La guerra que “yo” quiero
Iniciamos los temas sobre la “Guerra por la Paz”, refiriendo el absurdo temático del presidente Chávez, quien después de la mortandad que produjo con sus tropas el 4 de febrero de 1992, duarnte el gobierno que ruinmente ha transformado en un acertijo cachalote, cargado de incertidumbres e inconsistencias sin orientación política, ha insistido en propugnando la guerra, que es el contradictorio de la paz, fin principal de la convivencia social para desarrollar la vida en comunidad. Para él, toda acción política de gobernantes que se le asocian para disfrutar de la chequera que personalizó, va con el distendido de enfrentar los fantasmas de la “oligarquía” y el “imperio”. Desgraciadamente, los fracasos que ha ido obteniendo en cadena desde la muerte de Raúl Reyes, la “apertura de ojos” de algunos de sus gobernabtes aliados y con mayor énfasis la victoria de Honduras, aderezada con la crisis mundial, para mortificación nuestra, lo han obligado a radicalizar su terca postura belicista con la que aleja la paz.
Profundizando hacia el Fascismo. Cuando el periodista Rafael Poleo hizo la apología de Chávez con Mussolini, ésta creó una reacción en los “revolucionarios”, que sin dudas fue desmedida, pero se puso de manifiesto el sorpresivo descubrimiento de la lectura que servía de fundamento palmado de las “focas”. Chávez quedó al descubierto y el miedo, como siempre le hizo sonar las alarmas. Con la evidencia, aquí quedó la lectura: “El término “fascismo” implica un régimen de partido único”. En 1932, Mussolini decía: «Ante todo, el fascismo, en lo que concierne en general al futuro y al desarrollo de la humanidad, y dejando aparte toda consideración de política actual, no cree en la posibilidad ni en la utilidad de la paz perpetua. Por esa razón rechaza el pacifismo, el cual en el fondo esconde una renuncia a la lucha y una cobardía ante el sacrificio. Para él, únicamente la guerra lleva a su punto máximo de tensión todas las energías humanas e imprime un sello de nobleza a los pueblos que poseen la valentía de enfrentarse a ella. Las restantes experiencias son sólo sucedáneas, que no colocan nunca al hombre frente a si mismo ante la alternativa de la vida o la muerte. Es por ello, que una doctrina que parta del postulado previo de la paz, es ajena al fascismo”.
Hoy la premura es mayor, cuando las encuestas van como la nieve de las cumbres, dejando claros en la hojarasca y anegando la sima. Esta es la razón de la guerra del “yo supremo”, cuando insiste en armarse para una guerra regular y reforma la fuerza armada para crear los contingentes de adeptos y militares frustrados que han de integrar la “milicia bolivariana” que habrá de enfrascarse en una guerra de resistencia extremadamente atítipica. Ya no es la guerra asimétrica como guerra irregular, sino una guerra revolucionaria atípica, que ha de llevarse contra todo aquel que ose incrementar las encuestas que desfavorezcan a “yo el supremo”. Es una guerra amenazadora que se nutre de la ignorancia de muchos venezolanos. El imperio y Colombia solo sirven para la propaganda que ya no convence.
No hay dudas. Los estudiantes, Honduras y las encuests los tienen locos, pero debemos sacar nuestras cuentas y prepararnos para lo que viene después que la “revolución” pierda la mayoría en la Asamblea Nacional y Chávez se prepare con su camisa de fuerza para dejarla en la orfandad. Si algo bueno ha hecho Chávez por nosotros, es haberse hecho la ilusión de gobernar como Fidel hasta su muerte, olvidando que en Venezuela, a diferencia de Cuba, se quitó un gobierno democrático mediante elecciones, para intentar transformarlo en la dictadura de un partido y de un solo hombre. Es esta la razón por lo que en retirada al frente, conforme el fascismo, creen necesaria la guerra para darle vida. Situación solo posible en el pase de un régimen que propugna la muerte como alternativa ante la barbarie, pero que no puede properar cuando en democracia se reclama más democracia y se lucha contra un “socialismo del siglo XXI” que intenta volver al pasado ya derrotado con un comunismo que utilizó el fascismo y se derrumbó con el muro de Berlín hace veinte años.
Socialdemocracia, antimilitarismo y paz. Son tan lerdos estos “revolucionarios”, que no son capaces de remendar la plana a su ignorante caudillo. Si intentan un socialismo del siglo que sea, deben revisar sus propuestas, ya que la historia, que nunca re repite, no pueden ignorarla. A finales del siglo XIX y comienzos del XX, cuando aparecieron las ideas orientadoras de la Internacional Socialista, cuya doctrina oficial declaró enemigo al imperialismo capitalista aliado al militarismo, fue todo lo contrario de lo que ellos intentan hacer. En el progreso doctrinario, la ideología oficial enseñaba, que el auge de la democracia y más aún del socialismo, llevaba inevitablemente consigo una evolución hacia el pacifismo. Desde entonces, igual que hoy, la teoría ha sido engañosa y las tendencias para lograr el objetivo, han indicado lo contrario. Los compromisos del socialismo para lograr su esperanza de revolución y la eliminación de los Estados capitalistas, obligan a mantener la “defensa nacional”. La guerra pasa a ser el medio necesario en la transformación del Estado apareciendo entonces la aparente visión de que: “Todas las luchas en la historia, se han orientado a condenar el militarismo en procura de la paz. Surge así como visión maligna la necesidad de la guerra para lograr la paz.
Los socialdemócratas alemanes, entre los que se menciona al teórico marxista Karl Johann Kautsky, quien fuera uno de los primeros líderes del Partido Socialdemócrata de su país; amigo y discípulo de Karl Marx y Friedrich Engels, trataron de conciliar al “patriotismo” con el “internacionalismo”, pero para ellos, el fondo del problema consistía, antes que tomar partido a favor o en contra de las políticas nacionales, impedir o hacer imposible la guerra. En Francia, el famoso caso del capitán Alfred Dreyfus, logró agrupar a los republicanos con los liberales y los socialistas, cuya alianza terminó con una derrota del militarismo. En Venezuela, el “patria socialimo o muerte, venceremos” está agrupando a la oposición con los desertores de la “revolución”, que no entienden como se puede hacer un país en paz preparándolo para la guerra. La guerra que properará será por la democracia contra la “revolución” y ¡VENCEREMOS¡