La homofobia es generada por la ignorancia y la religión
Hace más de 30 años ya había culminado suficientes conocimientos universitarios sobre la biología evolucionaria derivada de los descubrimientos del naturalista británico Sir Charles Darwin; publicados en 1859 en su magistral obra El Origen de las Especies mediante la Selección Natural, para estar convencido de que ni el ser humano—ni ninguna otra forma de vida vegetal o animal del planeta Tierra—fueron creados sobrenaturalmente por un Dios, Diosa o Dioses; como todavía cree la inmensa mayoría de los más de 6 mil 800 millones de personas que existen en nuestro planeta, sino que toda la vida surgió a lo largo de un muy extenso período de tiempo de unos 3 mil 500 millones de años a partir de criaturas unicelulares llamadas cianobacterias y extremófilos.
Pero aún quedaba en mi mente una duda: ¿Porqué existen los homosexuales? ya que esta innegable realidad contradice el principio fundamental de la Teoría de la Evolución de Darwin: la supervivencia de los individuos mejor adaptados a su ambiente—lo que no se cumple en el caso de los homosexuales, ya que ellos no pueden reproducirse entre sí.
Entonces me dediqué personalmente a buscar toda la información posible que me llevase a una explicación de esta contradicción científica.
Lo primero que averigüé fue que no existe tal contradicción ya que la evolución de las especies es un constante proceso de ensayo y error—que todavía continúa ocurriendo hoy—y la especie humana no se ha extinguido porque todos los comportamientos sexuales observados en la especie humana, distintos al heterosexual, son muy escasos en comparación a la abrumadora mayoría que se comporta heterosexualmente—que no es el único comportamiento “normal”, ya que todos los comportamientos sexuales humanos; heterosexuales o no, son normales, y no sólo existen heterosexuales, bisexuales, homosexuales y transexuales, sino toda una infinita gama de comportamientos sexuales distintos y normales, porque cada individuo de la especie humana es único, sin duplicado; y en consecuencia, también lo es su comportamiento sexual.
La respuesta definitiva la hallé leyendo el trabajo de los doctores del Instituto de Biotecnología Molecular de la Academia de Ciencias de Austria, Ebru Demir y Barry J. Dickson; titulado: fruitless Splicing Specifies Male Courtship Behavior in Drosophila, publicado por la revista científica Cell, el 3 de junio de 2005 en su volumen 121, páginas 785 a 794.
En ese trabajo los doctores Demir y Dickson explican como manipulando un gen de la mosca de la fruta fueron capaces de criar deliberadamente moscas hembras perfectamente sanas y normales que se comportaban como machos y moscas machos perfectamente sanas y normales que se comportaban como hembras—y como todas las formas de vida que existen en el planeta Tierra tienen un origen común, ese trabajo comprueba más allá de toda duda que los comportamientos sexuales distintos al heterosexual son producidos por los genes—no sólo entre los seres humanos, sino también entre individuos de cualquier otra forma de vida que se reproduzca sexualmente; es decir, nacen así—y no es contagioso, no se puede aprender ni enseñar, ni es un pecado ni una abominación.
Sin embargo, la humanidad durante sus entre 600 y 750 siglos de existencia sobre la Tierra tuvo como únicas fuentes de verdad, a la magia y a la religión—y esta última condena (en algunos casos hasta con la pena de muerte) muchos comportamientos sexuales distintos al heterosexual.
Sin duda existen comportamientos sexuales que deben ser prohibidos—como ya lo han hecho casi todas las sociedades humanas—como por ejemplo la pederastia, el incesto y el sexo a la fuerza contra infantes, menores y adultos; para mencionar algunos—pero es un error imperdonable discriminar a las parejas adultas homosexuales que consensualmente han decidido compartir sus vidas juntos—porque esta actitud no tiene sustento en nada distinto a la ignorancia; porque la ciencia apenas lleva existiendo unos dos siglos y medio.