La hibridez de la V República
El nuevo contexto político venezolano de Hugo Chávez Frías, se nos presenta como un tremendo laboratorio y reservorio, en el que encontramos y registramos continuamente una extensa y diversa cantidad de fenómenos. De entrada señalamos que conforma un caso y escenario político enrevesado, confuso, rico en fenómenos y donde se mezclan elementos de crisis y de reordenamiento, de tradición y de cambio, no sólo a nivel de las organizaciones, cuadros y líderes políticos, sino de las maneras particulares de conducir la república, sintetizado todo esto en una suerte de hibridez y sincretismo cultural, político y social.
Si bien es cierto los códigos y claves interpretativas que tradicionalmente hemos manejado a nivel de la ciencia política y que en muchos casos no han dado cuenta de los procesos experimentados, no es menos cierto que para abordar y explicar la problemática actual se quedan cortos, dado que no logran dar cuenta de nuestra realidad, y particularmente de la hibridez emergente que define el actuar y desenvolvimiento tanto de los líderes de la V república, como de las instituciones que la sostienen.
La perdida de debate, la renuncia a los ideales y compromisos con unos auténticos valores democráticos y la resignación de una democracia verdaderamente más justa y con logros en materia social y económica, aunado a la neutralización de los principales clivajes a través de los cuales se estructuraban las principales discusiones y proyectos nacionales, conforman parte de la situación actual que define al país, a nuestra sociedad y a buena parte de nuestros líderes, tradicionales y emergentes, nuevos y viejos.
La miopía de nuestros conductores, condiciona nuestra desarrollo, futuro y éxito como sociedad y país que aspira mejores niveles de vida, y que se plantea un papel importante en el nuevo milenio. Sin embargo, lo más traumático de nuestra realidad es que nuestros «supuestos» líderes no hacen ni el menor intento de acudir al optamologo.
Estamos convencidos que el país no sólo registra problemas serios en diversas esferas (principalmente en materia económica y social), sino que además, encontramos algunos trastornos (esperemos que temporales) a nivel de nuestras principales tesis y proyectos políticos. La política no puede quedar reducida a la simple toma de decisiones de un determinado grupo. La política debe ser vista antes que nada, como albergue e instancia de representación, deliberación y conducción. En América Latina y en Venezuela urge repensar los procedimientos, las instituciones, los contenidos y prioridades de nuestras agendas y de que verdaderamente esperamos de nuestra democracia y conductores, creemos que esto constituye la tarea más idónea y requerida en las actuales circunstancias.
Los anhelos y las promesas hechas por la democracia, lamentablemente chocan y se contradicen en parte con la cruda realidad y con la incertidumbre que define a Venezuela. Habría que recordarle a nuestro presidente a su gabinete y a su organización, aquella intervención y frase del docto y soberbio ex – Presidente Rafael Caldera en el Congreso de la República, cuando afirmó que cómo se le podía pedir a nuestro pueblo que defendiera la democracia cuando está no le garantizaba ni siquiera el sustento y alimentación diaria a su pueblo.
Frente a todo esto, frente a la cada vez más evidente crisis (o transformación) de la política en nuestro país, signada y definida por el declive no sólo de las grandes organizaciones partidistas, sino del hombre público, debemos detenernos y reflexionar un poco. La demanda de reestablecer y recuperar la capacidad de decisión y de participación de cada ciudadano y de la tan mentada y burlada «sociedad civil» con la única finalidad de plantear la viabilidad de construir la política y la democracia desde la sociedad y el ciudadano (fundamento de todo sistema democrático) deben seguir presentes en nuestras expectativas.
La realidad polifacética, heterogénea, cambiante e híbrida de Venezuela, ciertamente esta demandando y exigiendo de os más finos análisis y explicaciones. Estamos convencidos de que nuestras apreciaciones y diagnósticos, no pueden bajo ningún concepto gravitar sobre códigos y esquemas teóricos y conceptuales desfasados, o peor aún producidos en otras latitudes y realidades tan adversas y distintas de la nuestra. Reconocemos el aporte que en numerosas oportunidades nos ha brindado la ciencia política norteamericana y europea (particularmente la escuela italiana y francesa), pero la situación y demanda actual, exige repensar nuestras realidades con una óptica muy propia y particular que no puede ser registrada, pensada y abordada con esquemas y propuestas foráneas.
Nuestro contexto político actual nos revela entre otras cuestiones que la política y el andamiaje institucional están siendo rebasadas permanentemente por los personalismos de turno y las iniciativas ciudadanas de corte mesiánico. El gobierno se han venido a menos (a pesar de contar con recursos económicos) y demuestra no ser capaz de articular a su sociedad, sus proyectos y sus acciones no alcanzan para legitimar a las instituciones y a la autoridades de turno, a lo cual se le suma una débil y escasa oposición política y unos partidos en franca decadencia que representan cada vez menos a la sociedad, dejando todas las condiciones para el surgimiento de iniciativas individuales y ajenas a un verdadero proyecto democrático.