¿La guerra va en serio?
¿Las FFAA saben que, por ejemplo, perderíamos La Guajira? Hablemos En Serio Sobre La Guerra Con Colombia. Discutamos sobre este conflicto puesto que la cúpula del poder chavista empieza a repetir que: la guerra va.
Del estudio de los escenarios estratégicos más probables, se nos plantea entonces comprender la lógica de lo que viene, para imaginarnos nuestro propio futuro como nación y como Estado.
La primera conclusión que tenemos es imaginarnos que esta guerra, de la que tanto hablan, tendría consecuencias desgarradoras. No podemos asumir ilusamente, que fuera de la ansiada expulsión de Chávez del poder esto pasa y seguimos siendo el país que conocemos. Nada más lejos de la realidad.
Si a esa guerra le llega su día, el mapa que tenemos hoy de nuestra geografía puede cambiar drásticamente.
Lo único que puede evitar que perdamos mucho con Colombia es que siga allí un presidente civilizado como Uribe, para ellos no sostener en el tiempo y como estrategia necesaria una guerra de usura territorial. Felizmente la clase política colombiana es de una gran madurez, comparada a la tristemente célebre cuarto republicana y a ésta pandilla de delincuentes rojos posando de estadistas de guiñol.
Si Colombia se limita solamente a exigir, en negociaciones secretas, que las FFAA venezolanas saquen del poder al demente de aquí, y en tiempo record, pueden evitarse daños irreversibles… llámese por ejemplo la anexión añorada de lo que les falta de la Guajira, para tener derechos inmediatos sobre el Golfo de Venezuela que ellos llaman de Coquivacoa.
A quienes le guste sacar cuentas sobre como los colombianos nos ayudarían a salir de Chávez, es bueno que sepan que el costo para seguir teniendo las fronteras actuales, es precisamente no dejar eso en el terreno de esa eventual y cada vez mas probable confrontación militar.
Si hay guerra el mapa cambia y Chávez será recordado casi solo por eso: el responsable de la mayor humillación nacional en nuestra historia.
En otro tipo de escenario, a los colombianos puede terminar conviniéndole dejar por un tiempo a un déspota COMO CHAVEZ rumiando impotencias, como le hicieron los USA y la gran coalición internacional a Saddam Hussein e Irak, en la Primera Guerra Del Golfo Pérsico. Pero, el cese de hostilidades, o armisticio, puede tener el precio de que Colombia tenga franco acceso a miles de kilómetros cuadrados de territorio, con soberanía nuestra disminuida o nula, para perseguir en caliente a las FARC y terminar de liquidarlas.
La hipótesis más benévola y sin embargo más probable sería la siguiente: el típico error de cálculo de todo déspota ensoberbecido, fatuo, como Chávez, le llevaría a una confrontación limitada, quizá solo de horas, intentando con ello soldar la unidad nacional en torno a su piltrafa de régimen. Eso es relativamente sencillo de imaginar en sus cálculos, porque puede aceptar también en horas una mediación que paralice a Colombia en tentaciones que le llevarían a asumir el costo de una guerra irresponsable que le imponen.
Pero si como creemos, Colombia está en capacidad también en horas de darnos un mordisco territorial de algunos centenares de kilómetros cuadrados, esto sería más que suficiente para negociar un retiro en días, solo que a cambio de la salida de Chávez y de garantías de nuestra colaboración en su lucha contra las FARC, para liquidar sus campamentos de dirección y santuarios logísticos, de protección de rutas de narcotráfico, de aprovisionamientos de todo tipo, en particular armas y municiones, además de zonas descanso y cuidados médicos para sus efectivos al interior de nuestros estados de frontera.
La cúpula militar venezolana no dudaría segundos en generar un nuevo capítulo histórico, donde hasta tendrá por utilidad personal para ellos, que ese sería un salvoconducto a la nueva etapa de la república, posando de salvadores.
Si las FFAA de Chávez se ponen cómicas y pretenden alargar demasiado su resistencia, dramáticamente ineficiente, contra un ejército profesional como el de Colombia obtendrán a cambio cada vez más drásticas consecuencias.
Una derrota humillante puede terminar facilitando la tarea de pasar a retiro, con un nuevo gobierno, a por lo menos dos tercios de la oficialidad comprometida con el lastimoso lema de “patria socialismo o muerte”.
Esto de todas maneras hay que hacerlo, el problema es solo de proporciones, por cuanto un nuevo régimen NO puede y NO debe pagarle peaje a una cúpula militar corrupta y de ñapa inútil.
¡¡ Amarren y entréguennos al loco!! sería simbólicamente lo que más celebraríamos, pero lamentablemente eso no es útil en diplomacia de guerra, ni siquiera tras una derrota humillante.
Las razones son obvias: Colombia debe tener y quiere relaciones con nosotros de buena vecindad comercial, migratoria y por simples hábitos de nación civilizada. El solo hecho que vivan aquí 5 millones de hermanos colombianos y que seamos su segundo socio comercial, aconseja incluso no herir los sentimientos políticos del 20% de venezolanos que transitoriamente todavía consideren a Chávez su líder.
El exilio en países como Cuba, Irán, Corea del Norte, Bielorusia… es la única garantía de vida sin sobresaltos que le queda a quien será el ex presidente Chávez, si tomamos en cuenta que desde cualquier otra nación se lograría fácilmente su extradición.
Dicho sea de paso eso no puede hacerse de inmediato hasta no reducir drásticamente la influencia del hamponato político chavista en las FFAA y en todo el Estado venezolano. (Recuérdese la astuta extradición y enjuiciamiento de Pérez Jiménez por el gobierno de Betancourt)
Si me piden un pronóstico diría, con muchas dudas, que la guerra con Colombia luce entonces poco probable, a menos que Chávez ya estime que este es el único y peligroso recurso que le queda a mano, para mantenerse en el poder espurio manipulando un patrioterismo cuesta arriba.
Pero que él no imagine ese escenario sin los más graves grandes peligros para sus pretensiones, porque somos millones de venezolanos quienes sostendremos la tesis de que la derrota del ejercito chavista sería el mal menor.