de lo político, lo programático, lo electoral y lo gubernativo.

Es la hora de la objetividad y la sindéresis, debe privar en este necesario encuentro la equidad, el desprendimiento, el juego limpio y las reglas claras. Se hace necesaria la concientización de dicha realidad mucho más allá de las palabras y una actuación cónsona con los altos intereses del país. Si ello no es así, si predominan los intereses individuales y de grupo por sobre los colectivos, iremos rumbo al fracaso y hacia la perdida de todo lo que se considera como valores y procederes democráticos.

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