Opinión Nacional

La guerra es global y anti-imperialista

Así lo dijo Hugo Chávez antes del viaje a Rusia, Bielorrusia e Irán la semana pasada. Como visita de negocios fue calificada por los dos primeros, de naturaleza conocida en el tercero país, aún cuando la especificidad de la misma la ignoramos. Se trata de un país como Venezuela, también cliente de los dos primeros. La gira es sospechosa, poco transparente e inquietante. Nada distinto a las actuaciones del régimen desde hace tiempo, especialmente desde la cuestionada reelección del 3D-06. Actuaciones que aíslan progresivamente a Venezuela en la comunidad de naciones libres, pero consolidan la alianza del gobierno con otros de intereses similares y organizaciones forajidas, calificadas como terroristas en los foros mundiales que se ocupan de la materia. Lo que estamos contemplando puede que sea un asunto de negocios para los rusos, pero para nosotros se trata de algo mucho más grave. Hugo Chávez es un peligro inminente para la paz interna y externa, para la seguridad de las personas y de los bienes, para la estabilidad de las relaciones internacionales y una limitante enorme para el pleno ejercicio de la soberanía nacional. Los intereses fundamentales de Venezuela están en manos no confiables. Esas manos juegan en un tablero internacional controlado desde fuera. El nuestro es un peón muy importante, pero peón al fin. Cuando afirma que “la guerra es global y anti-imperiaista y ya estamos inmersos en ella”, está cumpliendo el rol que le corresponde.

Esto sucede cuando Colombia atraviesa por uno de esos momentos coyunturales de la historia contemporánea en el que la solidaridad activa de Venezuela era desesperadamente necesaria. Se trata de la masacre de los 11 diputados secuestrados y custodiados bajo la exclusiva y excluyente responsabilidad de las FARC. Crimen horrendo que no deja la menor duda sobre la calidad humana y política de la narcoguerrilla colombo-venezolana. Este silencio cómplice, la insólita timidez de las declaraciones y actuaciones de los voceros oficiales en distintas instancias, ratifican nuestra convicción de que el mayor obstáculo del Plan Colombia para tener éxito y la amenaza más clara para la estabilidad democrática de Colombia está en el régimen encabezado por Hugo Chávez.

Chávez avanza en el propósito de convertir a Venezuela en potencia militar regional. Se enorgullece de ello, pero no mide las consecuencias de su irresponsabilidad. Ahora son nueve submarinos de última generación, con capacidad para armamentos nucleares, traslado de fuerzas especiales y autonomía suficiente para cubrir amplios espacios marinos y submarinos. Más equipos antiaéreos, satélite, etc. Al renunciar a la tecnología americana y occidental y cambiarse a la rusa, no solo abandona lo más avanzado del mundo, sino que entrega a los cubanos el entrenamiento y la operación de los sofisticados equipos con cuyos sistemas trabajan desde hace más de cuarenta años. ¿Para qué? Quien quiera entender que entienda.

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